El día viernes 20 de Enero de 2017, Donald J. Trump se juramentó como el cuadragésimo quinto Presidente de los Estados Unidos, en una ceremonia consecuente con la más estricta de las tradiciones: la transferencia pacífica del poder, rodeada de emblemas y del espíritu de la democracia, que ha caracterizado a los Estados Unidos desde su fundación como República.

Entre protocolos, franjas blancas, rojas y estrellas, un momento histórico tuvo al público mundial en una tensa calma.

Aquellos que, por su parte, aún consideraban el evento un chiste de mal gusto, percibían frente a las pantallas una escena de película hollywoodense. De la misma manera, los más fatalistas se sumieron en la más honda de las depresiones; los pocos fanáticos rellenaron una cuarta parte de los jardines que otrora fueran desbordados en el 2008, y los más audaces se preparaban para tomar las calles al día siguiente, reacios a quedarse de manos cruzadas mientras los principios fundacionales de su patria se vieran terroríficamente amenazados.

La retórica populista y nacionalista del (ahora) Presidente, hizo eco de sus lineamientos durante la campaña electoral, defraudando a quienes todavía esperaban que fuera sólo una estrategia política.

En un proto-discurso demagógico, el Presidente reforzó la idea nacionalista de la producción americana y las retaliaciones étnicas, que no pasaron desapercibidas en Latinoamérica.

La prensa suramericana estalló desde el preámbulo del evento, haciendo un seguimiento minucioso de la jornada.

El jefe de Gobierno de la Ciudad de México se pronunció inmediatamente, prometiendo la seguridad y la perseverancia frente a las amenazas contra la integridad de los inmigrantes mexicanos en los Estados Unidos.

El diario el Clarín (Argentina), destacó la frialdad y la tensión en el evento, haciendo un reportaje minuto a minuto de la ceremonia, en la pluma de Paula Lugones.

La plataforma informativa InfoBae fue más objetiva, pero insistió en la perseverancia del discurso desde “política internacional hasta inmigración, pasando por la violencia, el crimen organizado y la pobreza y generación de trabajo”, haciendo también un recuento de las 10 frases más importantes de la asunción de Donald Trump, entre ellas:

“No importa si somos blancos, negros o morenos; todos tenemos sangre roja de patriotismo” y la más resaltada a nivel internacional (por su nivel de contradicción): “seguiremos dos simples reglas: comprar estadounidense y contratar a estadounidenses”.

Destapando el elefante en la sala, el diario La Razón (Bolivia), anunció el “rostro del populismo victorioso”, resaltando la incredulidad frente a la nueva administración y la “llegada a la presidencia de un hombre sin ninguna experiencia política previa, cuyas salidas xenófobas y sexistas causan escándalo, pero que provoca el entusiasmo de una parte de Estados Unidos”.

Por su parte, el Diario La Tercera (Chile) reconoció la ausencia de la bancada demócrata en la toma de posición de Donald Trump, haciendo énfasis en el cariz nacionalista del nuevo presidente. Asimismo, el portal de noticias brasilero, O Globo, respaldó la ruta “nacionalista” que pareciera tomar ahora la potencia más grande del mundo.

En una línea editorial más personal, el diario colombiano La República, hizo una revisión que puso todos los puntos sobre las íes: desde la tradición de liderazgo en la política americana, hasta los riesgos económicos que enfrenta el mundo si la parafernalia del nuevo Presidente de los Estados Unidos resulta ser real, más allá de populistamente eficaz.

El diario más radical en el letargo comunista cubano, Granma, rescató cifras que se hayan ausentes en la prensa general, como son los “100 millones de dólares recaudados para la organización de los actos de investidura, una cifra récord en la historia de las tomas de posesión en Estados Unidos”. Asimismo, expuso el tema más repetido en las redes sociales: la diferencia de quórum entre la investidura de Trump y la de su predecesor, el popular Barack Obama.

Pero uno de los artículos más destacados, sobretodo por su asertividad en cuanto a la realidad de la dualidad inmigrante-residente fue el de Enriqueta Cabrera en el Universal (México).

Para Cabrera, “la historia de los mexicanos en Estados Unidos está vinculada a dos fenómenos contradictorios, por un lado la mano de obra mexicana es llamada y bienvenida durante períodos de crisis y de crecimiento económico, cuando se requiere trabajo de inmigrantes. Posteriormente termina o disminuye la necesidad e inicia con toda fuerza el argumento de que ocupan puestos de trabajo y son responsable del desempleo de trabajadores estadounidenses blancos, así como de todos los males que los aquejan”.

Más allá de la prensa digital y física, los voceros y representantes de estado latinoamericanos recurrieron a sus cuentas oficiales de Twitter para felicitar al nuevo mandatario estadounidense, así como también elevar esperanzas de relaciones diplomáticas exitosas durante el nuevo período.

El Presidente de México, Enrique Peña Nieto, aseguró que  “la soberanía, el interés nacional y la protección de los mexicanos guiarán la relación con el nuevo gobierno de Estados Unidos”.

Por su parte, el Presidente de Bolivia, Evo Morales, espera que con el nuevo Presidente “terminen las intervenciones y las bases militares en el mundo”.

Asimismo, Juan Manuel Santos declaró que Colombia espera mantener y mejorar las relaciones con el país del norte, asegurando que “los intereses estratégicos de Estados Unidos están al sur del Río Grande”.

Y finalmente, Horacio Cartes también se sumó al llamado a reforzar las relaciones entre los países suramericanos y el nuevo gobierno estadounidense.

La reacción popular en las redes no pasó por alto los errores en la foto del nuevo perfil presidencial en twitter, las analogías entre el nuevo mandatario y líderes fascistas históricos y referencias a la cultura popular, en un impulso por demarcar el nuevo período como el más peligroso para el mundo, desde los inicios del siglo pasado.