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Un manifestante rompe un cartel con la fotografía del presidente Donald J. Trump, quien canceló  la cumbre que iba a mantener el 12 de junio con el líder norcoreano, Kim Jong-un, aunque abrió la puerta a volver a programarla y amenazó a Corea del Norte con una respuesta militar si actúa de forma “imprudente”. EFE
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“Quien hace el primer movimiento es el ‘invitado’, el último es el ‘anfitrión’”, decía Sun-Tzu, filósofo y estratega militar de la antigua China.

Y en la Casa Blanca parece  que nadie jamás se leyó El Arte de la Guerra.

Entre ires y venires, tira-y-encoges e indecisiones llevadas por el impulso, la administración Trump insiste en escoger mal sus batallas, perdiendo terreno en la política internacional y cediendo el protagonismo en la economía mundial a fuerzas antagónicas como China y Rusia.

Tan sólo el pasado martes, el presidente Trump anunció que suspendía la icónica reunión con el líder norcoreano Kim Jong Un, un encuentro que prometía sentar en la misma mesa a dos naciones históricamente enemistadas.

Esa fue la última decisión en una cadena de desastres diplomáticos: el traslado de la Embajada a Jerusalén, el retiro del Acuerdo Nuclear con Irán, el aumento de las tarifas en hierro y acero, el abandono del Tratado de París…

Para Richard North Patterson, escritor y miembro del Consejo de Relaciones Exteriores, “incidir en estos comportamientos es una sorprendente inversión de la sabia diplomacia”, escribió en su columna para el Huffington Post. “La persistencia silenciosa, las amenazas no ruidosas, cimenta el progreso perdurable. Una política exterior exitosa es más gradual que instantánea: busca resultados, no atención. Las auto-contradicciones perpetuas de un presidente mercurial, adicto al centro de atención, erosionan la credibilidad requerida para el liderazgo global”.

El aspecto más alarmante de estas “estrategias” es precisamente la insistencia en romper pactos sin proponer soluciones.

Para Danielle Pletka, del American Enterprise Institute, “cuando te retiras de algo, tienes que tener algo para reemplazarle”, dijo en el debate para NPR. “(La Administración) habla mucho de reimponer sanciones. Pero hay demasiadas personas en Washington que no entienden que las sanciones no son políticas. Las sanciones son herramientas”.

Si bien los intentos de Trump por llegar a una reunión “a la fuerza” con Corea del Norte a través de sanciones parece para muchos una mejoría en las relaciones, otros suponen que es una perpetuación de errores diplomáticos estadounidenses desde hace más de 20 años en el Medio Oriente.

“La decisión del presidente estadounidense Donald Trump de retirarse del acuerdo nuclear iraní y de reubicar la embajada de Estados Unidos en Israel en Jerusalén se ajusta al patrón de pasos que ha dado Estados Unidos en la región durante las últimas dos décadas”, explica Kiliç Bugra Kanat en su columna para el Daily Sabah. “Desde la invasión de Iraq en 2003, la administración de EE. UU. Comenzó un proceso de ir solo cuando era necesario mientras subestimaba la importancia de los aliados y alianzas en todo el mundo”.

Y es que el aislacionismo y el hermetismo de la Era Trump tiene sus gérmenes en administraciones anteriores, donde la omisión de situaciones graves y la priorización de asuntos políticos ha erosionado la fama de Estados Unidos de defensor de libertades.

“La decisión del gobierno de Obama de retirarse de Iraq y la decisión de no tomar ninguna medida para detener el derramamiento de sangre en Siria fueron hechos unilateralmente por la administración en Washington”, continúa Kanat. “Su cambio de opinión sobre la operación de los EE. UU. en Siria después del ataque con armas químicas se ha convertido en el cenit del unilateralismo de Estados Unidos. No hubo deliberación con los aliados y ninguna consideración de los posibles pasos posteriores al repentino cambio de opinión. En todas y cada una de las decisiones unilaterales, el resultado fue un conflicto prolongado sin solución o sin estrategia”.

Hoy en día, y a pesar de que la administración de Trump ha corrido con la suerte de un mercado con alzas importantes durante su primer año, los efectos de su política “disruptiva” son demasiado imprevisibles, sobre todo en temas económicos.

“La naturaleza impredecible de la Presidencia de Trump le quita el brillo. Sigue existiendo el riesgo de que Trump siga un camino aislacionista y perjudique el crecimiento global”, escribió Stuart Clark, manager de la Guilter Multi-Asset para Investment Week. “Si bien las negociaciones de política exterior aún no han conducido a un incidente geopolítico serio, es imposible medir el riesgo extremo de una guerra comercial o una escalada de la tensión política-militar”.