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¿Por qué no legalizan la coca de una vez?

México se está desangrando y la crisis económica parece estarlo tapando.Cuando Colombia se estaba desangrando por la guerra entre carteles, yo percibía que el…

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“Colombia… coca”, me decían cuando viajaba al exterior. A veces mejoraba y me decían “Colombia, coca, Pibe”. Lástima que ya no tenemos un jugador de fútbol con un pelero tan ilustre como el de Valderrama.

Ya no me dicen nada cuando viajo, pero mi país sigue siendo el primer productor de coca, con casi 100 mil hectáreas del cultivo.

Sin embargo, México sí está por desbancarnos en la narcoviolencia, y esos son palabras mayores.

Me preocupa que allí está pasando lo mismo que en Colombia cuando explotaban bombas en centros comerciales, calles, oficinas gubernamentales…

Los narcos mexicanos, como los colombianos en los años noventa, le perdieron el respecto a la población civil.

Hace unos días a siete niños no les sirvió esconderse debajo de las camas o de los árboles. Hombres armados los encontraron, los acribillaron –algunos con un tiro en la cabeza– junto con cinco adultos en Tabasco, estado antes pacífico y ahora con la presencia del Cartel del Golfo.

Hace no menos se conoció al “Pozolero”, un siniestro personaje a cargo de disolver cadáveres de la guerra entre narcos, quien confesó haber desintegrado a más de 200.

Conversando con un vecino estadounidense, culto, sobre mi día de trabajo, le conté la situación de guerra que vive México.

Lo sorprendí porque parecía narrándole una película… me sorprendió porque no tenía ni idea de lo que pasaba en el vecino país.

No sabía que el presidente mexicano está que pide a gritos a Estados Unidos que controle el tráfico de unas 2.000 armas diarias con las que los narco-sicarios combaten al Ejército mexicano, fuerza que a su vez trata de combatir el crimen organizado y calmar las protestas callejeras que los acusa de abusos.

No tuve que avergonzar a mi vecino para saber que desconocía que Felipe Calderón es el presidente mexicano, porque a él tampoco le sonaba familiar Ciudad Juárez.

¡Ciudad Juárez!, si ya es célebre. Esta localidad fronteriza con EEUU ya retumba más que Medellín y sus sicarios con escapularios, esos legendarios personajes que se persignaban antes de encender la motocicleta del recorrido de muerte, con lista en mano y sueldo de algún capo colombiano.

Entre los más recientes muertos de Ciudad Juárez está el jefe de Policía, pero hay también militares, fiscales, concejales… Fueron unos 5.600 los muertos del narcotráfico en el 2008 en México, 1.600 de ellos en esta ciudad de Chihuahua.

México se está pareciendo mucho a Colombia en la época dura de la violencia por narcotráfico.

Recuerdo estar hastiada de la zozobra por las bombas; del zar anti-drogas de turno, el general Barry McCaffrey; de la represiva política antinarcóticos estadounidense, y del párrafo de cajón de los medios extranjeros en cada noticia sobre narcotráfico: “Colombia, después de Israel y Egipto (ahora percibo que es Irak) es la nación que más ayuda recibe de EEUU para el Plan Colombia contra las drogas”.

Irónico que mientras a EEUU le cuesta unos 1.500 millones de dólares anuales mantener en las cárceles a más de 700 mil presos , en su mayoría por uso y posesión de marihuana, el Plan Colombia o el Mérida (la versión mexicana) no reciben ni una tercera parte de esto.

Sin embargo, en esa época lo que más me disgustaba después de los muertos, era el odioso proceso de “certificación” por el cual Estados Unidos calificaba la lucha de Colombia contra las drogas y, por supuesto, nos “des-certificaba” moralmente.

Los mexicanos se van a acostumbrar a nuestra frase de cajón: “Y el consumo qué, la demanda qué, quién los controla?”

Me acuerdo que un desconocido me dijo al respecto en un avión: “Yo no se por qué molestan tanto con los colombianos si son los mayores exportadores de felicidad”.

Sonreí y le dije lo que acostumbro: “Estoy totalmente a favor de la legalización de la droga. Alguien que la quiera la consigue fácil y si es necesario hasta le vende el alma al diablo para hacerlo. La diferencia es que Colombia no va a poner más los muertos”.

¿Que se va a disparar el consumo? dirán los conservadores. Pues ya está disparado, y desde hace rato.

A ver si por fin los países consumidores de cocaína y heroína cambian el comportamiento moral hipócrita y el paradigma de una política represiva que no ha funcionado, y se enfocan por fin en uno social y educativo que fortalezca el núcleo familiar.