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Adiós al doctor José 'Pepe' Castillo

“Hizo todo lo que estuvo a su alcance para ayudar a quines lo necesitaban”, dijo esposa Nilsa Castillo.

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José Castillo  durante el grito de independencia de México en el 2005 en donde fue reconocido por su labor.             

El primer cirujano plástico mexicano certificado en Estados Unidos falleció el pasado 25 de mayo. El doctor José Castillo Hita vivió en Filadelfia durante casi 40 años, tiempo en el que ayudó a la comunidad hispana que no contaba con asistencia médica, financió una beca para estudiantes latinos y ayudó a personas que no tenían hogar.

Castillo nació en el pueblo de Chalco en el Estado de México. Después de obtener su título de médico, viajó a San Luis, Missouri, en dónde se especializó y convirtió en el primer mexicano que tuvo el título de cirujano plástico reconstructivo en el país.

Tiempo después, Castillo pidió ser voluntario para ir a la guerra de Vietman a atender a todos aquellos que quedaron lisiados por la guerra.  Cuando regresó de la guerra a Estados Unidos le ofrecieron un puesto en un hospital en Nueva York.

En 1970 se mudó a Filadelfia a trabajar en el Hospital Jefferson, en donde se especializó en cirugía de manos y quemaduras, pero al tiempo y con el afán de expandir sus servicios, abrió su propio consultorio en donde se estableció hasta retirarse, en el número 228 de la calle 22.

“Todos lo conocían como el Doctor Pepe”, dijo Nilsa Castillo, su viuda.

“Durante los años activos tuvo su programa de televisión Su Salud a través de Telemundo, participó muy activo con el Centro Cultural Mexicano, ayudó a los trabajadores del hongo en Kennett Square (PA), inició la formación de una beca para estudiantes mexicanos sobresalientes que se entregaba cada año en la celebración del grito de Independencia de México”, dijo Castillo.

En 1996 el gobierno de México le otorgó el premio Otli, el cual reconoce la trayectoria de ciudadanos mexicanos en el exterior. Además, la Sociedad Médica de Pensilvania le hizo una ceremonia para celebrar sus 50 años como médico.

No solamente grandes instituciones reconocieron su labor, también la comunidad en el sur nombró un árbol en su honor en el parque ubicado en la calle 4 y Washington, y su imagen quedó plasmada en un mural del pintor César Viveros en las calles Girard y 3.

“Él no solamente ayudó a los hispanos, ayudaba a italianos, afroamericanos y a cualquier persona que lo necesitara ya fuera con problemas de salud o personales”, dijo su viuda, quien recalcó que su difunto esposo era voluntario para ayudar a las personas sin hogar en un refugio ubicado en la calle Broad.

“Se hizo tan popular que muchas familias venían a verlo; no hay un restaurante elegante o modesto en donde no haya trabajadores mexicanos que se acerquen a mí y me pregunten por mi esposo”, dijo Castillo.

Entre lágrimas, Castillo dijo sentirse “satisfecha de que él hizo todo lo que estuvo a su alcance para ayudar a los que lo necesitaban”.

“Tu sabes, como esposa a veces quería que compartiera su tiempo más con la familia, pero ahora entiendo que las semillas que él sembró han florecido y me siento muy satisfecha por eso”, finalizó Castillo.

El servicio fúnebre se realizó el pasado 28 de mayo.