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¿Mujer, indígena, presidenta... en Guatemala?

La premio Nobel de Paz,  Rigoberta Menchú,  esta conformando un partido político.

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La guatemalteca Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz 1992, aseguró hoy que "si no lo está aún, Guatemala va a tener que prepararse para ser gobernada por una mujer indígena".

En declaraciones a la prensa en la ciudad guatemalteca de Antigua, donde estos días preside la segunda conferencia de la Iniciativa de las Mujeres Premios Nobel, Menchú afirmó: "nada impide que las mujeres tengamos una cuota de poder en el Gobierno del país".

La líder indígena explicó que desde hace un mes se encuentra en el proceso de formación de un partido político, del que, por ahora, ha sido nombrada secretaria general.

El partido Winaq, nombre de la nueva agrupación, está planteado como "una estructura que reivindique la igualdad étnica y de género", según subrayó Menchú.

"Queremos generar una nueva esperanza. Es un trabajo enorme y difícil, pero también fascinante", dijo.

Precisó que a finales de 2010 el partido elegirá a sus representantes para las próximas elecciones presidenciales, que se celebrarán al año siguiente.

"Y a partir de ahí ya se verá quién es el elegido, pero si mis compañeros creen que puedo ser yo, muy bien, me considero capacitada para dirigir mi país", puntualizó.

Levantar la autoestima de los guatemaltecos, "que han perdido la fe en su propia fuerza", es prioritario para la premio Nobel, quien asegura además que la justicia al país no llegará hasta que todas las etnias existentes estén representadas en el Congreso.

"El racismo en Guatemala no se ha movido ni un centímetro con el paso de los años. Tenemos un sistema perverso, con autoridades perversas", señaló.

Aseguró que sus críticas no están dirigidas sólo al Ejecutivo de Álvaro Colom, sino que, viendo la realidad, "hay problemas tan profundos que solucionarlos no es únicamente tarea de un presidente, sino también del Congreso y de la Corte Suprema".

"Se están haciendo esfuerzos para que la situación cambie, pero, hasta ahora, esos esfuerzos caen como una gota de agua en una roca", puntualizó.

Con respecto a la violencia que sufren las mujeres de su país, uno de los más castigados del mundo por los feminicidios, Menchú indicó que "aún se vive el miedo, el horror y la sensación de la poca credibilidad" ante la posibilidad de denunciar.

Aseguró que en las comunidades indígenas de Guatemala existen muchas mujeres preparadas para tener una participación activa en la vida política o en las instancias judiciales, "pero son muchos los obstáculos que tienen que salvar para ello".

Entre esos obstáculos destacó la situación de descrédito y hostigamiento a la que se ven sometidas las líderes de organizaciones y asociaciones femeninas que intentan dar un paso más en la defensa de sus derechos.

"El precio de una participación política es muy caro", dijo.

La inclusión de las mujeres, fundamentalmente de las indígenas, en las esferas políticas del país pasa, según Menchú, por la adquisición de una "capacidad financiera".

"Las mujeres mayas no encuentran trabajo en ninguna institución. El racismo en Guatemala no es sólo una teoría, sino una práctica cotidiana", subrayó.

La impunidad existente en el país con respecto a la violencia "de cualquier tipo" se da, según la premio Nobel, "a todos lo niveles, desde los más altos hasta lo más elemental de la vida cotidiana".

"Cuando una mujer es violada tiene que afrontar primeramente la vergüenza ante su familia y, si quiere denunciar, debe aportar pruebas ante un tribunal, lo que acaba por romper su intimidad", explicó.

Menchú señaló que la violencia que existe en su país es "de crimen organizado", y apuntó al narcotráfico y a la corrupción como unas de sus principales causas.

"Nadie investiga los asesinatos de mujeres, y si alguien lo hace son las propias mujeres que han alcanzado puestos de responsabilidad dentro de la administración pública. El problema es que por ello pueden perder la vida", dijo.

Más allá de lo que ocurre en Guatemala, la líder indígena puntualizó que "la decadencia ha llegado a niveles altos y que, en estos momentos, en todo el mundo, la democracia es un término vacío".

"La única forma de rescatar la credibilidad del Estado es reorganizar las comunidades, los gobierno locales, el municipalismo y las organizaciones de mujeres. Lo que se está haciendo ahora no toca la esencia del poder", concluyó.