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Las oficinas centrales del Miami Herald y El Nuevo Herald en la Bahía de Biscayne, en el barrio Omni del centro de Miami. Getty Images.
Las oficinas centrales del Miami Herald y El Nuevo Herald en la Bahía de Biscayne, en el barrio Omni del centro de Miami. Getty Images.

Otra vuelta al caso McClatchy: La crisis del periodismo local pone en riesgo la democracia

Alrededor del 20 por ciento de todos los periódicos estadounidenses han cerrado desde 2004, según un informe reciente de PEN America.

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Las deudas que ahogan a los medios, especialmente los impresos, son parte del problema. Y como los buitres planeando sobre la carnaza, hay quien sabe sacar buena tajada de esto.

El pasado mes de febrero, McClatchy Company, que publica hasta 29 cabeceras de prensa en 14 estados norteamericanos y es la segunda cadena de periódicos más grande del país, anunció que estaba en bancarrota y que, bajo la aprobación del Chapter 11,  buscaría un plan de reestructuración de pensiones y la deuda de más de 700 millones que arrastra desde hace años. 

Tantos como los que la compañía, alma mater del periodismo local con cabeceras como The Miami Herald y The Kansas City Star, lleva luchando por mantenerse a flote en el híper competitivo panorama digital. Ahora, tras más de 163 años de control de la misma familia, todo parece apuntar a un cambio de timón:

Chatham Asset Management, el fondo de cobertura propietario del tabloide National Enquirer y de la mayor cadena de periódicos de Canadá, Postmedia, podría acabar controlando todas las cabeceras de McClatchy, incluidas aquellas como el Miami Herald que tienen una extensa masa de lectores latinos. 

El lunes, el juez Michael E. Wiles del Tribunal de Quiebra de los Estados Unidos para el distrito del Sur de Nueva York aprobó las mociones de los abogados de McClatchy para pagar tanto a los empleados como a sus proveedores para que mantengan las máquinas funcionando. 

Pero aún queda lo más difícil, este viernes el foco se centrará en ver si Chatham Asset y la editora se ponen de acuerdo y logran finalmente deshacerse de al menos un 55 % de su deuda para convertirse en una nueva empresa privada. Si no lo hacen, McClatchy saldrá a la venta.

Y bien, ustedes dirán, ¿a mí en qué me influye esto?

A efectos prácticos, sus salas de redacción siguen funcionando. Pero las condiciones del acuerdo entre el grupo editorial y sus acreedores sí pueden ser problemáticas. 

Un artículo publicado por el Nieman Lab de la Nieman Foundation for Journalism de Harvard aporta luz sobre este espinoso asunto: 

Por un lado, cita su director, Joshua Benton, todo parece presagiar recortes de gastos y una reducción de personal “para uno de los mayores actores del periodismo local en un momento en que la mayoría de las redacciones se esfuerzan por cubrir sus comunidades”, escribió. Además, de que en caso de que no se logre un acuerdo, la batalla legal podría prolongarse mucho.

Una turbia telaraña informativa

Chatham, que ha manifestado su compromiso de preservar el periodismo independiente y los puestos de trabajo, tiene, señala Benton, “otras conexiones con el negocio de las noticias que suenan un poco menos elevadas”:

Es propietaria de American Media Inc, que a su vez controla el National Inquirer, tabloide que durante la pasada campaña electoral saltó a la picota cuando el entonces candidato Trump ofreció una suma de dinero a su director y rey de los tabloides de América, David Pecker,  para tapar el romance con una ex modelo Playboy que podía afectar a su reputación, según reportaron periódicos como Wall Street Journal. 

También estuvo implicado, de acuerdo a Benton, en el hackeo del teléfono de Jeff Bezos y una “cuestionable” relación con los saudíes. Así como otros fuegos que ayudó a sofocar en el terreno informativo de su buen amigo Trump, al cual visitó en 2017 acompañado del fundador y director de Chatham Asset, Anthony Melchiorre, a la sazón un histórico apoyo republicano y un inversor de alto voltaje.

Y aquí llega la bomba. 

Joshua Benton recuerda que el fondo de cobertura de 3.900 millones de dólares, Chatham Asset, lanzó dos años antes del ascenso presidencial de Trump un “salvavidas financiero” a American Media y se quedó con el 80%. Mismo modus operandi, ¿lo ven?. Y que esa es la forma en que Melchiorre ha sabido entrar en los medios más tradicionales y locales, incluso en Canadá, donde controla el 66% de Postmedia Networks y que fue definido por un periódico rival como “un cáncer en el periodismo canadiense”. 

¿Quién o qué acabará con la crisis del periodismo? ¿Pueden las empresas con un interés real en informar a sus lectores mantenerse firmes sin el apoyo de un gran volumen de suscriptores, cosa que han conseguido periódicos como el New York Times? Y, sobre todo, ¿qué ocurre cuando un fondo tiburón se queda con una compañía de tres decenas de cabeceras locales? Entre ellas, algunas latinas como el Nuevo Herald. 

¿Podemos seguir siendo un país plural en un momento en que la información es oro y el oro solo está en pocas manos?

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