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Manuel de Dios Unanue, former editor of El Diario-La Prensa, the oldest Spanish-language daily paper in the country, killed by Colombian drug capos back in 1992.
Manuel de Dios Unanue, exeditor de El Diario-La Prensa, el períodico de habla hispana más antiguo del país, fue asesinado en 1992 por órdenes de capos colombanos. 

[OP-ED] Reportar la verdad le costó la vida

Han pasado 26 años desde el asesinato del valiente periodista neoyorquino Manuel de Dios Unanue a manos de un joven pistolero con retraso mental, que se le…

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Han pasado 26 años desde el asesinato del valiente periodista neoyorquino Manuel de Dios Unanue a manos de un joven pistolero con retraso mental, que se le acercó tranquilamente por la espalda en un restaurante español en Jackson Heights, Queens, y le dio dos balazos en la cabeza.

Era la época del apogeo de los carteles de la droga colombianos, y su perniciosa influencia se extendió a Nueva York, especialmente a Queens, donde Unanue vivió y murió. El coraje de denunciar a los capos de las drogas y su venenosa presencia en su ciudad le costó la vida al periodista cubano.

El asesino, conocido como Mono, recibió $ 4.500 de los capos colombianos, que eran objeto de un implacable escrutinio por parte de Unanue. "El periodista cayó muerto en un charco de sangre, dejando atrás a su compañera y una hija de 2 años", escribí en el New York Daily News en ese momento.

Unanue, el exeditor de El Diario-La Prensa, el diario más antiguo en español del país, tenía 48 años cuando fue asesinado el 11 de marzo de 1992. Su muerte fue un sombrío recordatorio de cuán frágil es la libertad de prensa.

 "Me parece que dio su vida por toda la sociedad", dijo el cardenal John O'Connor a las 1.500 personas que asistieron a un emotivo servicio en la Catedral de San Patricio unos días más tarde.

"La democracia estadounidense, y su piedra angular, la Primera Enmienda a la Constitución, se vieron afectadas por el cobarde asesinato de Unanue en un restaurante de Nueva York, y se convirtió en un recuerdo vergonzoso para quienes no lo protegieron de una muerte violenta", escribió hace un año Hernán Guaracao, editor de Al Día News.

Unanue, el exeditor de El Diario-La Prensa, el diario más antiguo en español del país, tenía 48 años cuando fue asesinado el 11 de marzo de 1992.

Sin embargo, más de un cuarto de siglo después de que el alto, delgado e intenso periodista perdiera la vida por dar a conocer la verdad, y con la Primera Enmienda bajo implacable ataque del presidente del país y la extraña pandilla de ancianos generales, fascistas, racistas, misóginos y homofóbicos de que se ha rodeado, parece que la trayectoria y la labor de Unanue han sido vergonzosamente olvidados por aquellos que, más que nunca, deberían seguir su ejemplo, expresar su admiración o, al menos, respetar su coraje y sacrificio. 

Increíblemente este año no se publicó ni se transmitió una sola palabra sobre el trabajo periodístico de Unanue y la pérdida que su asesinato representó para la profesión que amaba y para la ciudad de Nueva York, ni siquiera en El Diario-La Prensa, el periódico del que había sido editor. Es como si la vida valerosa y la muerte trágica de alguien que debería ser un símbolo de la lucha contra los "hechos alternativos", medias verdades y mentiras desvergonzadas emitidas a diario por Donald Trump y sus acólitos hubiera perdido su significado para sus colegas y para la profesión por la que vivió y murió.

Vergonzoso, absurdo e inexcusable.

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