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La audacia de la esperanza: Sí se puede

¡Qué bien tenerlos de vuelta, Estados Unidos de América!

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En la víspera del 4 de noviembre de 2008, los Estados Unidos ya no necesitaban hablar sobre la audacia de la esperanza.  En vez, con la elección de Barack Obama, nuestro país habló sobre el poder y renacimiento de la esperanza.  En las palabras de una mujer de Italia; “Su país ha renovado todo lo que es posible.  ¡Qué bien tenerlos de vuelta, Estados Unidos de América!”

Con el renacimiento de la esperanza llega el renacimiento de oportunidades en el espectro de la inmigración.  ¿Veremos cambios inmediatos en nuestras leyes de inmigración, como la de la amnistía?  Por supuesto que no.  Esta es un área demasiado cargada como para que cualquier gobierno nuevo (o viejo) empiece a atacar.  ¿Veremos, sin embargo, cambios positivos en el futuro cercano? Sí, ya que las posibilidades bajo el gobierno de Obama, que llegó al poder por el respaldo de los electores hispanos (entre muchos otros, por supuesto) son interminables.

Primero, sin embargo, veremos el fin del mensaje del antiguo régimen de la política de “únicamente observancia” y de la agitación del odio al etiquetar a todos los latinos como inmigrantes ilegales y violadores de la ley.  La diversidad será entendida y respetada en vez de temida.  Un Estados Unidos de múltiples colores y múltiples culturas postrará sus ojos sobre el mundo con una nueva mirada y avanzará con el mensaje transmitido hace tiempo por Bill Clinton: todos somos iguales, salvo por una diminuta diferencia en nuestro ADN.

El nuevo gobierno primero abordará la economía.  Un elemento esencial en un paquete económico es entender que las pequeñas empresas, muchas dirigidas por inmigrantes, constituyen la fuerza impulsadora de una economía fuerte.  También en este paquete económico es esencial entender que al mantener la cuota actual tanto para los números de visa para profesionales no inmigrantes e inmigrantes en sus niveles actuales, hombres y mujeres talentosos, muchos de los cuales han sido capacitados en nuestras universidades estadounidenses, se verán obligados a volver a casa y establecer allí sus negocios.

A menos y hasta que estas cuotas de inmigración sean ajustadas para reflejar nuestras necesidades, el próximo Bill Gates de nacimiento indio, chino o colombiano creará miles de empleos no en los EE.UU. sino en los países competidores.  Los futuros científicos nacidos en el exterior ayudarán a los EE.UU. a desarrollar la “nueva industria de la Informática”, tecnología energética, como nos recuerda Thomas Friedman, debe mantenerse en los EE.UU. para que esta nueva industrial pueda “alimentar” el nuevo crecimiento económico de los EE.UU.El gobierno de Obama comprende bien el asunto de la inmigración; esperemos que avance reflexiva y rápidamente al ponerle fin a las redadas de inmigración y, en vez, aumentar la inmigración legal que será de beneficio para nuestra economía.

La noche del martes le pone fin a ocho años de odio y oscuridad.  En la víspera del 4 de noviembre de 2008, los EE.UU. han estado presentes con nuevas oportunidades, nuevas posibilidades.  El presidente electo Obama será juzgado severamente conforme va tras estas nuevas oportunidades, pero también nosotros, los estadounidenses, lo seremos.

Quizá ahora el taxista que habla español en el aeropuerto en Madrid, que exigió saber por qué nosotros, los estadounidenses, no habíamos echado a un gobierno que nos había engañado cuando sus paisanos acababan de echar a su presidente por esa misma razón, ahora nos abordará con un renovado respeto.

Es nuestro trabajo, como nación, mostrarle al mundo cómo los EE.UU. respetan y tratan a sus inmigrantes en estos tiempos de esperanza renovada y expectativas renovadas.  La tarea conjunta y quizá quijotesca de reconstruir los EE.UU. empieza hoy, pero empieza tanto con júbilo como con esperanza.

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