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Se repite el ciclo de inmigración, rechazo y aceptación

150 años atrás, irlandeses eran minoría racial, y tensiones con Filadelfinos resultaban en violencia callejera.

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Joan Saverino, directora de educación del proyecto Philaplace de la Sociedad Histórica de Filadelfia.

“Las diferencias de etnia, cultura y religión, y los problemas económicos siempre han sido las causas del rechazo de inmigrantes”, dijo Joan Saverino, directora de educación del proyecto Philaplace de la Sociedad Histórica de Filadelfia.

Saverino, quien estudia las comunidades inmigrantes de la ciudad, cuenta que a grandes rasgos, cada oleada de inmigrantes que ha llegado a la ciudad, ha enfrentado tensiones y rechazo de un sector de la población local antes de llegar a ser aceptada.

“En un tiempo los irlandeses se consideraban una minoría racial”, dijo. “No se consideraban como blancos”.

Tantas eran las tensiones causadas por el gran número de irlandeses y otros extranjeros que llegaron al país a mediados del siglo XVIII, que se formó un partido nacional anti-inmigrante.

En ese entonces el partido Republicano Americano buscaba restringir severamente la inmigración al país e impedir que personas nacidas en otros países tomaran puestos públicos.

En el verano de 1844 integrantes locales del partido hicieron manifestaciones en un barrio irlandés de Northern Liberties, que resultaron en una serie de disturbios.

La peor confrontación, en el mes de julio, duró 8 días, con más de 20 muertos y 100 personas heridas.

Muchos de los autodenominados “estadounidenses nativos” eran protestantes, y los nuevos inmigrantes eran católicos. Había conflicto acerca de cómo enseñar la religión en las escuelas públicas.

También percibían que los inmigrantes eran criminales.

Según reportó la revista The Republic de Filadelfia en 1845, los gobiernos de Europa estaban enviando a sus condenados a Estados Unidos “con el propósito de extinguir la luz y el ejemplo de Libertad Universal que tanto aborrecen los déspotas europeos”.

Además de criminales, los medios decían que los inmigrantes eran pobres.

Otro reportaje de la antigua revista cuenta que de los 1.700 residentes del asilo de pobres de Filadelfia a fines de 1844, “solo 649 eran estadounidenses”.