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Fue su primer carnaval

Fue el segundo para muchos, pero para otros apenas fue el primero. Cientos de niños de la comunidad mexicana del sur de Filadelfia se disfrazaron, bailaron,…

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Al niño Felipe Morales le pintan el rostro con una bandera mexicana como a muchos otros de quienes asistieron al Carnaval. Foto: David Cruz/AL DÍA

Fue el segundo para muchos, pero para otros apenas fue el primero.
Cientos de niños de la comunidad mexicana del sur de Filadelfia se
disfrazaron, bailaron, brincaron, marcharon y vivieron por primera vez
la tradición carnavalera que sus padres han traído consigo desde el sur
de la frontera.

Aunque se consideró cansada de tanta marcha y
tanto baile, la niña de siete años Jacqueline Chico se asombró con el
evento: "Me siento bien feliz de ver toda esta gente".

En la
segunda edición del Carnaval de Filadelfia, organizado por Ozolco
Carnavalero, unas 2.000 personas acudieron a dos eventos con que se
festejó de manera anticipada el 5 de mayo.

Mario Méndez, de
6 años, regresará el año que entra porque la experiencia del carnaval
es "algo bien bonito porque puedo bailar con mi rifle". Entre todos
estos niños, hubo al menos una que ya se podía considerar una experta
en esto de los brincos carnavaleros.

"Es la segunda vez que
bailo. La otra vez bailé en Huejo y allá me gustó mucho porque había
más personas y más organización", dijo Liliana Olarte, de 11 años.
"Pero aquí también hay mucha gente y además comí arroz con mole".

Olarte,
como el incontable número de niños que gozó el evento, pertenece a una
familia proveniente de Huejotzingo en el estado Puebla, al sur de
Ciudad de México y a las faldas del volcán aún activo Popocatépetl.

En
Filadelfia esta segunda procesión subió por la calle 9 hasta la avenida
Washington, de donde dobló al este para llegar al parque Sacks en la
calle 4. El grupo se movió a ritmo de la banda que tocaba en el centro
del contingente. Radiados por la tambora urbana, los cientos de
participantes brincaban, gritaban y avanzaban por la calle rodeados de
familias, periodistas y curiosos que tomaban fotos y videos del grupo.

Al
frente de ellos, los niños marchaban de la mano de sus padres mientras
un grupo de muchachas portaba una gran bandera mexicana y bailaba—un
pasito para allá, un pasito para acá—al ritmo de carnaval en ruta del
parque Sacks.

Con la presentación de bailes típicos, el grupo
Xochiquetzal abrió el evento y mostró vestido de campesino al niño de 4
años Alejandro Ramírez Jr, el héroe pequeño galán al gusto de la
ovación.

Siguió un orador, una escolta que rindió honores a
la bandera mexicana, un músico y una explicación de la celebración del
5 de mayo y su importancia dentro la vida del inmigrante mexicano.

Hubo
algunos aplausos, pero la gente también se ocupó de complacer la
barriga, especialmente cuando las delicadezas de la comida mexicana
soltaban sus olores apenas soplaba la brisa: tacos al pastor,
quesadillas de flor de calabaza o de cuitlacoche, carne asada, elotes y
esquites, mangos con chile, chicharrones con salsa, entre otras cosas.

Mientras
la banda tocaba, muchachos soltaban rimas a ritmo de secuencias,
hip-hop inmigrante que hablaba no sólo de lo que pasa en la calle, sino
de lo que pasa al cruzar la frontera.

Al ritmo de su
música, que atrajo la atención de un buen grupo de personas, hicieron
su aparición los "Xipes", jóvenes con el cuerpo pintado, máscaras y
penachos cuya única gracia fue pararse en frente de la gente y no saber
qué hacer.

Nadie se acordó que esa mañana se había pronosticado lluvia. Y para qué hacerlo si ese domingo fue día de carnaval.

Una batalla con tradición

Entre
los mexicanos está viva la costumbre de celebrar con el carnaval de
disfraces y la música de banda la batalla del 5 de mayo de 1862,
episodio de la historia mexicana en el que se venció al ejército
francés que a la postre, y a nombre del rey galo Napoleón III, extendió
hasta 1867 la intervención militar en un México en plena lucha entre
liberales y conservadores.

Con la victoria de los segundos,
se coronó como Emperador de México a Maximiliano de Habsburgo, un
austriaco que salió con ideas mas afines a los primeros (liberales), y
que por ende espantó mucho a quienes esperaban que el emperador
conservara los privilegios de los conservadores.

Al final de
los cinco años de ocupación, Napoleón III sintió muy cerca los pasos de
otros ejércitos europeos y dejó al austriaco sin apoyo, a los
conservadores sin ejército y a los liberales al mando de Benito Juárez
con toda la oportunidad de darle la vuelta a la tortilla bajo el
auspicio de Estados Unidos, país que se estabilizaba después de tres
años de guerra civil y el asesinato del presidente Abraham Lincoln.

A
la guarda de proporciones respecto al 16 de septiembre en que se
festeja la independencia de México, la fecha guarda un carácter de
fiesta patria en el país que se subraya en la región de Puebla, lugar
en el que los dos ejércitos pelearon.

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