Un profesor con superpoderes
Un maestro boliviano convierte sus clases en una fantasía digna de Marvel para motivar a sus alumnos durante la cuarentena.
En época de pandemia por coronavirus, las escuelas de muchos países han decidido extremar las precauciones e impartir clases virtuales en lugar de reabrir las aulas. La consecuencia es que muchos niños confinados en sus casas han echado de menos el calor de sus profesores y los juegos con sus compañeros.
En Bolivia, donde se han detectado más de 18.400 casos de COVID-19, según los últimos reportes, un profesor ha decidido amenizar las clases virtuales a sus alumnos de una forma sorprendente.
A veces Jorge Manolo Villarroel es Spiderman y otros días es Flash, Linterna Verde o Superman. Vestido de superhéroe, saluda desde su habitación en un barrio de La Paz a sus estudiantes siempre con una amplia sonrisa. Tanto éxito tiene que incluso los hermanos más pequeños, que ni siquiera van a la escuela, se disputan el laptop con los mayores para ver al famoso profesor de artes enmascarado de personaje de cómic.
“Llegan antes que yo a la clase virtual y la primera sorpresa es adivinar qué superhéroe aparecerá en la pantalla”, le cuenta Jorge Manolo Villarroel al periodista Carlos Valdez de AP.
El mayor superpoder de Villarroel es que a sus 33 años sigue teniendo la ilusión de un niño. Su habitación, relata Valdez, es un microcosmos de todas las cosas que importan al maestro: sus crucifijos e imaginería de santos, la camiseta de su club de fútbol, el retrato de sus padres y, como no, sus disfraces y máscaras.
“Por años, ellos han ingresado a nuestro mundo de adultos. Ahora toca que nos abramos a su mundo, que es el chat. Cuando hablan son cortos, pero en el chat se explayan. Son maestros y me enseñan aplicaciones en la clase”, dice Villarroel, que imparte clase en un colegio católico en La Paz al que asisten 1.200 alumnos entre 9 y 14 años.
“Oiga profe, tienes que anclar la imagen... Anda a la pantalla de tu celular y busca un parlamento pequeño”, se escucha decir a un alumno mientras el propio Flash Gordon le explica a sus alumnos cómo armar un mosaico de figuras geométricas con hojas de colores.
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Cuarenta y cinco alumnos siguen la clase, que siempre da comienzo con un calentamiento de manos -Villarroel es profesor de zumba-, una oración y una música de superhéroes.
A ratos, Valdez escucha a los niños y a sus hermanos menores pelear para ver al maestro, que confecciona las ropas él mismo.
“Tuve que improvisar, ya que con la cuarentena no se podía salir”, le dice al periodista.
Sus lentes le hacen parecer un Clark Kent que olvidó quitarse el disfraz; sobre sus piernas, su perro Coquito dormita tranquilamente mientras otro alumno le señala: “Tienes que bajar la aplicación Dance Monkey”.
El mejor maestro, ya lo dicen, es el que aprende de sus alumnos. Pero también el que, muy a pesar de lo frustrante que pueda resultar a veces su labor, la encara con pasión y consigue que un aula se convierta en el escenario de una aventura.
Historia original de Carlos Valdez para AP.
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