Con la declarada misión de “proteger a los estadounidenses contra… la entrada de terroristas y otros criminales que buscan cruzar nuestras fronteras” ICE logró su tercera más grande redada junto con aquellas que ejecutó en Iowa y en Texas y está mostrando sus grandes méritos utilizando los $2.300 millones de dólares presupuestados para “Operaciones de detención y expulsión” en el 2008.

Los 600 presuntos “terroristas y otros criminales” trabajaban para Howard Industries que emplea cerca de 4.000 trabajadores en el pequeño pueblo de Laurel en Misisipi.  Lo que ganaban estos inmigrantes promediaba $18.000 anuales según un periódico local de Laurel, lo cual parece un alto ingreso para trabajadores en Latinoamérica, pero que apenas supera la línea federal de pobreza en Estados Unidos, donde solo los gastos de alimentación para una familia en un año bordea los  $4.000.

La lista de detenidos incluye a 106 individuos identificados como “elegibles para alternativas a la detención por consideraciones humanitarias”, lo que significa que se les pondrá un grillete electrónico para monitorearlos, tal como los que llevan las madres que fueron detenidas en Norristown (Pensilvania) hace menos de un mes. 

Para sumar a su imagen humanitaria y nada prejuiciada ICE se vale de una portavoz hispana cuyo nombre es Bárbara González.
Inscrita por años en el programa federal de verificación de documentos para detectar a empleados con antecedentes irregulares, Howard Industries, cuyos ejecutivos salieron incólumes de este operativo, por coincidencia erigió un enorme letrero la semana antes de la redada invitando a nuevos trabajadores a aplicar para una amplia gama de empleos.

La agencia de noticias AP reportó la existencia de “tensiones constantes” entre dirigentes sindicales y los inmigrantes debido a que estos últimos recibían más horas extras y se los nombraba en cargos de supervisión.

“Temor rampante entre Hispanos”, y “El temor sobrecoge a los inmigrantes” son tan solo una muestra de los titulares de la prensa que hablan del gran éxito de ICE por valientemente combatir a estos supuestos “terroristas y otros criminales”.

Un montaje que se inició temprano en el 2005, los republicanos en la Cámara de Representantes y el Gobierno Bush comenzaron a blandir el tema de la inmigración como un arma exitosa para dividir profundamente al electorado estadounidense y deliberadamente distraerlos de temas más corrosivos como la economía en declive y la absurda guerra en Irak.

Este teatro continuará, con más fuerza hasta las elecciones presidenciales en noviembre.

Planificado cuidadosamente, la infraestructura y los fondos ––ya cercanos a $8 mil millones de dólares–– ya están en línea para desatar el mayor esfuerzo en la historia de Estados Unidos para perseguir a la mismísima barata y desechable mano de obra inmigrante que este