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Un desorden cerebral que pasa desapercibido

El hidrocéfalo de presión normal, o HPN, ocasiona presión sobre los nervios que controlan las piernas, el equilibrio, la vejiga y la función cognitiva.

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Aunque no existe una sóla ruta para el diagnóstico, una tomografía o una resonancia magnética del cerebro pueden revelar uno o más ventrículos agrandados, característicos del HPN.

Edward Ferguson es un ingeniero civil que vive en Vancouver, Washington, que se retiró a los 65 años de edad de un empleo manejando contratos multimillonarios. Cinco años más tarde, él no podía llevar una cuenta de cheques, caminar sin caer, conducir un automóvil, controlar su vejiga o reconocer a su nieta.

En vez del activo retiro que él había anticipado, Ferguson, actualmente de 74 años de edad, pensaba que pasaría el resto de su vida en una silla de ruedas, incontinente y luchando para combatir la demencia. Diez médicos fueron incapaces de decirle qué estaba mal, pero en una búsqueda en Internet que hizo su hija, encontró una condición que al parecer coincidía con sus síntomas: hidrocéfalo de presión normal, o HPN.

Este desorden se relaciona con una acumulación de fluido espinal en los ventrículos del cerebro, ocasionando presión sobre nervios que controlan las piernas, el equilibrio, la vejiga y la función cognitiva. “Es como si el cerebro hubiera regresado al estado de un bebé”, dijo el Dr. Michael Kaplitt, neurocirujano en el Hospital Presbiteriano de Nueva York/Centro Médico Weill Cornell. “Al igual que bebés, las personas que presentan HPN caminan con lentitud y sus pies van muy separados entre sí; son incontinentes y no tienen memoria”.

Sin embargo, esta enfermedad a menudo es confundida con la demencia, mal de Alzheimer o de Parkinson o algún problema de la columna vertebral. O se atribuye a la edad, pues casi todos los afectados son mayores de 55 años.

“Yo era la persona más frustrada del mundo”, porque ni un médico nos dio un solo diagnóstico real”, comentó la esposa de Ferguson, Elva. Las sospechas de la hija de Ferguson con el tiempo llevaron a una diagnóstico preciso a través de una resonancia magnética y pruebas neurológicas. Los Ferguson también encontraron al Dr. Jeffrey Chen, el director de neurotraumatismo por el Sistema de Salud Legacy en Portland, Oregon, quien tiene amplia experiencia en tratamiento de esta condición, la cual a menudo es reversible.

Dos días después de una cirugía para instalar un desvío programable que aliviaba la presión sobre los lóbulos frontales de su cerebro, Ferguson caminó de lado a lado de la habitación por primera vez en un año. Fue capaz de pensar y escribir con claridad, y su incontinencia mejoró.

El Sr. Ferguson, quien había contemplado el suicidio, considera que la vida le dio otra oportunidad.

Problema corregible

Nadie sabe con qué frecuencia ocurre la enfermedad de hidrocéfalo de presión normal, pues con muchísima frecuencia se pasa por alto o se diagnostica erróneamente. Los estimados van de 50.000 a 375.000 personas en Estados Unidos, con mayores probabilidades que la cifra superior sea la correcta, notó el Dr. Mark Luciano, neurocirujano en la Clínica Cleveland.

“Hay muchísimas personas por ahí con un problema corregible que suele atribuirse a la edad avanzada”, notó el Dr. Luciano. “Cuando el problema se corrige, es como rescatarlos del olvido. Un pequeño porcentaje de personas que padece demencia -quizá de 10 a 15 por ciento- realmente padece HPN”.

El desorden fue reconocido y recibió su nombre en 1965. Sin embargo, la mayoría de los médicos que atiende a personas de edad avanzada no está consciente de ella o no logra pensar en ella cuando atiende a pacientes con síntomas clásicos, aunque confusos.

En la mayoría de los casos, las causas del HPN son desconocidas. Algunos pacientes habían sufrido una severa lesión a la cabeza, embolia, meningitis y tumor cerebral, quizá varias décadas antes, lo cual pudiera haber ocasionado cicatrices o inflamación que interfirió gradualmente con el drenado de fluido espinal.

Kaplitt explicó que cada día, el cerebro produce normalmente “aproximadamente dos latas de refresco de fluido espinal”. Este fluido protege al tejido blando del cerebro, mismo que flota en el cráneo. Producido en las profundidades del cerebro, el fluido espinal fluye a través de una serie de canales hasta los cuatro ventrículos del cerebro, saliendo finalmente al exterior del cerebro y la columna vertebral.

Cada día, la misma cantidad de fluido espinal que se produce debe ser reabsorbido en el torrente sanguíneo. Pero, si algo desacelera u obstruye su camino, este se acumula en los ventrículos, los cuales se expanden y presionan a los nervios del cerebro.

Diagnóstico y tratamiento

El hidrocéfalo de presión normal se diagnostica de la mejor forma a través de un equipo que incluya a un radiólogo, un neuropsicólogo y un neurólogo o neurocirujano experimentado en distinguir esta condición.

La mejor pista suele venir de un cuidadoso historial médico, ya que el HPN típicamente empieza con problemas para caminar, informaron Luciano y su colega, Dr. Ronan Factora, geriatra en la Clínica Cleveland, el año pasado en la revista de Geriatría.

Si bien no existe una sola ruta para alcanzar un diagnóstico, si se sospecha de HPN, una tomografía o una resonancia magnética del cerebro pueden revelar uno o más ventrículos agrandados, lo cual es una de las características esenciales de la enfermedad. En una resonancia magnética, dijo Kaplitt, el fluido espinal a menudo es brumoso o turbio.

El tratamiento de HPN requiere de insertar un desvío en el cerebro para drenar el fluido espinal que se acumula y desviarlo hacia el abdomen, donde puede ser reabsorbido al torrente sanguíneo. El desvío ideal cuenta con una válvula y puede ser reprogramado para que regule el drenado. Una nueva cirugía está entre las posibilidades si el desvío termina drenando demasiado o muy poco fluido espinal.

Si bien este desvío no es una cura para el HPN, en el 70 a 80 por ciento de los pacientes que se benefician de este procedimiento, pudiera darles una década o más de vida casi normal, notaron los expertos.