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Juan Diego también tiene sus fieles

Fervor guadalupano va más allá de la virgen.

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San Juan Diego es honrado en dos capillas de Texas.

Con lágrimas en los ojos como aquel que busca desesperadamente el consuelo divino, Manuel Cantú inclinaba la cabeza mientras apretaba el viejo y usado rosario que alguna vez le regalara su madre hace unos 45 años el día de su boda.

Arrodillado durante la misa dominical en la capilla de San Juan Diego, en voz baja Cantú pedía por el alivio de su hijo diagnosticado con cáncer terminal.

“Es una bendición tener una capilla para nuestra comunidad, ya que las demás iglesias están muy lejos y pues aunque está pequeñita, es suficientemente grande para la fe que tenemos hacia la Virgen de Guadalupe”, dijo Cantú.

Cantú alzaba su mirada hacia aquella pintura al óleo de casi 15 pies de largo donde la figura sencilla y de tez morena del indio Juan Diego cuelga frente al altar principal de la capilla construida en 1997 por la Diócesis de Brownsville en el área de Southmost, uno de los vecindarios ubicados al sureste de Brownsville, en el condado de Cameron (TX).

De acuerdo con la Iglesia Católica ésta es la primera capilla en honor al indio Juan Diego en el punto más al sur de Texas, que hasta el momento cuenta con otra iglesia en su honor en la ciudad de McAllen.

La importancia de la veneración hacia Juan Diego Cuauhtlatoatzinse remite a la leyenda que cuenta que la Guadalupana hizo su aparición en 1531 en el cerro del Tepeyac, en la capital mexicana, frente a los ojos del indio   (santificado en el 2002).

Ese consuelo espiritual encontrado en la pequeña capilla por Cantú y los  más de 1.553 residentes que viven en las cuatro subdivisiones cercanas a la misma fue posible gracias a que los vecinos y representantes de la Iglesia Católica en Brownsville unieron sus esfuerzos para construirla como muestra de fe incondicional al testigo del milagro guadalupano.

“La idea de construir una iglesia surgió como parte de la necesidad que existía en la comunidad de un recinto así, y luego de los problemas de la inundación que sufrimos en 1994. La gente necesitaba no sólo un refugio material sino también espiritual”, dijo el líder comunitario Luis Almazan, residente de Southmost.

En 1997 la capilla fue un hecho cuando la Diócesis recibió unos $170 mil de diversas organizaciones católicas y compañías privadas para la compra de los 13 acres.

“Juan Diego es como un Moisés para nosotros dentro de la Iglesia, ya que fue el mensajero de la Guadalupana, ya que su humildad y su fe hicieron posible la petición de la Virgen, la de construir una iglesia y bajo ese hilo de pensamientos dimos el título de Juan Diego de Guadalupe a nuestra parroquia”, dijo Raymundo Peña, obispo de dicha Diócesis.

A una hora y media, en McAllen, Carlos Zúñiga padre de la Iglesia de San Juan Diego Cuauhtlatoatzi, fundada hace seis años, manifestó que honrar con una iglesia al indio Juan Diego representa el claro amor a la Virgen de Guadalupe.

“Es una muestra de fe, ya que a través de Juan Diego nuestra Madre nos dejó su auto retrato, ya que a pesar que no podemos ver a Dios, pero en la tilma de Juan Diego podemos ver a nuestra Madre y conocer su mensaje”, comentó Zúñiga.

Añadió que “el mensaje para estos tiempos debe de estar lleno de fe y perseverancia y olvidarnos del materialismo que representan estos días festivos. Es un mensaje a no perder la esperanza a Dios hacia algo mejor”, concluyó.