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Desde el despegue hasta el aterrizaje, vuele saludable

Cada año, cerca de 2,000 millones de personas viajan en vuelos comerciales. Sin embargo, muchos pasajeros no están conscientes de los riesgos para la salud…

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Incluso los pasajeros saludables pueden sufrir ligeros calambres abdominales y problemas de oído a medida que el gas en las cavidades del cuerpo se va expandiendo con el aumento de la altitud.

Dos décadas atrás en un vuelo a mediados del invierno, yendo de Nueva York a Chile con rumbo a la Antártida, más de una docena de otros viajeros colegas y yo descendimos con bronquitis. Cuando el viaje al Antártico empezó de lleno, había tantas personas enfermas que el médico del barco casi terminó sin antibióticos.

Desde ese viaje, he seguido diligentemente una rutina preventiva cada vez que abordo un vuelo. Preparo todo de antemano y con tiempo de sobra para asegurarme que estoy bien descansada y con un nivel de tensión mínima cuando salgo. Justo antes del vuelo, tomo equinacea y 1.000 miligramos de vitamina C. (Los poderes de estos suplementos para estimular la inmunidad siguen siendo objeto de un intenso debate, pero al parecer funcionan para mí.) Bebo muchísima agua durante el vuelo -más no alcohol y sólo muy poco café- a fin de mantener bien hidratadas las membranas protectoras. Lavo con frecuencia mis manos y las mantengo lejos de mis ojos y nariz.

Si bien no puedo citar estudios que aprueben mi rutina, nunca me he vuelto a enfermar después de un vuelo, y tomo docenas de vuelos cada año, a veces a medio mundo de distancia. El régimen también ha protegido a un ex director de la Agencia Federal de Aviación, quien solía enfermar de neumonía cuando volaba de Nueva York a Colorado o Australia para visitar a sus hijos.

De manera similar, tomo precauciones a fin de prevenir coágulos de sangre, lo cual es una inquietud en particular porque soy bajita. Además de mantenerme bien hidratada, siempre reservo un asiento junto al corredor para ser capaz de pararme con facilidad y estirar las piernas al menos una vez por hora. En vuelos sumamente largos, uso medias de compresión.

Cada año, cerca de 2,000 millones de personas viajan en vuelos comerciales. Sin embargo, como notaron dos expertos en medicina de emergencia en The Lancet, en febrero: "Muchos pasajeros no están conscientes de las implicaciones para la salud asociadas con los viajes en vuelos comerciales".

Los datos sobre problemas médicos en vuelos son limitados, y nadie lleva un registro de cuánta gente enferma a causa de los vuelos tras descender del avión. Sin embargo, los expertos, la Dra. Danielle Silverman del Hospital de la Universidad de Georgetown en Washington, y el Dr. Mark Gendreau del Centro Médico Lahey en Burlington, Massachusetts, sostienen que los riesgos del vuelo para la salud van en aumento debido a que "la edad de los viajeros está aumentando y aeronaves destinadas a largos viajes, como el Airbus 380 y el Boeing 777LR, son capaces de extender los tiempos de vuelo de 18 a 20 horas".

Es más probable que los pasajeros de mayor edad tengan problemas de salud que pueden agravarse con el viaje por aire, particularmente en vuelos de larga duración. Se ha sabido de enfermedades infecciosas que se han propagado entre personas de todas las edades por viajes aéreos incluyen influenza, síndrome respiratorio agudo y severo (o SRAS) y tuberculosis, sin mencionar el resfriado común.

Diversos factores pueden afectar la salud de pasajeros de aerolínea, incluidos cambios en la presión de la cabina que reducen el suministro de oxígeno; inmovilidad y deshidratación que elevan el riesgo de coágulos de sangre en todos los pasajeros, no sólo en aquéllos que viajan en el espacio más reducido de la clase económica; la exposición a pasajeros con enfermedades infecciones; y el jet lag o alteración de los ritmos corporales por el viaje a alta velocidad a través de múltiples zonas horarias. Las tripulaciones de vuelo también enfrentan exposición cósmica crónica, que también es un peligro para mujeres embarazadas.

