“¡No compren carne!”: La histórica rebelión de las amas de casa por el precio de los alimentos
Pelotones de mujeres molestas por el aumento estrepitoso de los precios durante La Gran Depresión salieron a las calles y se convirtieron activistas contra el…
Estaban hartas y salieron a la calle para demostrarlo. En 1929, las Bolsas se habían hundido y habían arrastrado a la catástrofe a todo el tejido económico del país y del mundo entero. Empezó una etapa de larga recesión y penuria que fue conocida como la Gran Depresión. Cada día que pasaba era más caro y más difícil vivir, por el incremento de precios y especialmente el de los alimentos. Y lo más inquietante es que, con el paso de los años, la situación no mejoraba sustancialmente. Hasta que un día ocurrió lo menos probable.
El 27 de julio de 1935, una comitiva de 500 mujeres descendió por la populosa avenida de Joseph Campau, en Hamtranck, estado de Michigan, con pancartas en las manos. Las mujeres reclamaban una rebaja del 20% en el precio de la carne, y alentaban al público a dejar de comprar. Aquel día, los tenderos perdieron unos 65.000 dólares. Fue el primero de una serie de motines y piquetes que se extendió rápidamente por la zona de Detroit durante el verano.
En Michigan, la tasa de paro se había disparado hasta un explosivo 25%, mientras que el precio de la carne se había incrementado en más del 60%. La crisis había golpeado con especial dureza los hogares trabajadores que dependían del sector del automóvil. Al final, solo en la ciudad de Chicago, los pelotones de amas de casa negras y judías consiguieron cerrar cuatro mil carnicerías en protesta por los precios abusivos. Algunos hombres intentaban acceder a las tiendas a través de los bloqueos impenetrables, porque sus esposas se reían de los hombres que tenían miedo.
Era una época en la que los roles estaban muy claros: a las mujeres les tocaba traer la comida al hogar (aunque no hubiera dinero para ello), mientras que de los hombres se esperaban las iniciativas firmes y el deber de la fuerza.
Pero esta vez perdieron: los hombres que reventaron la protesta fueron duramente golpeados e insultados. Sus paquetes de carne fueron a parar al suelo para ser pisoteados. La rabia de las amotinadas no tenía freno. Los carniceros acusaron a las mujeres indignadas de ser comunistas.
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Lideraba la revuelta una mujer de origen polaco, Mary Zuk, que empezó a destacar en las protestas por su firme determinación y su coraje. Zuk había nacido en Ohio 32 años antes, en 1914, y declaró a la prensa que no retrocedería ni un centímetro hasta vencer a toda la clase política. En Hamtranck, epicentro de la revuelta, se eligió a Mary Zuck portavoz del autoproclamado Comité de Acción contra el Alto Costo de la Vida.
Una generación de mujeres valientes montó una gorda en varias ciudades de Estados Unidos. Como demuestra la historia, muchas veces son ellas las que https://aldianews.com/es/articles/culture/literature/la-curiosa-historia-del-papa-que-escribia-novela-erotica/58002enseñan el camino. También en el San Petersburgo de 1917, fueron las mujeres a quienes faltaba el marido soldado las que iniciaron la revuelta más importante de todos los tiempos. Y, como las amas de casa que salieron a la calle en Norteamérica veinte años después, tampoco eran comunistas.
No eran más que mujeres enfadadas, hartas de abusos, autoorganizadas e independientes. Y por este motivo se les tuvo tanto miedo
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