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Las tarjetas o cartas de los nietos pueden alegrar el día al abuelo

Es callado, lee su periódico todos los días mientras come sus cereales y toma una taza de café. Sale a caminar a media mañana con su perro Oliver. Mira ESPN,…

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A menos que uno lo conozca u observe el brillo de sus ojos cuando ve a los nietos aparecer por la puerta, uno no se daría cuenta de la inmensa alegría que le provoca su visita. Cómo espera ansiosamente los abrazos y las novedades de la vida escolar, del moretón que tienen en la rodilla o del diente que se les cayó esa semana. Cómo disfruta de las visitas guiadas por el jardín en busca de insectos y piedras o de alguna criatura espacial que todavía no se descubrió. Cómo le gustan los grititos y alaridos, así como el ruido sordo de los piecitos que corretean por la casa en esas constantes disparadas que los llevan a ningún lugar en particular, pero que son necesarias para llegar más rápido.

Pregunte a cualquier abuelo. Lo único que se aproxima a la tremenda felicidad de ver que llega un coche con los nietos saludando desde el asiento trasero es recibir una carta de esos nietos. Las cartas los conectan. Llenan un vacío con permanencia, festejos de partidos de béisbol y recitales artísticos, dibujos espectaculares (¿Qué será ESO?) para poner en la puerta del refrigerador y hasta libretas de calificaciones para mostrar y celebrar con todo el grupo de orgullosos adultos.

Una de las mejores cosas de las tarjetas y cartas es que vienen con repetición instantánea sin ningún gasto extra. Se las puede leer y releer y volver a leer mientras uno se hace la idea de cómo fue la primera jugada, de las lágrimas derramadas por la mascota que se perdió y de la alegría que provocaron las visitas durante las vacaciones de verano, mucho tiempo después de haber pasado varios semestres en universidades lejanas y empezado a vivir una nueva vida a gran distancia.

Este fin de semana siéntese con su hijo o hija y escriban una carta para el abuelo. Compartan las aventuras de la semana pasada. Los niños pueden practicar escritura y caligrafía, a la vez que hacen algo para alegrar el día al abuelo. Además si les enseña a escribir cartas ahora, es probable que algún día le escriban una carta, o dos, a usted también.

Algo más… No se olviden de la abuela. A ella también le gusta recibir noticias de los nietos. 

Vuelva a descubrir el discreto placer de las cartas 

En los años 60, mucha gente encendía un aparato y dejaba de prestar atención a lo que sucedía a su alrededor. Hoy en día estamos tan sintonizados que actuamos como si fuéramos aparatos inalámbricos y sistemas de navegación que funcionan 24-7. Munidos de celulares, Blackberries, iPods, radios satelitales y mensajes instantáneos, nunca antes habíamos estado tan conectados… o tan abrumados.

En este ritmo caótico de la vida cotidiana, con su interminable lluvia meteórica de información, comentarios y ruidos, cada vez más gente vuelve a descubrir el discreto placer de enviar y recibir tarjetas y cartas.

Las cartas sirven para crear momentos especiales. Las alegrías quedan registradas, se comparten y se saborean más. Los problemas se esfuman, o al menos adquieren otra perspectiva, cuando se vuelcan al papel y se comparten con la familia o los amigos por correo. Cuando uno se sienta a escribirle a un amigo, uno nunca está solo.

El hecho de tomarse el tiempo de escribir una carta significa mucho para quien la recibe. Al detenerse a pensar en un amigo o ser querido, a rememorar momentos y experiencias y a volcar esos pensamientos y emociones en un papel, los sentimientos cobran vida tanto para quien escribe la carta como para quien la lee. Y cuando las flores se han marchitado, los chocolates se han convertido en libras de más, los mensajes instantáneos y electrónicos se han borrado, y las conversaciones telefónicas hayan caído en el olvido, las cartas de amor y los mensajes de amistad y consuelo quedan para ser leídos y apreciados una y otra vez.

Desenchufe. Apague. Deténgase por un momento o dos. Quítese los auriculares. ¿Reconoce ese sonido? Se llama silencio. ¿Lindo, no? Disfrute del momento. Luego compártalo con un amigo o ser querido y transmita lo que siente. Escriba una carta. Demuéstreles su cariño de una manera personal y perdurable.