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La energía: "un puente de integración en Latinoamérica"

La primera cumbre energética suramericana que se llevó a cabo en la Isla de Margarita, Venezuela en el año 2.007 y que congregó a los presidentes Lula de…

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La primera cumbre energética suramericana que se llevó a cabo en la Isla de Margarita, Venezuela en el año 2.007 y que congregó a los presidentes Lula de Brasil, Chávez de Venezuela, Kichner de Argentina, Bachelet de Chile, Uribe de Colombia, Correa de Ecuador, Duarte de Paraguay, Morales de Bolivia entre otros asistentes, fraguó las bases de la integración en la utilización y  complementación de la energía que poseen con creces los países suramericanos.

A la par de la iniciativa suramericana, avanzan los acuerdos del Plan Puebla Panamá, que agrupa a los países centroamericanos, en la integración en el mismo campo.

Hasta hace algunos años la solución energética para Latinoamérica, pasaba por la utilización de la inmensa riqueza proveniente de los combustibles de origen fósil: petróleo y carbón, que poseen en abundancia: Venezuela, México y Colombia.

A raíz de los planteamientos políticos acordados en las cumbres de Margarita y del Plan Puebla Panamá, se abrió paso la consolidación de una matriz energética, donde confluyen los recursos de cada país: energía de los hidrocarburos, energía de los biocombustibles, energía eléctrica y energía eólica, entre las más importantes.

Latinoamérica es una región privilegiada por sus reservas de energía en especial las hidrocarburíferas: Venezuela, sitúa sus reservas totales de petróleo convencional y pesado en 300.000 millones de barriles, equiparables con las de Arabia Saudita; México bordea la cifra de 30.000 millones de barriles de petróleo; Ecuador tiene un pronóstico de reservas probadas de 1.450 millones de barriles de crudo; Bolivia tiene un inventario de reservas de gas natural  de 600.000 millones de metros cúbicos; a Brasil se le asignan unas reservas de 20.000 millones de barriles de petróleo, con los recientes descubrimientos costa afuera y adicionalmente es el segundo productor mundial de etanol ( alcohol carburante, proveniente de la caña de azúcar) con una producción de 16.700 millones de litros por año; Colombia posee unas reservas de petróleo de 1.500 millones de barriles y es el segundo productor de etanol en Latinoamérica con 500 millones de litros por año; además posee un potencial importante de energía hidroeléctrica y termoeléctrica con excedentes de 12 gigavatios-hora para exportación a sus vecinos. Argentina, Brasil y Paraguay comparten los beneficios del faraónico proyecto de la central hidroeléctrica de Itaipú, sobre el río Paraná con una capacidad de 14.000 megavatios de energía y es considerada una de las más grandes del mundo en su género.

Venezuela también posee su propio complejo hidroeléctrico sobre el río Caroní: la represa Simón Bolívar, anteriormente llamada, represa Raúl Leoni o Guri, con capacidad para producir 50.000 gigavatios hora de energía eléctrica.

Bajo el paraguas de los pactos regionales, avanzan los proyectos de la matriz energética  latinoamericana: Brasil y Venezuela construirán conjuntamente dos proyectos petroquímicos en el Oriente de Venezuela y unen esfuerzos tecnológicos y financieros para explorar la faja petrolífera del Orinoco, rica en crudos pesados; Venezuela importa de Brasil 200.000 barriles diarios de etanol para mejorar sus gasolinas; Ecuador y Venezuela construirán una megarefinería en el pacifico ecuatoriano para exportar productos refinados del petróleo al sudeste asiático y a su vez unirán fuerzas para explorar hidrocarburos en la selva amazónica ecuatoriana; Colombia y Venezuela construyeron un gasoducto que suministra gas colombiano a los complejos petroquímicos del lago de Maracaibo en Venezuela; adicionalmente, acordaron la venta de gasolina venezolana para abastecer la frontera colombiana a precios subsidiados; igualmente Colombia suministra energía eléctrica  a algunas regiones limítrofes de Venezuela con un potencial de suministro de 1.000 magavatios. Se proyecta un acuerdo para construir el poliducto que llevará el petróleo venezolano al pacífico colombiano para su exportación a China.

Colombia por el sur le vende energía eléctrica a Ecuador a través de una infraestructura de 250 megavatios y proyecta venderle a Panamá través de un sistema interconectado una cifra similar, para adentrase a futuro al mercado centroamericano.

El presidente Uribe de Colombia, en la última cumbre del Plan Puebla Panamá, ofreció apoyar la producción de biocombustibles en Centroamérica, con financiación y tecnología colombiana.

Bolivia, le vende a Brasil alrededor de 30 millones de metros cúbicos de gas natural y  a Argentina le provee una suma cercana a 8 millones de metros cúbicos de gas. Ecuador hace lo propio exportando crudo y gas a Perú.

Venezuela es el gran proveedor de petróleo a toda Latinoamérica en algunos casos con facturación subsidiada o facturación por intercambio de servicios:  a Argentina, Chile, Perú, Uruguay, Paraguay,  Cuba, República Dominicana, Honduras, Nicaragua, entre otros y adicionando la promesa de construir nuevas refinerías en Cuba, Uruguay y Nicaragua.

México no se queda atrás y como líder del plan Puebla Panamá suministra energía a los centroamericanos y se ha comprometido en la construcción de una refinería en la región con abastecimiento de petróleo mexicano.

Si bien el universo lo domina el petróleo, abren camino las "energías nuevas" como los biocombustibles, el gas natural, la energía hidroeléctrica, la eólica y la térmica, desarrollando el potencial de cada país.

La energía se ha convertido en un potente factor integrador en Latinoamérica, aglutinando aún a naciones con perfiles políticos antagónicos.

Los puentes tendidos se han mantenido firmes por encima de los brotes de crisis que se han suscitado entre algunos países regionales.

Así las cosas, la fortaleza futura de Latinoamérica pasa por la integración de sus pueblos y un buen cimiento es el desarrollo energético complementario en que se avanza actualmente por encima de rivalidades ideológicas.