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Inmigrante sobrevive a ataque en Shenandoah

Hay versiones confusas y miedo entre los hispanos de este pueblo de Pensilvania.

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En esta avenida céntrica de Shenandoah fue presuntamente retenido el mexicano Javier Alcalá. Foto:David Cruz/AL DÍA

Desconocidos retuvieron, golpearon y abandonaron a su suerte a un inmigrante mexicano en Shenandoah, en un incidente que alimenta más el miedo de los hispanos de ese pueblo y que deja varios interrogantes.Lo único claro es que la Policía ya arrestó a dos personas por su supuesta participación en el hecho.

En ese mismo poblado a dos horas al norte de Filadelfia fue donde Luis Eduardo Ramírez Zavala murió el pasado 14 de julio luego de la golpiza que presuntamente le propinaron cuatro adolescentes blancos que ya enfrentan cargos.

En esta ocasión la víctima fue el mexicano Javier “Chuy” Alcalá, de 21 años, quien, de acuerdo con versiones de personas que supuestamente hablaron con él, fue atacado por la espalda cuando caminaba rumbo a su casa a las 5 de la mañana cerca de las calles Centre y West, en el centro del pueblo, la madrugada del pasado 13 de septiembre.

Sin embargo, la Policía, en información divulgada a otros medios —a AL DÍA se le dijo que no había reportes del incidente— asegura que Alcalá primero dio esa versión y luego contó que una mujer lo atrajo con engaños al interior de una casa y ahí tres sujetos lo golpearon, lo amordazaron y lo amenazaron.

Para una de las personas que vio al afectado en el hospital, lo que dice la Policía en su reporte es mentira, ya que asegura que Alcalá fue intimidado por las autoridades.

“Él dijo que no quería problemas porque tenía miedo que lo mataran”, dijo una fuente cercana que pidió se guardara su identidad por miedo a represalias.

Relató que Alcalá le dijo que luego de que lo golpearon en la cabeza, lo amordazaron con cinta adhesiva y lo subieron a un vehículo.

“El oía que estaban hablando en inglés y dijo que había un walkie-talkie, que alguien hablaba por un walkie-talkie (sic)”, dijo. “Cuando le pregunté qué escuchó, qué entendió, él me dijo que habían dicho que ‘todos los mexicanos se van a tener que ir’”.

Dijo que mientras esto pasaba, los sujetos lo golpeaban y que le dejaron la cara muy lastimada.

“Después lo tiraron del carro en un sitio y de ahí caminó hacia la casa en que lo ayudaron”, dijo.

Otra persona que lo quiso ayudar y que le insistió que presentara una queja ante la Comisión de Relaciones Humanas de Pensilvania, dijo que el inmigrante “se negó a hacerlo porque estaba muy asustado”.

“Al decirle el policía que tenía que cambiar su versión, se asustó demasiado y se preparó para irse [de Shenandoah] porque tenía mucho miedo”, dijo esta persona que también teme a posibles represalias.

Esta fuente agregó que Alcalá presentaba una fractura en la mano derecha, una herida en la cabeza que necesitó cinco grapas, dientes rotos, golpes en las piernas y en otras partes del cuerpo.

A pesar de que todos creían que él se había ido del pueblo, versiones posteriores indicaron que Alcalá se encontraba aún en la localidad y que había comparecido ya ante las autoridades.

La mañana del 17 de septiembre, casi una semana después de la agresión, la Policía informó del arresto de Elizabeth Iacobucci, de 36 años, de Shenandoah, y Michael Bubnis, de 48, de Mahony City, involucrados en el caso y quienes comparecieron ante el juez de distrito James Reilly.

A Iacobucci se le acusa de conspiración, secuestro, retención ilegal, asalto agravado, asalto simple, amenazas terroristas, de poner en peligro de manera imprudente la vida de una persona y acoso.

Bubnis es acusado de dificultar una detención o acción judicial.
No está claro aún si la Policía busca a más sospechosos.

Gladys Limón, abogada del Fondo Mexico-Estadounidense para la Educación y Defensa Legal (MALDEF), quien habló con Alcalá, dijo que las versiones de estas fuentes anónimas coinciden con la de la víctima.

Se mostró alarmada de que la Policía tomó las huellas dactilares de Alcalá. “Se trata de una víctima no un criminal”.

Agregó que se ha comunicado con  autoridades federales como el FBI y el Departamento de Justicia para que vigilen el caso.

Por su parte, la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC) calificó este hecho como una “atrocidad” más ocurrida en aquel poblado, luego de que el mexicano Ramírez Zavala fuera golpeado el pasado 12 de julio y muriera dos días después de la golpiza a manos de varios estudiantes.

Agregó que enviará representantes a la localidad para que se encuentren con autoridades y miembros de la comunidad, además de hacer un llamado a la oficina del Fiscal Federal para que revise de cerca las investigaciones.

"Estamos tratando de determinar qué fue lo que verdaderamente ocurrió", dijo Brent Wilkes, director ejecutivo nacional de LULAC. "En este momento no sabemos si el ataque fue provocado por el odio o por cualquier otro factor".

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