Algunas aerolíneas comerciales han aplicado medidas para reducir al mínimo los riesgos para la salud y sus consecuencias, como ofrecerles a los pasajeros abundante agua durante los vuelos y recomendarles ejercicios que evitan la acumulación de la sangre en las piernas. Todos los vuelos cargan botiquines para emergencias médicas, y actualmente la mayoría tiene un desfibrilador automático para el rescate de pasajeros cuyos corazones sufran una arritmia, lo cual puede resultar fatal en pocos minutos.

Sin embargo, la mayor parte de cualquier protección pudiera depender de usted, el pasajero. Si tiene algún problema de salud crónico, los autores publicados en The Lancet sugieren una evaluación médica previa al vuelo para determinar si es seguro que usted vuele, así como las precauciones que debería tomar si efectivamente lo hace.

Las cabinas de aviones de aerolíneas comúnmente están presurizadas a altitudes de 1,524 a 2,438 metros, o entre 5,000 y 8,000 pies, por encima del nivel del mar. Las personas saludables no tiene problema alguno a estas altitudes, pero quienes padecen un problema cardiaco subyacente o mal respiratorio que ya pudiera presentar bajos niveles de oxígeno en la sangre, pueden terminar presentando síntomas del mal de montaña: fatiga, jaqueca, vértigo y náusea. Esos pasajeros pudieran necesitar oxígeno adicional durante el vuelo, escribieron los médicos.

Incluso los pasajeros saludables pudieran presentar ligeros calambres abdominales y problemas de oído a medida que el gas en las cavidades del cuerpo se va expandiendo con el aumento de la altitud. Los médicos advirtieron que no se debería volar después de muy poco tiempo de haberse sometido a una cirugía, y advirtieron a los buzos que no tomaran vuelos sino hasta después de 12 horas de haber buceado (24 horas para aquéllos que efectúan varias inmersiones al día), no vaya a ser que desarrollen mal por descompresión.

El riesgo de coágulos sanguíneos empieza a aumentar a cuatro horas de haber comenzado el vuelo y llega a su máximo nivel en vuelos de más de ocho hora de duración. La clase de negocios en los vuelos no ofrece protección, pese al mayor espacio para estirar las piernas, con base en resultados de investigaciones. Mientras más vuelos se tomen en un plazo de dos semanas, mayor el riesgo. Los pasajeros que son obesos, tienen cáncer, fueron sometidos a una operación en fecha reciente, toman anticonceptivos orales o presentan condiciones que elevan su susceptibilidad a coágulos de sangre (incluidas condiciones genéticas como el factor V Leiden) están ante un riesgo en particular de padecer coágulos inducidos por los vuelos. Muchas personas pudieran beneficiarse de adelgazantes de la sangre cuando aborden vuelos.

En vuelos largos, mientas menos se muevan los pasajeros por la cabina y menos agua consuman, mayor será el riesgo. El riesgo se puede reducir si usted usa medias de compresión y ejercita el músculo de la pantorrilla durante el vuelo.

Aunque no se considera que la exposición a la radiación cósmica es un problema incluso para frecuentes viajeros a menos que estén encinta, cualquier puede sufrir de jet lag a raíz de abruptos cambios en múltiples zonas horarias. Después de un vuelo hacia Occidente, puede necesitarse uno o dos días para hacer el ajuste por cada zona horaria cruzada; después de un vuelo al Oriente, un día y medio.

Si bien el control de la exposición a la luz solar es la mejor forma de evitar dicha alteración corporal, puede resultas todo un desafío para algunos viajeros, así que los médicos recomiendan que se tome melatonina (de 0.5 a 5 miligramos). Cuando se vuela al este, intente recibir la luz de la mañana (use anteojos de sol solamente en la tarde) y tome melatonina cuando desee dormir. Cuando vuele hacia el oeste, tome la luz solar de la tarde (use sus gafas solamente en la mañana) y tome melatonina en la mañana. Y, en cualquier dirección, asegúrese de mantenerse bien hidratado.

A fin de prevenir enfermedades contagiosas, la medida de mayor importancia radica en asegurarse que todas sus vacunas estén actualizadas, incluidas las inyecciones anuales contra la gripe. Los autores del Lancet notaron que el "riesgo de transmisión de infecciones estando abordo se restringe principalmente a individuos ya sea con cercano contacto personal o sentados a dos filas" de un pasajero infectado.

No obstante lo anterior, debido a que pudiera no existir manera de saber quién es infeccioso entre las personas sentadas cerca de usted, mi régimen no debería hacerle daño y bien pudiera brindarle protección.