LIVE STREAMING

Los secretos enterrados bajo el barrio

En las calles Howard y Lehigh había fábrica de lámparas que representó trabajo para muchos hispanos.  

MÁS EN ESTA SECCIÓN

Lebanon recauda fondos

Todo sigue igual

'Somos 26'

COMPARTA ESTE CONTENIDO:

 

Esquina de la calle Howard y Lehigh en 1951.                   Residentes de esta área dicen que hace falta combatir la venta y consumo  de drogas.                                           

En la pared de la esquina de Howard y Lehigh yace todavía la huella del letrero que anunciaba compra y venta de casas en 1951.

José Fuentes, originario de Vega Baja, Puerto Rico, sirvió a la Guardia Nacional de Estados Unidos durante 30 años y se mudó a la calle Howard desde hace 35 años.

Cuando Fuentes llegó al vecindario casi no había hispanos: “Eran como 12 casas solamente de latinos”.

Además, enseguida de su casa había una productora de lámparas llamada Carl Falkenstein, “esa fábrica le daba de comer a muchas personas por aquí; tenía como 100 empleados”, recordó Fuentes.

Sin embargo, vivir enseguida de la fábrica no era algo tan conveniente ya que el humo que producía le causaba dolores de cabeza a los residentes.

Un día la fábrica se quemó y con ella  la casa de Fuentes. “Me la dañó, yo no tenía seguro y la fábrica no me quiso pagar los daños y me tuve que mudar porque no tenía dinero para arreglarla”.

Fuentes recuerda que el incendio ocurrió en 1993 y dice que cuando él por fin pudo regresar a Filadelfia se percató de que cuando la ciudad limpió sólo tapo.

Él piensa que debajo de la tierra hay líquidos tóxicos que se usaban en la fábrica. “Cada vez que siembro plantas se me secan, además que sólo derrumbaron y enterraron todo”, dijo Fuentes.

“Yo me mude de Jersey City cuando me casé y yo este barrio no lo cambio por irme para atrás”, dijo su esposa, María Fuentes, mientras caminaba con su hijo Alfonso por la calle en la que ha vivido hace ya casi una década.

Ella era mesera en Jersey cuando conoció a su ahora esposo. “Me encanta mi barrio, no lo cambiaría por nada, en especial los vecinos, porque tu sabes los hispanos, en especial los boricuas somos muy unidos, yo puedo ir a tocarle al vecino cuando sea y se que me van a ayudar”, dijo María.

Pero eso no siempre fue así. “Antes cuando caminabas por el rumbo de Fishtown, en el área de los blancos, te corrían y no te dejaban pasar por el racismo, a mí nunca me pasó, pero a mi hermano sí, una vez que se le daño el carro, tuvo que caminar por ahí y lo corrieron”, dijo José.

A pesar de que el matrimonio Fuentes asegura que en los últimos años el vecindario se ha mejorado mucho, hay un aspecto que hoy en día lo aqueja: La compra y venta de drogas.

“Pero eso no es culpa del vecindario, la droga está en toda la ciudad”, dijo José.

 “Yo tengo nietos pequeños y me da mucho miedo que hay jeringuillas afuera de la casa, eso es muy peligroso”, dijo María.

Vivir Aquí

Lo bueno: Es una comunidad hispana muy unida, según cuentan los residentes. El barrio ha mejorado en los últimos años gracias a que la Policía ha tomado acciones en contra de los vendedores de droga.

Lo malo: Existe todavía puntos cercanos de compra y venta de droga; además residentes se quejan de encontrar jeringas sucias a las afueras de sus hogares lo que muestra que aún hay trabajo por hacer por parte de las autoridades.