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"En ese entonces… nada de sexo, drogas, ni malicia"

Carmen Jiménez es hoy una abuela que se desvive por sus nietos, pero hace medio siglo ella y su hermana Ivette eran la sensación entre los adolescentes…

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Hace 51 años Philadelfia Bandstand comenzó una historia de éxito en las
calles 46 y Market, y la puertorriqueña Carmen Jiménez hizo parte del
estrellato que luego fue nacional.Armando Segovia/AL DÍA

 

“Todos me querían pintar como una niña tímida, pero no lo era, jamás lo fuí”, comenta Carmen Jiménez, una de las chicas que aparecía todos los días en uno de los programas televisivos más populares en la historia de la televisión estadounidense.
Corría 1957, era la época del contagiante rock and roll que comenzaba a nacer.

Jiménez, intrigada por las escapadas de su hermana mayor Ivette al estudio de la WFIL-TV en el oeste de Filadelfia, decidió acompañarla un sábado a la grabación de un programa sobre los éxitos musicales, los pasos de moda y lo bueno y lo malo de los éxitos de la semana

 “Fue un verdadero milagro ya que cuando decidí acompañarla y cuando Dick Clark me vio me hizo una de las regulares del programa”, recuerda Jiménez.

“Si hay algo que entender aquí, es de que tienes que darte cuenta de que esto era en los años cincuenta, simplemente eran contados los latinos en la televisión”, advierte.

El show se llamaba Philadelphia Bandstand, pero cuando Clark tomó su control, el nombre cambió a American Bandstand y comenzó a ser transmitido a todo Estados Unidos. Carmen e Ivette Jiménez pasaron así  formar parte del vocablo de los adolescentes de esa época

Ambas eran la novedad, las revistas hablaban de ellas, de su peleas, y pintaban a Carmen como la niña tímida, mientras que a su hermana, quien ahora vive en Florida, como la más atrevida

Decían que Carmen era italiana, por su tez morena, pero ella defendía que era puertorriqueña.
“Venían los que escribían las historias en las revistas y casi siempre escribían lo que querían”, cuenta Jiménez. “A mí no me importaba lo que escribieran porque pues andábamos por todos lados.
Clark se convirtió rápido en un icono de la televisión y empezó a tomarle cariño a Carmen, quien entonces era una niña risueña de 12 años que derrochaba afecto y cariño.

“Tú sabes como somos los latinos… siempre abrazando y siendo muy afectuosos con la gente, por eso es que él me apreciaba”.
Por esa época se descubrió que algunas disqueras pagaban a las difusoras de música para que pusieran al aire grabaciones sin informar al público que eran patrocinadas por “x” compañía como ordena la ley, y Clark también fue involucrado en el escándalo de la “payola”.

“Yo ni siquiera entendía de qué se trataba eso de la ‘payola’ pero yo iba y abrazaba a Clark y le decía: Yo se que tú no puedes ser capaz de hacer eso, yo creo que tu eres inocente”, recuerda Carmen.

“Cruzaba las líneas de guardaespaldas y lo abrazaba… todo mundo me decía que yo no podía, ni debería de hacer eso, pero tú sabes como es que hay gente fría que no siente afecto ni sentimientos por la gente”.
“Yo así veía a Clark, como gente, no como una persona a la que no podía acercármele”.

A mediados de los ochenta Carmen sufrió un ataque al corazón y Clark la llamó para recomendarle cómo cuidarse mejor: “Él me decía esto y aquello, yo sólo le decía: Si, si claro”, dice Jiménez, mientras pensaba que era él quien de debería cuidarse.

Carmen hace hincapié de cómo la sociedad y la manera de comportarse de los adolescentes de esa época era más ingenua y más respetuosa en general.

“En ese entonces las cosas eran muy diferentes, no como ahora… nada de sexo, drogas, ni malicia”, recuerda. Dice que  los varones tenían que vestir de corbata y saco o no se les permitía entrar al estudio.
 “Lo peor que pasaba es que nos hacíamos de palabras o nos ‘agarrábamos’ en el estacionamiento del estudio”.

A raíz de la gran popularidad de las Jiménez, Carmen comenzó a tener problemas con las monjas de la escuela, con sus compañeras de clase e incluso con las puertorriqueñas del barrio.
“En ese entonces bailar era un pecado y las monjas me decían que yo me iba a ir al infierno si continuaba bailando en ese programa”, relató.

Añadió que ella en ese entonces se la pasaba peleando con sus compañeras de clase por ser la única chica con piel morena.
 “Antes del programa me molestaban por tener la piel morena ya que era la única que resaltaba en la escuela por mí color”, precisó.
 “A mí eso no me importaba, yo viajaba a muchos lugares y conocía a los artistas del momento”.
“Yo no era de pleitos, pero si me hacían enojar pues yo no me iba a dejar”, aclaró Carmen.

A su parecer, los conflictos en la escuela de monjas se multiplicaron cuando ambas comenzaron a tener una legión de fans en casi todo el país, quienes les enviaban infinidad de regalos desde ositos de peluche hasta un automóvil que una señora de Seattle (WA) regaló a su hermana.

Carmen fue expulsada de la escuela católica por desobedecer la orden de no asistir a “ese” programa  “La Madre me castigó y me dijo que no fuera al programa, pero a mí nada me detenía y fui”. 

A pesar de que ambas hermanas participaban en grabaciones del programa, en folletos de mercado, en revistas juveniles y al final hasta en una obra de Broadway, nunca recibieron compensación por sus servicios. 

“No que va (...) la paga para nosotros eran los viajes y el poder participar en el programa”.

A principios de los sesenta ambas dejaron de participar en el programa, en 1963 el programa pasó de Filadelfia a Los Ángeles hasta su final en 1987.

En 1985 Carmen y Clark se reencontraron en Beverly Hills y ella también apareció en el show de Oprah Winfrey.
El año pasado cuando se celebró el 50 aniversario del programa, fue invitada a participar en un show en Broadway basado en la trayectoria y los éxitos de 1957 que se tocaron en American Bandstand. “Después de tantos años, de todos modos aun no he visto ningún centavo por mi participación”.