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Curtis: un maravilloso secreto

Muchos no saben que es una de las escuelas de música de más impacto al nivel mundial.

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Roberto Díaz es un violista graduado del Curtis.

Roberto Díaz, director del Instituto de Música Curtis—la escuela más selecta de música en el país—, nació en Chile y emigró a Estados Unidos para hacerse músico. No hace mucho se hizo ciudadano de este país y fue justo en la ceremonia en donde se dio cuenta que lo que se hace en su selecta escuela no dista mucho de lo que pasa en la vida nacional: se sale adelante a base de las distintas influencias que traen consigo los inmigrantes. Díaz conversó con AL DÍA de esto y otras cosas.

¿Por qué es tan selectivo el Instituto de Música Curtis?

El Instituto Curtis de Música es la escuela más difícil en Estados Unidos para ser admitido. Es mas difícil que entrar a Harvard, a Yale, Princeton o cualquier escuela de música.  El número de estudiantes es muy especifico. Son 165 estudiantes que componen una sinfonía de 100 estudiantes, un departamento de piano, un departamento de opera, conductores y compositores. Para que alguien sea admitido tiene que haber una vacante en esa disciplina. Si se gradúa un chelista, hay una posición para un chelista el año que entra y hacemos audiciones para esa posición. Por eso es increíblemente difícil, y un periodo muy estresante para los solicitantes. Muchos de los más conocidos solitas de la actualidad han pasado por Curtis; por ejemplo Juan Diego Flores, el tenor peruano se graduó algunos años atrás. La élite de súper estrellas de la música clásica. Te puedes imaginar que el deseo de músicos jóvenes de ser admitidos en Curtis es increíble y no es raro que tengamos a 200 pianistas compitiendo por tres lugares. La competencia es muy intensa.

Tenemos 95 miembros de personal docente, y son personas dentro de las élites de la música clásica, historias legendarias de la orquesta de Philadelphia y muchos de ellos graduados de Curtis.

¿Cómo dar conocer el Instituto entre los latinos?

Tengo que ser honesto. Cuando llegué a Curtis como director hace dos años y medio, una de las cosas que hablamos fue el hecho de que la escuela era un “secreto maravilloso”. Personas que están muy involucradas en la música saben de Curtis y había una actitud de aceptación ante esto porque pensaban que es una escuela muy exclusiva y si la gente no sabe de nosotros está bien. Pero creo que tenemos  que aceptar que para hacer la música clásica accesible se tiene que dar a conocer. Pienso que para ser importantes no sólo en la comunidad hispana pero en la comunidad en general tenemos que exponernos más. Tenemos una serie de conciertos llamados ‘conciertos familiares PECO’. Son para padres y niños pequeños, los precios son muy accesibles y nuestros estudiantes producen por completo los conciertos y han tenido mucho éxito. Pudiéramos hacer uno de estos cada fin de semana y tendríamos un lleno total. Lamentablemente los estudiantes no tienen el tiempo para hacer un concierto cada fin de semana. Pero son muy buenos porque los niños acuden y tienen la oportunidad de tocar instrumentos y escuchar las historias de Robin Hood o de Pedro y el lobo, es algo muy interactivo.

¿Cuántos latinos han pasado por Curtis en sus 85 años?

Muchísimos. Creo que la música clásica como la conocemos ha empezado a cambiar en Latinoamérica. Por ejemplo, el Sistema en Venezuela. Ahora hemos empezado a ver súper estrellas como Gustavo Dudamel. Son personas que están dando atención a la música clásica. Cuando crecí en Santiago estudié música clásica pero nunca tuvimos una orquesta juvenil. Ahora en Chile hay casi 1.000 orquestas juveniles. Hemos tenido muchos alumnos de Latinoamérica, pero apenas se está empezando a desarrollar. No es como Europa en donde ha habido una tradición de música clásica por cientos de años. Pero está realmente empezando a ser más importante.

¿De dónde viene la mayoría de los estudiantes del Curtis?

Yo diría que la mitad de nuestros alumnos viene de Norteamérica, de Estados Unidos y Canadá, después de eso, es Corea, también China lo está alcanzando cada año; la música clásica a florecido increíblemente en China. Ciertamente tener a alguien como Yo Yo Ma ha sido grandioso. También está Lang Lang, el famoso pianista que se graduó de Curtis. Se necesitan personalidades como esas para generar interés, voy a China ocasionalmente para dar conciertos y hago recitales y todo eso ayuda y facilita el interés de la gente a venir a estudiar a Philadelphia.

