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Paul Manafort, exjefe de campaña del presidente estadounidense Donald Trump, sale de la corte federal el lunes 30 de octubre de 2017, en Washington, DC (EE.UU.). Una jueza de Estados Unidos ordenó la reclusión en régimen de arresto domiciliario para Paul Manafort, exjefe de campaña del ahora presidente, Donald Trump, y le fijó una fianza de 10 millones de dólares, que tendrá que pagar si infringe las condiciones de su reclusión. EFE/TASOS KATOPODIS
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Paul Manafort es conocido por haber sido el director de campaña de Donald Trump entre los meses de junio y agosto del 2016, pero su trayectoria política y su involucramiento en campañas internacionales es mucho más amplia.

Después de que la imagen de su entrega al FBI el día lunes recorriera el mundo entero, la historia de este asesor demuestra que la política estadounidense no se enreda de la noche a la mañana.

Una carrera política muy bien enraizada

Después de egresar de la Georgetown University en Administración de Empresas en 1971 y de la Escuela de Derecho en 1974, Paul Manafort formó parte del Comité del Presidente Ford en 1976 y posteriormente de la campaña presidencial de Ronald Reagan en 1980, elección tras la cual formaría parte del staff presidencial en la Casa Blanca.

En 1981, formó parte de la Junta de Directores de la Corporación de Inversiones Privadas en el Extranjero, para incorporarse como asesor en las campañas presidenciales de George H. W. Bush en 1988 y de Bob Dole en 1996.

Trabajo como Loobyist

A partir de los años 80, Manafort fundó una asociación de “cabildeo” (grupos de presión para influir en la Administración Pública) junto con Charles R. Black Jr. y Roger J. Stone, desde la cual trabajaría para apoyar a líderes políticos como Jonas Savimbi en Angola, Ferdinand Marcos en Filipinas y Mobutu Sese Seko en Zaire.

Gran parte del trabajo de la firma de Manafort se destinó a asesorar regímenes que violaban abiertamente los derechos humanos, según el reporte del Centro para la Integridad Pública titulado The Torturer’s Lobby, recibiendo pagos multimillonarios en el proceso.

Manafort fue también conocido por haber participado en la campaña de Edouard Balladur en las elecciones francesas de 1995, recibiendo hasta 200.000 dólares a través de una cuenta de un traficante de armas involucrado con intermediarios que participaron en el escándalo del Submarino Agosta (mejor conocido como el escándalo Karachi).   

Intervención en Ucrania

Pero la obra maestra de Manafort fue su trabajo como asesor en la campaña presidencial de Viktor Yanukovych en Ucrania, entre diciembre del 2004 y febrero del 2010, en contra de la férrea oposición estadounidense al candidato por sus nexos con el líder ruso Vladimir Putin.

A pesar de la llamada Revolución Naranja y los movimientos sociales en Ucrania, el trabajo de Manafort consiguió que Yanukovych venciera por un margen muy estrecho a Yulia Tymoshenko, líder de las manifestaciones.

Entre los años 2007 y 2008, Manafort se vio involucrado en proyectos como la adquisición de la compañía de telecomunicaciones ucraniana y la reconstrucción de hoteles en Nueva York, de la mano de oligarcas rusos (mejor conocidos como “nuevos rusos”, quienes han amasado grandes cantidades de dinero gracias a la privatización de la economía rusa post-1989).

Desde entonces, y como reportó la Associated Press, Manafort ha negociado contratos de hasta 10 millones de dólares al año con oligarcas como Oleg Deripaska para “promover los intereses rusos en políticas, empresas y cobertura mediática en Europa y Estados Unidos”.

En una entrevista con la ABC durante el mes de abril del 2016, Manafort declaró que todas sus actividades tenían como propósito “llevar a Ucrania más cerca de Europa”.

Pero para poder trabajar en cabildeo (“lobbying”) en países en el extranjero, el Departamento de Justicia estadounidense exige que individuos como Manafort se registren bajo la Foreign Agents Registration Act, cosa que el asesor nunca hizo, y que le costaría su privación de libertad el pasado lunes, cuando se entregara voluntariamente ante el FBI.

En las filas de Trump

Desde marzo del 2016, Manafort se incorporó a la campaña presidencial de Donald Trump para “acorralar” a los delegados y lograr cerrar acuerdos políticos que garantizaran un respaldo sólido detrás del inesperado candidato.

Después de que Corey Lewandowski fuera despedido como director de campaña, Trump ascendió a Manafort al cargo, desde donde controló las actividades diarias de la campaña (presupuesto, reclutamiento, promoción y estrategia mediática).

Según publicaron varios medios nacionales, el 9 de junio del 2016 Manafort junto con Donald Trump Jr. y Jared Kushner, participaron en una reunión con la abogada rusa Natalia Veselnitskaya en la Torre Trump, intentando obtener información perjudicial para la candidata demócrata Hillary Clinton.

Durante el mes de agosto del 2016, sus conexiones con el ex presidente ucraniano Yanukovych llamaron la atención en Estados Unidos, y se descubrió que había recibido de manera ilegal hasta 12.7 millones de dólares provenientes del Partido de las Regiones en ucrania. Para el 19 de agosto del 2016, Manafort había “renunciado” a la campaña presidencial de Trump.

Lavado de dinero

Pero, ¿qué hacía el asesor con todo su dinero?

La investigación llevada a cabo por el FBI demostró que Manafort no escatimaba en multiplicar su dinero, fuese como fuese.

Las acusaciones de la investigación desvelaron que el ex director de campaña de Trump habría “lavado” más de 18 millones de dólares en el exterior, gastándolos sin miramientos en territorio estadounidense.

“Casi un cuarto de millón de dólares en carros de lujo; remodelaciones en los Hamptons por más de 820.000 dólares y gastos en alfombras antiguas de casi un millón de dólares”, son parte de las finanzas desveladas por la investigación en las cuentas privadas de Manafort, según reportó CNN.

El dinero provenía de Ucrania a través de cuentas en paraísos fiscales y eran despilfarrados en Estados Unidos o utilizados en movimientos inmobiliarios irregulares.

“En algunos casos, las acusaciones indican que Manafort mentía a los bancos sobre cómo sus casas eran utilizadas para obtener más préstamos generosos”, sigue el reporte. El asesor habría gastado hasta 6.4 millones de dólares en propiedades entre Nueva York y Virginia.

Falsas declaraciones fiscales y bancarias, le permitieron obtener montos millonarios en préstamos y alquileres, retroalimentando cuentas de hasta 75 millones de dólares que paraísos fiscales como Chipre, Seychelles, San Vicente y las Granadinas, permiten gestionar a través de empresas ficticias, como bien explica el diario The Atlantic.

El hombre del Presidente

Considerando la trayectoria política de Paul Manafort, cualquier persona involucrada en agencias gubernamentales en Estados Unidos sabía de su perfil profesional.

La pregunta que queda en el aire es, ¿Cómo llegó un hombre así a trabajar para el (ahora) presidente?

En su defensa, Donald Trump aseguró el día lunes que “esto fue hace años” (refiriéndose al trabajo de Manafort para Ucrania), pero ¿quién revisó los antecedentes del director de campaña antes de ascenderlo al cargo?

Para todas las respuestas, habrá que esperar la próxima perla que suelte la investigación de Robert Mueller.