La brecha salarial para latinas y afroamericanas es mayor en los estados en los que más trabajan
No es ningún secreto que la brecha salarial de género también entiende de etnias.
No es ningún secreto que la brecha salarial de género también entiende de etnias. Diversos estudios muestran que las mujeres afroamericanas y latinas sufren aún más las desigualdades salariales que sus homólogas blancas, sobre todo en los 20 estados en los que más trabajan a tiempo completo.
El último en analizarlo, con datos del U.S. Census Bureau ha sido National Partnership for Women & Families. La organización ha comprobado que por cada dólar que ingresa un hombre blanco en Estados Unidos, las mujeres afroamericanas perciben entre 48 y 69 céntimos —60 de media—. En el caso de las latinas, la cifra oscila entre los 43 y los 59 céntimos —55 de media—. Las pérdidas anuales en ambos casos son de $21.937 y $25.177, respectivamente.
“Este nuevo análisis profundiza en la severa y desproporcionada presión financiera que la brecha salarial de género ejerce sobre las mujeres afroamericanas y latinas en este país”, cuenta Debra L. Ness, presidente de National Partnership. “En los estados en los que trabajan la mayoría de las mujeres latinas y afroamericanas, la pérdida de ingresos hace mucho más complicado para ellas y para sus familias salir hacia adelante o incluso mantenerse a flote. Las desigualdades salariales y la discriminación de ingresos perpetúa la pobreza y las mujeres de color son las que más sufren”.
Las diferencias varían en función de las razas y los estados. Por ejemplo, de los 20 analizados, Louisiana es el lugar con mayores diferencias de salario en el caso de las mujeres afroamericanas. La situación es más favorable en estados como Maryland y Tennessee donde, sin embargo, ellas cobran más de $14.400 menos al año.
Los peores estados para las trabajadoras latinas son California y Nueva Jersey —la media son 43 céntimos por cada dólar—, mientras que Florida es en el que, pese a cobrar de media $20.300 menos que los hombres blancos, la brecha es menor.
“El hecho de que las mujeres de color estén perdiendo cientos de miles de dólares cada año que podrían emplearse en la compra de comida y otros esenciales de los que dependen su familias y nuestra economía es terrible”, señala Ness. “Y esto debilita nuestra economía y nuestro país. Los que elaboran las leyes a todos los niveles necesitan arreglar el problema combatiendo la discriminación y adoptando políticas favorables y compatibles con las familias”.
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