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Historia de un mexicano del norte de Filadelfia

Armando Aguilar llegó a Estados Unidos con $5 en el bolsillo, trabajó duro y hoy es dueño de restaurantes, casas y edificios

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Armando Aguilar y Teresa García de Aguilar llevan 48 años de matrimonio y despues de muchos años de trabajo duro se sienten felices de haber logrado su sueño americano.  

El Bloque de Oro guarda en sus calles historias de boricuas que llegaron años atrás a formar el barrio hispano más antiguo de Filadelfia, pero entre ellos llegó un mexicano para quedarse y después de muchas aventuras logró su sueño americano. Hoy agradece a la comunidad puertorriqueña que tanto lo ayudó.

En un garaje en la esquina de la calle 5 y Girard, Aguilar, mientras recogía madera y hacía unos arreglos, interrumpió para contar una historia que inició hace 40 años.

Corría el año de 1969 cuando Aguilar llegó a Nueva York desde Puebla en autobús.

“Me viene a romper el corazón, no quería acordarme de todo esto”, dice.

Sin embargo, acercó un silla y comenzó. “Llegue a Nueva York con $5 y duré dos semanas durmiendo en la estación de autobuses de la Greyhound, pero no conseguía trabajo, no sabía inglés y me quería regresar a México. Una mañana llegó una persona hispana y me preguntó que si era mexicano y después me preguntó que si tenía hambre”, dijo Aguilar.

El hombre llevó a Aguilar afuera del terminal y por primera vez en su vida probó los ‘hot dogs’, “tenía tanta hambre que no recuerdo cuántos me comí, pero fueron muchos”.

El hombre le ofreció ayuda y le propuso llevarlo a Camden, NJ, y conseguirle trabajo.

“Papo como le decían, era boricua, él me compro el pasaje y se fue junto conmigo. Ya estando en el autobús sacó una botellita de su saco y me ofreció un trago, después sacó su placa y me dijo que era policía, en ese momento me sentí seguro, yo venía de ser policía en México”, dijo Aguilar.

Al llegar a NJ, Papo lo dejó con sus familiares en donde le ayudaron a conseguir trabajo, le dieron un cuarto, ropa y comida caliente.

“En ese trabajo de jardinería duré 13 años, pero a los ocho meses de empezar a trabajar le pedí a mi patrón que me dejara regresar a México a buscar a mi esposa y a mis hijos y le pedí el dinero para comprar el pasaje. Él confió en mí y me prestó $3 mil”, recuerda. Se fue por dos meses a México y regresó con su esposa, quien lo acompaña en el garaje mientras cuenta su historia.

“Volví con mis esposa y mis tres hijos a la misma casa con la familia puertorriqueña y duré un año más, cuando logré juntar el dinero para pagarle al patrón, me dijo quédatelo, cumpliste tu palabra y volviste”, recuerda.

Pasó el tiempo y el cuarto ya no era espacio suficiente para toda la familia Aguilar y decidieron cruzar el puente a Filadelfia, donde encontraron un apartamento en el norte.

“Había una casa abandonada al lado de mi apartamento, y decidí invadirla; le faltaba ventanas pero le puse tablas y nos metimos”, dijo. Eso fue hasta que una madrugada llegaron agentes de inmigración y se llevaron a detenido a Aguilar.

“Me hicieron corte, nunca olvidaré las palabras del juez que preguntó, qué quieren con esta familia y los de inmigración dijeron que mañana tiene que abandonar el país, y el juez dijo la ley soy yo y el señor se queda”, recordó.

Aguilar duró cinco años en la casa abandonada juntando dinero cada mes para pagarla al dueño cuando apareciera.

“La casa resultó ser de City Hall y me dijeron que estaba para subasta en $450, yo ni sabía lo que era eso, todavía no hablaba inglés”, dijo Aguilar.

La subasta llegó hasta $14 mil, “yo no sé por qué si sólo traía $3 mil yo seguía levantando la mano, eso me pregunto ahora porque yo ni tenía el dinero pero la gané”.

El mexicano tenía 30 días para juntar el resto del dinero, y fue con su patrón, el  mismo que años atrás le había prestado para traer a su familia.

“Me dijo tu eres loco eso es mucho dinero, y yo le dije quíteme todo mi sueldo, porque yo tenía otro trabajo lavando platos los fines de semana, además que mi familia y yo recogíamos blueberries en el campo, pero el hombre creyó en mí y me dio un cheque para comprar la casa completa”, dijo Aguilar.

Así fue como Aguilar se hizo de su primera casa, trabajó vendiendo flores, trabajó en el campo, durante 10 años tuvo tres días de descanso.

“Empezamos a comprar casas, la primera casa que compré la arreglé con madera de la basura y a cada uno de mis hijos les compré una casa, compré un edificio de apartamentos”, dijo Aguilar.

Hace 12 años que Aguilar abrió el restaurante de comida mexicana Las Cazuelas, el cual tuvo mucho éxito entre los estadounidenses.

“La gente quería comida rápida por eso hace cuatro años decidí abrir una taquería y le puse Taco–Riendo porque la gente quiere correr”, dice entre risas.

A pesar de que Aguilar dijo que dejaría de trabajar a los 50, no ha podido dejar de hacerlo y asegura que con 48 años de matrimonio se siente feliz. “Yo sé que mi sueño americano sí lo logré”. 

Además dice que nunca dejará el norte de Philly: “Los mexicanos me preguntan por qué me gusta esta área donde hay mucho puertorriqueño y yo les digo, gracias a Dios que estoy aquí, porque el puertorriqueño es de los que se bajan de la cama para que duermas en ella, es gente de lo mejor que hay”, finalizó. 

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