¿Afecta la crisis las becas que reciben los estudiantes?

Son tiempos difíciles. En Curtis estamos haciendo todo lo que se pueda para que eso no cambie. Estamos comprometidos con el hecho de que para que las cosas sigan como hasta ahora, con becas del 100 por ciento, hay ciertas cosas que no deben cambiar, como la póliza de la colegiatura que es parte de la historia del instituto.

¿De dónde sacan fondos para mantener abierto el Instituto?

Tenemos un patrocinio y usamos estas donaciones para administrar nuestro presupuesto anual. Tenemos un fondo anual que nos da la diferencia entre el patrocinio y nuestro presupuesto anual. Tratamos de incrementar el patrocinio. ¿Es más difícil de lo que era hace un año? Claro, todo el mundo lo está sintiendo. La cosa con nosotros es que no podemos decir vamos a cobrar más colegiatura. No tenemos esa opción.

¿Cómo describe la escena de la música clásica local?

Pues sólo tienes que pensar en la Orquesta de Philadelphia. Es una de las orquestas legendarias en este país. La orquesta de Philadelphia tiene 105 años de antigüedad, tiene una historia como muy pocas. Cuando tienes una orquesta como esta y al mismo tiempo tienes una escuela de música como Curtis, el escenario de la música clásica en Phialdelphia ha sido reconocida alrededor del mundo por muchos años.

¿Qué relevancia tiene la música clásica para la gente?

La música, y no la música clásica, sino la música en general, nos afecta a todos. Cada quien tiene sus preferencias, pero la música nos comunica a todos de alguna forma. Entonces es algo muy importante. Uno puede viajar por todo el mundo y de repente se encuentra en un país donde no puede entender ni una palabra pero uno se pone a tocar un concierto y viene la gente a escuchar música de cámara, o una orquesta o una opera y hay una comunicación de que no pasa de otra forma. Es algo importante de una manera muy básica. Yo soy de la opinión que una educación musical para un niño, abre ciertas cosas que no pasan con otras disciplinas.

¿Cómo ayuda la música a entender la inmigración?

Es un lenguaje que no tiene fronteras, comunica a la gente de todas partes del mundo. Se puede decir que en Estados Unidos todos somos inmigrantes, no sólo los que nacieron en otro lado y terminaron viviendo aquí. Musicalmente es muy interesante por esa razón, porque hay gente de todo el mundo. Lo que yo trato de hacer en Curtis cuando estoy buscando nuevos profesores es tratar de poner a un nuevo profesor que trae algo completamente diferente. Puede ser la cultura,  la educación o la manera de pensar; porque eso es lo que estamos tratando de hacer: que una escuela pequeña como Curtis sea un ‘melting pot’ (crisol). Y lo que yo he tratado de hacer y a lo mejor es porque soy de otra parte, es demostrar lo importante que es tener influencia de otras partes del mundo. Nuestros estudiantes van a ser ciudadanos musicales del mundo. Cuando me hicieron ciudadano de Estados Unidos me pidieron que dijera unas palabras en la ceremonia y se me ocurrió en el momento hacer una comparación paralela entre lo que estamos haciendo en Curtis y la vida de una persona inmigrante en Estados Unidos.

¿Cómo pueden los niños de los barrios ingresar al Curtis?

Lo que nosotros estamos tratando de hacer es que los niños de todas partes en Philadelphia o en las afueras tengan la posibilidad de tener contacto con la música clásica. Pienso que eso es el principio y lo más importante porque cuando tienen esta conexión y acercamiento ahí empieza todo. A veces escuchan una orquesta y alguien dice: me gustan los tambores y el violín, para mí es de que los niños jóvenes tengan la posibilidad de escuchar algo y para eso no importa en donde vivan, es cosa de poder traerlos. Lo interesante es que cuando yo tocaba en la orquesta de Philadelphia o Boston o Washington, hacíamos muchos conciertos para jóvenes. Es una cosa para un joven ir a concierto y ver a alguien de la edad de su abuelo tocar el violín y es otra cosa ir a un concierto y ver a un joven tocando el violín, es un impacto completamente diferente.   Y eso le da la posibilidad  de pensar “¿qué pasaría si yo tocara un instrumento?”