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El presidente estadounidense, Donald J. Trump (dcha), conversa con su homólogo galo, Emmanuel Macron, mientras asisten al desfile militar por el Día de la Bastilla en los Campos Elíseos en París (Francia) el 14 de julio de 2017. EFE/Ian Langsdon
El presidente estadounidense, Donald J. Trump (dcha), conversa con su homólogo galo, Emmanuel Macron, mientras asisten al desfile militar por el Día de la Bastilla en los Campos Elíseos en París (Francia) el 14 de julio de 2017. EFE/Ian Langsdon

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La estrategia política del recién electo presidente de Francia, Emmanuel Macron, pareciera ser la manera más inteligente de manejar a un homólogo cuyas posturas son radicalmente distintas, y que no es del todo bienvenido en Europa.

Entre protestas en la capital francesa por parte de activistas medioambientalistas, el presidente Trump tuvo una acogida bastante distinta a la que recibió en Arabia Saudita o en Polonia, por ejemplo.

Medios nacionales anunciaban la llegada del presidente estadounidense entre titulares como “Un Paria en París” (Libération), “Macron intenta jugar a la par” (Franceinfo) y “Mensaje amistoso y símbolo político” (L’Opinion); la opinión pública más crítica ha percibido la visita estadounidense más como una estrategia que como una alianza.

El 14 de julio se cumplen 100 años de la entrada de Estados Unidos en la primera guerra mundial, y el presidente Macron no quiso dejar pasar por alto la conmemoración, sobretodo en una circunstancia política en la que el joven presidente se ve aventajado por su importante victoria presidencial y por la consecuente parlamentaria, muy al contrario de su homólogo americano.

Macron habría recibido previamente a Vladimir Putin en el Palacio de Versalles para la inauguración de una exposición que celebraba el tricentésimo aniversario de la visita del zar Pedro El Grande a París. Según el analista Bruno Tertrais de la Fundación para la Investigación Estratégica, el presidente francés estaría tratando a Donald Trump “incluso mejor que a Vladimir Putin, subrayando la importancia de una alianza con Washington”, según reportó el diario francés Le Monde.

Pero tal símbolo político causa desencuentros de opinión en una Europa donde tanto Alemania como Inglaterra perciben al presidente estadounidense como una amenaza a los acuerdos internacionales, sobretodo tras su retirada del Acuerdo de París.

Haciendo hincapié en los puntos en común, el presidente francés declaró en una entrevista el día jueves que “tenemos un punto en común que es esencial: la lucha contra el terrorismo y la protección de nuestros intereses vitales”, asegurando que “tanto en el Medio Oriente como en África, nuestra cooperación con Estados Unidos es ejemplar”. De esta manera, Macron ha dejado claro su interés por enseñarle a Trump “el estilo francés” de hacer política, con la clara esperanza de que el mandatario estadounidense reconsidere sus posturas internacionales.

La ventaja diplomática de Macron sobre Trump fue innegable en su jornada parisina. No sólo el lenguaje no verbal de las parejas presidenciales fue evidente en las imágenes difundidas a nivel mundial, sino que la insistencia y la galantería presentada por el presidente estadounidense rayaron en la desesperación por un aliado a través del Atlántico que mejore la circunstancia en la que se encuentra Washington en estos momentos.

El factor comparativo es inevitable cuando de personajes políticos se trata. En una Francia que se abre camino a un nuevo estilo de gobierno “independiente”, con un presidente que personifica la diplomacia, la juventud y la innovación, Estados Unidos se vio representado por un personaje muy desventajado, que busca en la calle lo que le está siendo negado en casa: aprobación y reconocimiento.