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Elecciones en Argentina renovarán el Parlamento

Los analistas auguran que el Gobierno de Fernández perderá la mayoría.

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La presidenta de Argentina
Cristina Fernández.

 

Argentina encara las próximas
elecciones legislativas, en la mitad del mandato de la presidenta
Cristina Fernández, con signos de contracción económica tras seis
años consecutivos de un fuerte crecimiento que no alcanzó a reducir
la pobreza estructural.

Detrás del debate proselitista, magro de ideas y muchas veces
virulento, sigue latente la irritación del sector agropecuario por
la presión fiscal, el motivo de la seguidilla de huelgas del año
pasado y que se ha decantado en un descontento de las capas medias
de la población.

Al mismo tiempo se recrudecen las críticas al estatal Instituto
Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), cuestionado desde hace
dos años, cuyos indicadores comienzan a mostrar con cuentagotas el
impacto de la crisis global.

El descrédito del Indec hace dudar de los cálculos sobre pobreza
e indigencia y además afecta a los intereses de los acreedores de la
deuda soberana argentina, de unos 127.500 millones de dólares, ya
que el 42 por ciento de esos débitos se ajustan por inflación.

Los analistas dan por descontado que el Gobierno peronista de
Fernández perderá la mayoría en el Parlamento en los comicios del 28
de junio.

Pero también prevén que el oficialista Frente para la Victoria se
mantendrá como primera minoría frente a una oposición formada por
alianzas de conservadores con peronistas disidentes y grupos de
centroizquierda aliados a la Unión Cívica Radical, el partido más
antiguo del país.

La oposición carga las tintas en la manipulación de los
indicadores económicos oficiales, que en el caso de la inflación
resultan hasta tres veces menores que los de consultoras privadas.

Para el ex presidente Néstor Kirchner (2003-2007), principal
candidato oficialista, esposo y antecesor de Fernández, las próximas
elecciones ponen en juego el regreso a las políticas neoliberales de
la década pasada, que desembocaron en la severa crisis de 2001,
cuando Argentina entró en el mayor cese de pagos de la historia.

Al calor de este debate, el Indec aseguró la semana pasada que la
economía argentina creció un 2 por ciento en el primer trimestre del
año, a pesar de que la inversión cayó un 14,2 por ciento, al nivel
de comienzos de 2005.

Mientras la oposición ironizaba sobre el "optimismo" de las
cifras oficiales, la prensa económica comentó con sorna queArgentina "es el único" país del Grupo de los 20 que no ha entrado
en recesión al calor de la crisis global.

El Gobierno de Fernández sostiene a rajatabla que este será el
séptimo año consecutivo de crecimiento del Producto Interior Bruto
(PIB), aunque a una tasa menor al ocho por ciento en promedio
registrada entre 2003 y 2008.

La mayoría de las consultoras privadas aseguran que el país ya
entró en recesión y calculan que el PIB sufrirá una caída de entre
el dos y el cinco por ciento este año.

El Indec está sumido en el descrédito desde comienzos de 2007,
cuando durante la gestión de Kirchner se cambió la forma de medir la
inflación, asunto que además desembocó en una nueva polémica con el
Fondo Monetario Internacional, habitual blanco de las diatribas del
ex mandatario y de su esposa.

Según las estadísticas oficiales, el país registró el año pasado
una inflación del 7,2 por ciento, tres veces menos que lo calculado
por consultoras privadas.

En marzo pasado, el Indec aseguró que hasta fines de 2008 la
pobreza afectaba a 3,75 millones de personas (15,3 por ciento de la
población), de las cuales 1,08 millones están en situación de
indigencia.

Pero las consultoras privadas sostienen que el alza del coste de
vida con su impacto en la canasta básica de alimentos y servicios
lleva la cifra de pobres a alrededor de diez millones.

Los economistas coinciden en que Argentina está lejos del colapso
económico, si bien remarcan la necesidad de que el Gobierno ajuste
el gasto público al menor nivel de ingresos del Tesoro provocado por
la caída de la actividad económica.