
40 años de la historia de terror del bombardeo a Move
Hace cuarenta años tuvo lugar uno de los episodios más sangrientos de la historia de Filadelfia: el atentado contra la comunidad afroamericana Move.
El 13 de mayo de 1985, Filadelfia vivió uno de los episodios más estremecedores de su historia: la policía de la ciudad lanzó una bomba sobre una vivienda residencial ocupada por miembros del grupo activista afroamericano MOVE, matando a once personas —entre ellas cinco niños— y dejando a más de 250 personas sin hogar. Fue, como lo describió Smithsonian Magazine, “el día en que Filadelfia bombardeó a su propia gente”.
¿Qué era MOVE?
MOVE fue fundado en los años 70 por Vincent Leaphart, conocido como John Africa. Se trataba de una organización que mezclaba activismo por los derechos civiles, filosofía naturalista, veganismo y una fuerte crítica al gobierno y a la brutalidad policial. La relación entre MOVE y las autoridades de Filadelfia ya era tensa desde años atrás. En 1978, un enfrentamiento previo entre la policía y MOVE terminó con un oficial muerto y varios miembros del grupo condenados.
Según The New York Times, el grupo estaba en el radar de las autoridades por su rechazo a desalojar las viviendas que ocupaban, su retórica confrontacional y el hecho de que acumulaban armas en sus propiedades.
El ataque aéreo
En la mañana del 13 de mayo de 1985, tras un largo cerco policial, las autoridades intentaron desalojar por la fuerza a los integrantes de MOVE que vivían en una casa en Osage Avenue, en el vecindario de Cobbs Creek, al oeste de Filadelfia. Tras horas de intercambio de disparos, la policía decidió utilizar explosivos plásticos —una mezcla de C-4 y Tovex— que fueron lanzados desde un helicóptero sobre el tejado de la casa.
La explosión provocó un incendio que rápidamente se expandió por el vecindario. Según reportó The Philadelphia Inquirer, “las autoridades permitieron que el fuego ardiera durante casi una hora antes de intervenir”. El resultado: 61 casas destruidas y una comunidad entera desplazada.
Once muertes y una ciudad marcada
El fuego mató a once personas que estaban dentro de la casa, entre ellas el fundador del grupo, John Africa, y cinco menores de edad. Solo dos personas sobrevivieron, incluida una niña de 13 años, Ramona Africa, quien más tarde denunció que la policía les había impedido salir con vida.
En palabras de NPR, “la policía no solo bombardeó un hogar, sino que permitió que el vecindario se incendiara sin control”.El entonces alcalde de la ciudad, Wilson Goode —el primer afroamericano en ocupar el cargo—, fue duramente criticado por haber autorizado la operación. Años después, reconoció que fue “un error terrible”.
Las consecuencias
Una comisión especial creada por la ciudad concluyó en 1986 que las acciones del gobierno fueron “imprudentes, mal planeadas y claramente inaceptables”. El MOVE Commission Report, documento oficial de más de 500 páginas, detalla cómo se tomaron decisiones sin valorar adecuadamente los riesgos para la vida humana.
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A pesar del escándalo, ningún funcionario municipal fue procesado penalmente. En 1996, un jurado federal otorgó una indemnización de US$1.5 millones a Ramona Africa y a la familia de uno de los niños fallecidos, señalando que la ciudad había violado sus derechos constitucionales.
Un legado incómodo
El caso volvió al centro del debate público en 2021, cuando se descubrió que restos óseos de dos de los niños muertos en el bombardeo estaban siendo conservados sin consentimiento por la Universidad de Pensilvania y el Museo de Filadelfia, utilizados incluso en clases en línea. Este hallazgo generó protestas, forzó renuncias académicas y abrió una nueva herida para la comunidad afroamericana de la ciudad.
Como reflexionó Jason Osder el director del documental Let the Fire Burn, “la tragedia de MOVE no fue simplemente un error táctico, sino el reflejo de una política de represión contra voces radicales negras”.
¿Una ciudad reconciliada?
Hoy, 40 años después, el MOVE Bombing sigue siendo una herida abierta en la historia de Filadelfia. No solo por el uso extremo de la fuerza estatal contra ciudadanos, sino por lo que representó: el desprecio institucional hacia una comunidad marginada que se atrevió a desafiar al sistema.
“Fue una guerra contra los propios residentes de la ciudad”, dijo en entrevista con The Philadelphia Inquirer Abdul-Aliy Muhammad, activista y periodista local. “Y fue, sobre todo, una advertencia de lo que el poder puede hacer cuando se siente impune”.
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