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La "otra" lucha de México y EEUU

Lucha libre mexicana, un espectáculo que arrastra multitudes en EEUU.

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La lucha libre mexicana arrastra multitudes en California, donde grandes y chicos hacen lo imposible por conocer a estrellas como Mascarita Sagrada, El Mesías, Pimpinela o La Parka.

Aunque sus comienzos datan de finales del siglo XIX, no fue sino hasta la década de los cincuenta que este espectáculo alcanzó su edad de oro en México, con personajes que se hicieron legendarios como El Santo, Blue Demon y Mil Máscaras.

Luego de una prolongada crisis, resurgió en los noventa convirtiéndose en lo que es hoy día: un espectáculo de luces y sonido con mucha tradición popular que ha traspasado las fronteras.

En su Invasión USA, la empresa Triple A, fundada en 1992, muestra porqué los latinos de toda California, en su gran mayoría mexicanos, adoran este espectáculo.

La caravana visita ciudades como Sacramento, San Diego y Los Ángeles con sus 23 luchadores clasificados entre "rudos", que utilizan cualquier recurso para triunfar y "técnicos", que hacen alarde de la pelea limpia y son los favoritos del público.

A los eventos, cuyos boletos cuestan entre 25 y 75 dólares, familias enteras asisten a vitorear a sus ídolos e insultar a sus rivales.

Pero a pesar de ser un evento familiar, los insultos y la violencia están a la orden del día, por lo que la lucha libre ha recibido críticas desde sus inicios.

Los promotores gritan a viva voz los nombres de los combatientes de varias peleas estelares que ganan en intensidad, y sendos equipos de "técnicos" y "rudos" hacen las delicias de los presentes con amenazas verbales y fuertes insultos dentro y fuera del cuadrilátero.

"Ustedes son unos mojados que no acabaron ni la primaria", grita uno de los luchadores durante su ingreso al ring. Con esto, la multitud enloquece lanzándole botellas desechables de agua, antes de ser controlados por los guardias de seguridad.

Sin embargo, son pocos los que despiertan tanta admiración como La Parka.

Se trata de uno de sus más queridos personajes por el público de Los Ángeles, encarnado por un corpulento luchador padre de dos hijos y proveniente del estado mexicano de Sonora, que prefiere que no se revele su nombre.

Sin su traje de calavera, es un hombre cálido lleno de anécdotas de sus 23 años como luchador que ve su profesión con mucha dedicación y entrega.

"Es un deporte en el que puedes llegar hasta donde tú quieras sin tener que pedir favores. Es tu capacidad y del amor que sientas por lo que haces, lo que te hace llegar lejos", dijo a Efe.

Debido a su éxito y tal vez por contrarrestar la mala imagen de la lucha libre como promotora de la violencia, la Parka realiza eventos caritativos que le recuerdan que su personaje está en los corazones de sus compatriotas.

"En la lucha libre bajabas del ring y ya dejaba de existir el personaje, pero nos dimos cuenta que podíamos hacer más que eso, y con el personaje ayudar a la gente. Hace dos meses hicimos un evento llamado 'Un autógrafo por un kilo de ayuda', en Chiapas, en donde juntamos más de 400 kilos de alimentos para la gente a cambio de un autógrafo", comentó.

Sin embargo, en la velada del fin de semana en el Coliseo de Los Ángeles, a la que asistieron unas 5.000 personas, de poco le valió su carácter bondadoso a La Parka.

Los miembros de Psycho Circus, una especie de payasos enmascarados, le propinaron un ilegal martinete (una llave donde lanzan a luchador sobre su propia cabeza) que lo sacó de la pelea antes de entrar en ella.

Fue retirado en camilla, en una demostración de que la lucha tiene mucho de coreografía pero es un espectáculo altamente riesgoso.

Y aunque los padres de familia dicen preocuparse por el mensaje que estos gladiadores modernos y su actividad le envían a los niños, también aceptan que es un juego de simulacro y acuden masivamente con sus pequeños al show.

"(Hay que) recordarles todo tiempo que es un deporte como cualquier otro y (lo importante) es el amor que uno les dé y que no haya violencia en la casa", afirmó Mariana Hernández, una madre a la que le gusta la lucha libre.

"A mi hijo de 7 años le encanta, el sabe que es un deporte, que no se pegan de verdad y creo que no le afectó ni le dio miedo", añadió Mariana quien vino al evento con su mamá, un amigo de la familia y sus dos hijos.

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