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Se teme que Sotomayor lleve su "racismo" al estrado

Se teme que Sotomayor lleve su "racismo" al estrado

Sus detractores se han prendido de su género y étnia para  crucificarla.

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La jueza Sonia Sotomayor ha encendido
una polémica en EEUU acerca de si su sexo y etnicidad hispana
interfieren en la imparcialidad que requiere el cargo vitalicio en
el Tribunal Supremo para el que ha sido nombrada.

El paquete de información sobre el expediente personal,
financiero y laboral de Sotomayor que la Casa Blanca remitió al
Comité Judicial del Senado el jueves demuestra que la juez
neoyorquina ha expresado orgullo étnico no sólo en un discurso en
2001 sino también en otros de los más de 80 que dio entre 1994 y
2003.

Quienes se oponen a su confirmación se han prendido del que dio
en 2001 en California, cuando dijo que "una mujer sabia latina"
tomaría mejores decisiones que un juez blanco que no ha vivido esas
experiencias.

Sus detractores, incluyendo algunos republicanos y líderes y
grupos conservadores como Rush Limbaugh y "Judicial Confirmation
Network" temen que, si es confirmada, Sotomayor llevará su "racismo"
al estrado y, como "activista judicial", "dictará" leyes en vez de
interpretarlas.

Los demócratas y grupos cívicos e hispanos aseguran que Sotomayor
sabrá hacer cumplir el "imperio de la ley" sin que medien sus
convicciones ideológicas.

Salvo que en la montaña de documentos se desentierre algún
escándalo de corrupción, violación ética o secretos personales, los
analistas prevén que Sotomayor, de 54 años, será ratificada.

La historia de Sotomayor, de ascendencia puertorriqueña,
personifica el "Sueño Americano" del que se precia EEUU: nació y se
crió en un barrio pobre de Nueva York, se graduó summa cum laude en
Princeton y estudio leyes en Yale.

Ha ocupado puestos bajo un presidente republicano y otro
demócrata, y tiene 17 años de experiencia judicial, más que ningún
otro candidato al Supremo en más de un siglo.

Si la confirman, Sotomayor será la primera latina y tan sólo la
tercera mujer en el panel de nueve jueces en el Supremo en sus más
de 200 años de historia.

Eso en un órgano donde, de 111 jueces que ha tenido la máxima
corte en toda su historia, 107 han sido hombres de raza blanca y
sólo dos han sido mujeres, Sandra Day O'Connor, ahora jubilada, y
Ruth Ginsburg.

Para llegar al Supremo cuando inicie su sesión el próximo 5 de
octubre, Sotomayor tendrá que sobrevivir un campo minado en el
Senado y la campaña mediática que han montado los conservadores
desde que el presidente Barack Obama la nombró el pasado 26 de mayo.

"Esperemos que las principales conferencias (audiencias del
Supremo) no ocurran cuando ella esté menstruando o esté a punto de
menstruar; eso sí que sería muy malo. Sólo Dios sabe lo que nos
pasaría", ha dicho el comentarista conservador G. Gordon Liddy.

De "racista" la han acusado Limbaugh y el ex presidente de la
Cámara de Representantes, Newt Gingrich, aunque este último ha
bajado el tono de su retórica tras las presiones de líderes
republicanos que no quieren ahuyentar aún más a los votantes
hispanos.

En todo proceso de confirmación -baste recordar los casos de los
jueces John Roberts y Samuel Alito- los ataques son inevitables.

Si bien es necesario debatir asuntos legítimos sobre filosofía
judicial y la lectura objetiva de la Constitución, lo lamentable es
que "los grupos e ideólogos extremistas no busquen un debate
razonable sino hacer una caricatura" superficial de Sotomayor, se
quejó Tom Goldstein, un bloguero del Tribunal Supremo.

Pero en la blogósfera no cesan las diatribas de conservadores
sobre el "racismo de la izquierda", la "hipocresía de los
progresistas" y el "patrón de racismo" contra los blancos que
presuntamente alberga Sotomayor.

"Estas acusaciones son ridículas. La conozco personalmente y sé
que ella es toda una profesional", dijo hoy a Efe Angelo Falcón,
presidente del Instituto Nacional para Política Latina.

"En sus discursos, argumentaba que a través de la historia los
hombres blancos han tenido posiciones privilegiadas y que había que
ser más inclusivos, porque las minorías pueden aportar perspectivas
muy valiosas", argumentó.

En su audiencia de confirmación como juez de apelaciones hace más
de una década, Sotomayor dijo que ningún juez puede "acomodar la
Constitución a su antojo, porque dice lo que dice y tenemos que
cumplirla".

Sotomayor se enorgullece de su cultura boricua -le encanta el
"cuajo", un plato típico de tripas de cerdo- y en 1996 aludió, en un
discurso en la Universidad Hofstra, a la "llama latina" que lleva
dentro.

Cuando se someta de nuevo al escrutinio del Senado, tendrá que
demostrar que, aunque nadie puede desprenderse de su historia de
vida, esa "llama" jamás interferido o interferirá en sus dictámenes
desde el estrado.