Uno de mis mejores recuerdos de mi visita a Filadelfia hace dos años fue poder usar Uber, el servicio de intermediación de conductores creado en 2009 en Silicon Valley. Gracias a Uber, pude volver a mi hotel a altas horas de la noche con un simple click en mi celular, y sin tener que gastarme un dineral en un taxi. Todo un lujo que en mi ciudad, Barcelona, nunca logramos tener. Cada dos por tres, los taxistas barcelonesas hacían huelga o se manifestaban en contra de este tipo de plataformas de coche  compartido entre particulares, acusándolas de competencia desleal.  Dispuestos a batallar hasta el final, los taxistas de Barcelona pusieron una demanda a la justicia española, y ésta la trasladó a la justicia Europea. Según los taxistas, Uber es una empresa de transporte público como cualquier otra, y por tanto, los conductores deberían tener una licencia especial y cumplir con las condiciones de seguridad determinadas. 

Finalmente, la justicia les da ha dado la razón y a Uber no le va a quedar más remedio que echar el freno en Europa. Después de siete años de rifirrafes y protestas, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha dictaminado que la empresa Uber no puede considerarse simplemente una plataforma online intercambio de servicio entre particulares, sino que se trata de una empresa de transporte colectivo. Por tanto, deben cumplir con las mismas condiciones generales que cualquier otro servicio de transporte público, como los taxis.

La sentencia del Tribunal europeo se traducirá en cambios en los requisitos que las autoridades pueden exigir a Uber para prestar sus servicios, más allá de las leyes establecidas para regular la “economía colectiva” vigentes.

En respuesta, Uber declaró mediante un portavoz que “esta sentencia no cambiará las cosas en la mayoría de los países de la UE, donde ya operamos bajo la ley de transporte. Sin embargo, millones de europeos aún no pueden usar aplicaciones como la nuestra. Como dijo recientemente nuestro nuevo consejero delegado, conviene regular servicios como Uber y por ello continuaremos el diálogo con países y ciudades en toda Europa".

La sentencia, que no puede recurrirse, abre la vía para que pueda aplicarse en otras plataformas de economía colaborativa como Deliveroo (entrega de comida a domicilio) o Airbnb. No obstante, la Comisión Europea ha avisado que habrá que estudiar caso por caso.