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Trump visita una fábrica de mascarillas, con la boca al descubierto, y le reciben con la canción «Live and let die». Crédito: Tom Brenne.
Trump visita una fábrica de mascarillas, con la boca al descubierto, y le reciben con la canción «Live and let die». Crédito: Tom Brenne.

Trump está listo para decir “Aquí no pasó nada”

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El presidente Trump y su equipo están tan convencidos de que el Coronavirus es un asunto del pasado, que visitan plantas y hospitales sin máscaras ni protección visible.

Y si el presidente lo hace, el resto del país sigue su ejemplo.

Según anunciaron funcionarios oficiales a los medios el pasado martes,  se han hecho “tantos progresos” para controlar la pandemia en el país, que planean “reducir el grupo de trabajo” sobre el coronavirus en las próximas semanas y “centrar la Casa Blanca en la reactivación de la economía”, según explicó el New York Times.

“El vicepresidente Mike Pence, que ha dirigido el grupo de trabajo durante dos meses, dijo que probablemente concluirá su trabajo a finales de mayo y que la gestión de la respuesta de salud pública volverá a las agencias federales para cuya coordinación fue creada,” agregó el medio.

De igual manera, otros funcionarios dijeron que los planes de la Casa Blanca son consultar con expertos médicos “de manera más informal”, y poner a Jared Kushner “a presionar” para que se avance en el desarrollo de una vacuna.

Sin embargo, cuando los líderes del mundo se reunieron el lunes para organizar fondos y esfuerzos en buscar una vacuna lo antes posible, el gobierno estadounidense brilló por su ausencia.

Asimismo, y en concordancia con la errática respuesta que ha tenido el gobierno de Trump a la pandemia desde el principio, la decisión de poner fin al equipo de trabajo del coronavirus fue anunciada justo después de que salieran a la luz nuevas estimaciones de que se espera que las muertes por COVID-19 en el país se dupliquen durante el mes de agosto.

Eso implicaría alrededor de 150.000 muertes.

El supuesto equipo de trabajo, conformado por el vicepresidente Mike Pence, el secretario de salud y servicios humanos Alex Azar y el secretario del tesoro Steve Mnuchin, no ha sido precisamente la fuerza detrás de la comunicación directa con el país sobre las medidas que se han tomado para palear el efecto social de la pandemia.

Por el contrario, ha sido el mismo presidente quien ha hecho uso de las sesiones informativas diarias para monopolizar el discurso –más bien de campaña– para desestimar el verdadero impacto del virus en el país.

“Ellos sabían”

El Dr. Rick Bright, científico federal que dirigió la oficina de supervisión del desarrollo de una vacuna, y quien dice haber sido destituido de su cargo después de haber cuestionado la eficacia del medicamento contra la malaria que el presidente publicitó como solución contra el coronavirus, ha denunciado abiertamente la negligencia del gobierno desde el principio de la pandemia.

En la denuncia introducida el día martes, el Dr. Bright describe “un asombroso grado de inacción” por parte de la administración, a pesar de haber tenido a tiempo la información del peligro del virus, la “escasez crítica” de insumos de protección y la urgencia de desarrollar una vacuna.

“A pesar de los esfuerzos del Dr. Bright por asegurar que el gobierno de los Estados Unidos dedicara los recursos apropiados y el personal experto para combatir este virus mortal, los dirigentes políticos del HHS le hicieron críticas infundadas por sus esfuerzos proactivos para invertir en la fase inicial del desarrollo de la vacuna, así como en suministros críticos como mascarillas, respiradores y bastoncillos, que escaseaban y serían necesarios para combatir el COVID-19,” dice la denuncia.

“A partir de entonces, los dirigentes políticos del HHS tomaron represalias contra el Dr. Bright por sus objeciones y su resistencia a financiar medicamentos potencialmente peligrosos promovidos por aquellos con conexiones políticas y por la propia Administración.”

Sustentando sus alegatos con correos electrónicos y documentos, el Dr. Bright también denunció al HHS por “amiguismo” y el otorgamiento de contratos a empresas con conexiones políticas con la Administración.

Con respecto al suministro de mascarillas N95, por ejemplo, Bright denuncia que tan pronto como el 21 de enero su oficina fue contactada por Mike Bowen, copropietario y Vicepresidente Ejecutivo del productor nacional de mascarillas quirúrgicas Prestige Ameritech, quien aseguraba que había firmado contrato con el Departamento de Seguridad Nacional para la producción del equipo necesario.

Sin embargo, Prestige Ameritech no dio la talla.

De manera similar, el gobierno rechazó la inyección de fondos en desarrollar una vacuna, prefirió intentar vender al público el uso de medicamentos contraindicados como la hidroxicloroquina, eventualmente se deshizo del Dr. Bright y, ahora, pretende hacer como si aquí no hubiese pasado nada.