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Hay trampas más grandes que proseguir

La historia de la Gran Carpa está repleta de escándalos. La trampa de las Medias Negras en donde varios miembros de la novena de los Medias Blancas se…

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La trampa por la que Bobby Thomson conectó el jonrón que le dio a los Gigantes el banderín de la Liga Nacional en 1951, salió a luz hasta el 2001.

La historia de la Gran Carpa está repleta de escándalos. La trampa de las Medias Negras en donde varios miembros de la novena de los Medias Blancas se vendieron para que los Rojos de Cincinnati ganasen la Serie Mundial del 1918 es el caso más celebre en el béisbol pero no es el único. Hay tantos que varios libros se han escrito sobre el problema.

La historia de la trampa tampoco está limitada a situaciones en que peloteros tienen enlaces con las manos negras del mundo de las apuestas.

El robo de señales del pitcher al catcher ha sido una de las situaciones donde la mayoría de las trampas han transcurrido.

Uno de las trampas más famosas en el robo de señales ocurrió en Filadelfia el 17 de septiembre de 1900 durante un partido entre los Rojos y los Phillies. De acuerdo a Paul Dikerson, autor del libro The Hidden Language of Baseball, los jugadores de Cincinnati se dieron cuenta de que el coach de tercera de Filadelfia, Pearce Chiles, estaba plantando el pie de una manera rara dentro de la caja del coach de tercera. El campo corto de los Rojos, Tommy Corcoran, de repente, mientras se jugaba el tercer episodio del desafío, corrió hacia donde estaba pisando Chiles y empezó a escarbar. Los fanáticos creían que el paracorto de los Rojos se había vuelto loco. Corcoran encontró lo que buscaba, una caja con un timbre conectado a una máquina de telégrafo por medio de un alambre enterrado. El transmisor era operado por un cómplice ubicado más allá de la verja del jardín central quien usaba binoculares para observar las señales del catcher. Los Phillies negaron la trampa y dijeron que la caja y el alambre eran parte de un sistema de alumbre que dejó enterrado los operadores de un carnaval que habían usado el terreno ese año.

Otra trampa celebre fue la que ayudó a Bobby Thomson a conectar el jonrón que le dio a los Gigantes el banderín de la Liga Nacional en 1951. El bambinazo fue facilitado gracias a un sistema en que los Gigantes tenían a una persona ubicada en el centerfield con binoculares robándole las señales al catcher y pasándole la información al bateador por medio del apagar y el prender de una bombilla en la pizarra. Si la bombilla estaba encendida entonces venía lanzamiento rompiente. Si no, venía recta. El uso del sistema y el empañamiento del logro de Thomson y los Gigantes no salió a luz hasta el 2001 cuando lo reveló el Wall Street Journal.

No obstante la revelación del uso de dicho sistema por los Gigantes nunca se ha propuesto ponerle un asterisco al logro del equipo o de Thomson. Lo mismo se puede decir de los numeritos producidos con la asistencia de otras trampas en la historia.

Consecuentemente, los logros de los beisbolistas Alex Rodríguez, Barry Bonds y los demás también estarán libres de asteriscos.

Los fanáticos, especialmente los del los Phillies, debemos de disfrutar la temporada que se avecina y no darle casco a los malestares en las Mayores que ocurrieron en el pasado. El 2009 tiene el potencial de ser tan fabuloso como el del 2008.

Utilicemos nuestra rabia y energía en contra de los tramposos y mentirosos para combatir tramposos y mentiroso más grandes: los que causaron la crisis económica y la guerras en el Medio Oriente que nos acosan.