Latinoamérica es pionera en mujeres presidentes
Normalmente, Estados Unidos debería “el primero.”
Así como fue el primer país de poner un hombre en la luna, o el primero en el número de medallas de oro en los juegos olímpicos.
O el primero en la economía más grande del planeta, o el primero en desarrollo tecnológico.
Pero en materia de cultura política, y en el otorgarle a las mujeres la oportunidad de liderar la sociedad, los hechos de la historia reciente del continente lo ponen sorprendentemente, no en el primer lugar, sino paradójicamente en el último.
Normalmente, Estados Unidos debería “el primero.”
Así como fue el primer país de poner un hombre en la luna, o el primero en el número de medallas de oro en los juegos olímpicos.
O el primero en la economía más grande del planeta, o el primero en desarrollo tecnológico.
Pero en materia de cultura política, y en el otorgarle a las mujeres la oportunidad de liderar la sociedad, los hechos de la historia reciente del continente lo ponen sorprendentemente, no en el primer lugar, sino paradójicamente en el último.
De elegirse este 8 de noviembre como Presidente de los Estados Unidos de América a Hillary Rodham Clinton, la nación más poderosa en el continente americano finalmente elegiría a la primera mujer a dicho cargo, 22 años después de que otra mujer, Geraldine Ferraro, alcanzara por un momento a aparecer en una elección como segunda en el ticket del candidato Presidencial Walter Mondale, en 1984.
De Evita a Hillary
Pero solo será, de sucederse, en el año 2016, en el siglo XXI, 40 largos años después de que dicho fenómeno ocurriera en Latinoamérica.
Allí la primera mujer llegó a la oficina ejecutiva en el año 1974, más de 25 años de que terminara el siglo XX.
Ella fue la esposa del presidente de Argentina, Juan Domingo Perón, María Estella Martínez de Perón, o Isabel Perón, quien fue jurada como presidente de la nación latinoamericana el día primero de Julio de 1974, convirtiéndose así en la primer mujer presidente entre todas las naciones del mundo.
Allí la sombra de Evita Perón, la reverenciada primera esposa de Perón, aún se proyectaba en la sociedad argentina 22 años después de su muerte.
Pero fue en la década de los 90, cuando se produjo casi en serie la elección consecutiva de mujeres a la presidencia de naciones al sur del continente, en un interesante fenómeno político que se extiende hasta nuestros días, cuando algunas aún todavía ejercen el poder ejecutivo y su elección ya no es un fenómeno excepcional, como posiblemente lo será este año en los Estados Unidos.
La primera fue en Nicaragua, donde la viuda de un periodista asesinado logró sacar del poder en el año 1990, y por la vía electoral, a los revolucionarios sandinistas que se habían tomado el poder a la fuerza de manos del dictador Anastasio Somoza.
A Violeta Chamorro, primera mujer presidente de Nicaragua, la seguirían como fórmula de concordia política casi una decena mujeres, desde el Ecuador al Brasil y luego, nuevamente, en Argentina, así como en Panamá, Costa Rica, y la misma Guyana.
Los artículos siguientes no solo muestran el camino difícil y controversial que ha recorrido la primera mujer que se ha atrevido a poner su nombre a consideración del electorado norteamericano para la posición de Presidente del país, la esposa del antiguo Presidente Bill Clinton, en cruenta contienda verbal con un candidato republicano acusado sistemáticamente de usar su poder económico para abusar del sexo opuesto.
También reseñan la historia reciente en que las naciones al sur de la frontera aparecen como pioneras en otorgarles poder político, el más alto de todos en la oficina ejecutiva, a las mujeres.
Un artículo adicional muestra la experiencia en Europa, donde la elección a la oficina ejecutiva antecedió también por décadas lo que podría ocurrir excepcionalmente en Estados Unidos en las próximas dos semanas.
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