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Algarabía y espantos marca el regreso de los Phillies

La primera serie de juegos de los Phillies fue una montaña rusa de emociones.

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El brillo de las 36 sortijas de oro blanco con más de 103 diamantes le dio luz a las esperanzas de aquellos que perdieron su fe en los últimos días.

La primera serie de juegos de los Phillies fue una montaña rusa de emociones.

La temporada comenzó el domingo con tanta elación que parecía que no habían transcurrido cinco meses desde el desfile en el que el equipo usó el trofeo de la Serie Mundial para partir un mar rojo de dos millones de seguidores que llenaron la Avenida Broad.

El equipo sustantivó la algarabía de los fanáticos con varios eventos antes del comienzo del partido inaugural: Charlie Manuel izó la bandera de Campeón Mundial; la gigantesca pantalla del parque presentó videos nostálgicos del triunfo del 2008, y los jugadores hicieron una entrada magistral al parque.

Los Bravos no siguieron el libreto. Atlanta anotó cuatro carreras en las primeras dos entradas a base de tres bambinazos y derrotaron a los Phillies 4-1. Algunos fanáticos no perdieron tiempo en arrojar abucheos pero otros echaron la derrota al lado y le achacaron la falla a Manuel por poner a Chase Utley, Ryan Howard y Raúl Ibáñez (tres bateadores zurdos) seguidos en el orden de bateo. Derek Lowe, el abridor de Atlanta esa noche, es derecho, pero el rematador de los Bravos, Mike González, es un zurdo con mañas de loco y extinguió el único ‘rally’ de los Phillies en la novena. Este terminó el juego ponchando a Howard e Ibáñez con dos corredores esperando remolque.

Manuel defendió su decisión después del juego. “Nosotros podemos barajar algunos de los muchachos en el orden, pero eventualmente, lo más seguro, van a terminar bateando donde están. Al menos que encontremos un bateador derecho que esté caliente que podamos poner entre ellos”.

No obstante su declaración, Manuel ajustó su ‘lineup’ para el juego del martes en la noche. La prensa tuvo dos días de cuestionar su alineación y algunos fanáticos manifestaron desacuerdos con el equipo.

Los Bravos le dieron otra pela (4-0) a los Phillies el martes aunque Jayson Werth fue insertado entre Howard e Ibáñez, y el cuarteto de Utley, Howard, Werth, e Ibáñez se fue de 16-5. El abridor de los Bravos, Jar Jurrjens, de Curazao, no dejó que el nuevo orden lo perturbara.

La segunda derrota del 2009 empezó a teñir el trofeo del 2008. Algunos fanáticos propagaron el pánico. Los abucheos contra los Phillies empezaron a escucharse más a menudo en el estadio y en los medios.

La entrega de los anillos de campeones antes del juego del miércoles elevó los ánimos de la muchedumbre. El brillo de 36 sortijas de oro blanco con mas de 103 diamantes y un peso de 65.5 gramos (2.3 onzas) le dio luz a las esperanzas de aquellos que perdieron su fe en los últimos tres días.

Los bates de los Bravos no tardaron en opacar el resplandor. Atlanta montó una ventaja de 10-3 en la parte alta de la séptima entrada. Todo indicaba que los Phillies iban a ser barridos en su primera serie de la temporada. Pero no fue así. Filadelfia se aprovechó de 5 bases por bolas y anotó 8 carreras en la parte baja del séptimo episodio. Otra tachada más de los Phillies en la novena hizo que el juego terminara 12-11 y el equipo y la ciudad celebrara una victoria milagrosa. La fe en los Phillies se restauró y los feligreses regresaron a hacer planes para otro desfile al final de la temporada.

El sube y baja de emociones no parece muy placentero para los fanáticos pero en realidad eso, como con las montañas rusas, es lo que hace al público gozar. Amárrense los cinturones que el trayecto será fuerte.

 

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