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Mafia, cara a cara contra el Ejército en México

Institución castrense soporta la mayoría del peso en la lucha antidroga en Mexico.

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A los señores mexicanos de la droga "les duele" el Ejército, la primera y cada vez más frontal línea de defensa del Estado contra la violencia de los carteles del narcotráfico, coincidieron hoy varios analistas consultados por Efe.

Así se explican los violentos enfrentamientos librados esta semana por militares y sicarios con armas de grueso calibre en el desértico estado norteño de Chihuahua, bajo la nueve. El resultado: 14 pistoleros, seis civiles y un soldado muertos.

El Ejército siguió la pista al comando, que acababa de "levantar" a nueve personas, lo que en la jerga delictiva significa secuestrar para habitualmente asesinar a las víctimas sin pedir rescate, como un ajuste de cuentas, y entabló varios tiroteos en una carretera próxima a Ciudad Juárez.

Ante las limitaciones de los cuerpos policiales locales, poco preparados o infiltrados por el narcotráfico, y una policía federal que se capacita a marchas forzadas, la institución castrense soporta la mayoría del peso en la lucha antidroga.

El Ejército se recupera aún de los últimos golpes que le asestó el narcotráfico: la decapitación en diciembre de ocho soldados, secuestrados en su día de descanso y el asesinato este mes del general retirado Mauro Enrique Tello Quiñones.

"La muerte de Tello es un desafío al Ejército y a sus mandos, es el militar de más alto rango asesinado, con 46 años de antigüedad y una carrera en las áreas de inteligencia y lucha contra el narcotráfico", dijo a Efe el columnista Jorge Fernández Menéndez.

El general fue torturado y asesinado en Cancún (Caribe mexicano) con la presunta connivencia del jefe de la policía local, Francisco Velasco, alias "El Vikingo", al que se considera aliado a "Los Zetas", grupo de sicarios al servicio del cártel de Golfo.

Con éste son cinco los principales cárteles mexicanos: están además los de Sinaloa, Tijuana, Juárez, El Golfo y La Familia. Esta semana han sido veinte los sicarios detenidos.

Los últimos días se vivieron también fuertes protestas civiles contra el Ejército en el estado de Nuevo León, fronterizo con EE.UU., que Fernández Menéndez, al igual que gran parte de la prensa del país, consideran pagadas por el narcotráfico.

El jefe del operativo policial contra esas manifestaciones callejeras fue asesinado este jueves, presuntamente por sicarios.

De diciembre de 2006 al fin de 2008, el narcotráfico ha acabado con la vida de 10.500 personas en México, según la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). En su mayoría, sicarios de cárteles rivales, pero también civiles y unos 500 policías y soldados.

En lo que va de 2009, el diario El Universal fija ya las muertes en 795. "Viene un pico de violencia inevitable, sobre todo de aquí al periodo electoral", pues el 5 de julio habrá elecciones legislativas y locales, apuntó Fernández Menéndez.

Según Ricardo Ravelo, reportero experto en temas de narcotráfico, la guerra que vive México no es sólo la que enfrenta entre sí a los señores de la droga por el mercado, sino también la que estos mantienen contra un Gobierno decidido a acabar con ellos.

"Ha habido reuniones entre cárteles para acordar estrategias, lo que ocurre es que son acuerdos o negociaciones muy endebles que por diversas razones se rompen", agregó el periodista, de la prestigiosa revista de investigación Proceso.

A este respecto, Ravelo citó información difundida en 2008 por la Agencia Estadounidense Antidrogas (DEA) sobre reuniones entre representantes del cártel de Sinaloa y "Los Zetas".

"Ni los jefes de los cárteles se pueden poner de acuerdo ni el Gobierno ha podido frenar la violencia, por lo que en el guión de la guerra no está exenta la negociación", apuntó Ravelo.

Para el experto, el gran fallo del Gobierno es no atacar el aspecto financiero del problema.

"A lo largo y lo ancho del país florecen los patrimonios del 'narco', porque no se les toca, y esto permite que los cárteles sigan gozando de facilidades para recapitalizarse y dotarse de infraestructura, como armamento".

En los dos primeros años de gestión del presidente Felipe Calderón, las autoridades se han incautado de 28.000 armas, en su gran mayoría introducidas de forma ilegal desde Estados Unidos.

Muchas de ellas son de alto poder -el arma habitual de los sicarios es el rife de asalto AK-47, al que llaman "cuerno de chivo".