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"Para mí él es mi hermano real"

Compartir tiempo con jóvenes de 7 a 13 años es la idea de este centenario programa que busca sembrar el buen ejemplo y sacar de la soledad, tristeza y…

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RUBÉN  ORTIZ (IZQ.), de 40 años, está orgulloso porque su "hermano menor" desde hace siete años, Juan, de 16, ahora si habla de un futuro y le dice que quiere ir a la universidad. David Cruz/AL DÍA

 

Se dice que Filadelfia es la ciudad del amor fraternal, y es "Philly" la que hoy necesita hispanos dispuestos a participar en uno de los programas de labor social más antiguos de esta región: Big Brothers, Big Sisters.

Hermanos mayores, hermanas mayores asigna mentores voluntarios a niños y niñas de entre 7 y 13 años para que convivan con un  adulto o joven mayor por lo menos durante una hora cuatro veces por mes.

El programa nació en Filadelfia y funciona desde hace más de 100 años a nivel nacional, y su meta es darle a los niños la oportunidad de compartir tiempo con alguien que les va a dar una imagen positiva y un ejemplo a seguir.

"Llevo más de siete años de ser el 'big brother' de Juan (Caban), empezamos cuando él tenía nueve años y no me arrepiento. Decidí entrar al programa debido a la necesidad que hay, especialmente en nuestra comunidad, de jóvenes varones latinos, de modelos positivos a seguir", comentó Rubén Ortiz, nacido y criado en Filadelfia de padres puertorriqueños.

Ortiz tiene 40 años, vive con sus tres hijos y su esposa en el sector de Tioga de Filadelfia.

"Tengo hermanos hasta para regalar, soy el tercero de nueve hermanos, pero no importa por que los latinos somos muy apegados a la familia y nos gusta estar todos juntos y ahora Juan es también parte de mi familia", dijo Ortiz.

Aseguró que como en toda relación hay momentos buenos y difíciles. "Cuando murió la madre de Juan hace 4 años fue uno de las cosas más duras porque tampoco tiene padre, pero sí creo que estar conmigo en el programa le ayudó porque él antes no tenía esperanzas, no hablaba del mañana, ahora me dice que quiere entrar al Ejército o tal vez asistir a la universidad. Tiene planes y le entusiasma el futuro", aseguró Ortiz.
Juan, el "little brother", ahora tiene 16 años, también es puertorriqueño y vive con su abuela.

Su adolescencia no ha sido fácil, pero dice que ve a Rubén como un ejemplo: "Para mi él es mi hermano real, me gusta estar con él y su familia. Me acuerdo de un día de campo paseando en lancha, fue uno de los mejores días que he pasado", recordó Juan.

Para Elsa Gonzáles, abuela de Juan, las cosas tampoco han sido fáciles. "Me quedé sola con Juan y su hermanita, y Rubén ha sido una gran ayuda. Mi nieto antes de entrar al programa era muy rebelde, pero ha cambiado. Hay muchos aquí en el barrio que sus hijos fueron al programa y ahora sus nietos son los que van", comentó Gonzáles.

Actualmente en el programa de la región del sureste de Pensilvania hay 125 niños latinos ya inscritos; sin embargo hay 57 que están en lista de espera por algún mentor hispano que sea su Hermano Mayor.

De acuerdo con Uva Coles, vicepresidenta de ingresos del programa local, mientras que son escasos los hombres hispanos que quieran participar en el hispanos para el programa, la mujer latina ha venido a dar el ejemplo, ya que actualmente existen muchas en espera de "hermanas menores".

La panameña Coles expresó que para asignar a un niño con su respectivo "big brother" se busca que tengan los mismos intereses. Agregó que la cultura de cada persona es un factor muy importante para sentirse identificado.

"En la etapa en la que los jóvenes pasan por la transición de niño a adolescente la imagen positiva de un mentor puede ser muy benéfica", explicó. "Especialmente cuando hablamos de Filadelfia, los problemas y el porcentaje de violencia es muy alto. Todos en la comunidad sabemos que los niños son los que más necesitan a estos mentores, por eso necesitamos que la comunidad hispana trabaje con nosotros", añadió.

"Cuando Juan tenía 15 años lo metieron a la cárcel por traer una cuchilla a la escuela. Me sentí muy mal, él me conversó que la noche anterior había pasado una balacera en el bloque de su casa y que tenía miedo de que algo le pasara, por eso traía la cuchilla, para defenderse. Yo hablé con él y afortunadamente no ha vuelto a pasar un incidente como ese", añadió Ortiz.

"En nuestros vecindarios, en zonas como Kensington o el norte de Filadelfia hay grandes concentraciones de latinos, también hay pobreza, creo que tener relaciones estables es una gran necesidad de los jóvenes", finalizó Ortiz.

No existe ningún requisito para ingresar a un niño o niña en el programa. Pero para registrarse como mentor se hace una entrevista a los voluntarios, una revisión de antecedentes penales, ya que para la organización la seguridad de los niños es primordial.

"No queremos súper hombres, queremos hombres hispanos normales que puedan pasar cuatro horas al mes, haciendo lo que hacen normalmente, ir de compras o lavar el carro. No necesitan ir a un lugar o gastar dinero, porque este programa no es de entretenimiento o de gastar dinero, es de compañía y ejemplo", explicó Coles.

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