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Varios hombres de origen haitiano esperan su turno en el proceso de captura de datos en el Ministerio de Interior y Policía el 17 de junio en Santo Domingo, a unas horas de vencerse el proceso de inscripción al Plan de Regularización de Extranjeros. Quienes no se hayan acogido al Plan, serán repatriados. EFE/Orlando Barría
Varios hombres de origen haitiano esperan su turno en el proceso de captura de datos en el Ministerio de Interior y Policía el 17 de junio en Santo Domingo, a unas horas de vencerse el proceso de inscripción al Plan de Regularización de Extranjeros…

La Sentencia dominicana: Tres perspectivas

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Se estima que unos 460 mil inmigrantes de origen haitiano viven actualmente en la República Dominicana, país que históricamente ha mantenido una turbulenta relación con sus vecinos en la pequeña isla de La Española, los haitianos. Mientras que el discurso internacional tiende a tildar la situación como conflicto racial, el hacerlo no hace justicia a la complejidad de la misma —y desvía la atención de otros factores no menos importantes que la empeoran—. En una visita reciente al país, tuve la oportunidad de conversar sobre el asunto con varias personas que, de una manera u otra, se ven afectadas. Sus perspectivas, aunque divergentes, indican la gravedad de la situación y los múltiples factores, presentes y pasados, que la fomentan. Aquí comparto algunas de sus declaraciones, así como sus propuestas para solucionar este creciente problema.

Emilio Pérez, trabajador de origen haitiano 

Emilio Pérez se autodenomina un “mil oficios”, dedicado a la construcción, la agricultura y otros trabajos esporádicos. Él dejó a su país en un momento de gran inestabilidad, en el que Haití enfrentaba un incremento de la violencia cívica, conflictos políticos e instituciones en deterioro. Tras 26 años en República Dominicana, ya con dos hijas (una de 24 años, y la otra de 3) y dos nietos que nunca han visitado a Haití (ni hablan el idioma Creole) Emilio se encuentra cara a cara con una posible deportación, bajo el Plan Nacional para la Regularización de Extranjeros del gobierno Dominicano. 

Sobre su experiencia en el país: 

“Llevo aquí 26 años, desde el 1989, he hecho mi vida aquí. No tengo ningún documento de aquí pero no quisiera irme porque tengo ya mucho tiempo y quería seguir, estar aquí. Algunos de mis amigos se han ido y me dicen que hay que traducir [los documentos] al español y hacer muchas cosas. Ellos ponen las cosas muy difíciles para conseguir esos papeles. Por eso yo no me he ido”.

Sobre una solución justa y humana al problema: 

“Les diría a los políticos que si pudieran que se pongan de acuerdo. Puede haber muchos más que tienen mucho tiempo aquí, como yo. Porque nosotros somos trabajadores. En el barrio donde vivo yo, ya ahí me conocen, ya llevo 15 años. Nunca he tenido problemas con nadie. Todo el mundo me quiere. Si pudieran arreglar eso y a la gente así dejarnos tranquilos para estar aquí. Si me deportan, no puedo hacer más nada. Lo único que puedo hacer es irme. Más nada”.

Antonio Ciriaco Cruz del Director, Instituto de Investigaciones Socioeconómicas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD)

El licenciado Ciriaco Cruz es un reputado catedrático en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UASD, la universidad primada de América.

Sobre la situación actual: 

“Históricamente, Haití ha tenido muchos problemas: de inestabilidad política, de carácter social, dictaduras, gobiernos a los que les han dado golpes de estado... Todo eso genera una sociedad totalmente desigual. Estamos diciendo que es el país más pobre de América Latina. En términos de paridad adquisitiva, Haití consta de unos $600 a $700 dólares al año por persona, comparado con unos $11,500 dólares en la República Dominicana. Esto presenta una diferencia en la calidad de vida, lo que es un elemento importante, llamativo para que [las personas de] un país emigren a otro país que tenga condiciones diferentes”.

Sobre los factores que han causado la situación actual: 

“Es evidente que cuando te encuentras en una nación cuyas características y cuyos indicadores socioeconómicos son los que te presenta el gobierno haitiano, cuando básicamente tienes un nivel de pobreza entre un 60 y un 70 por ciento de la población, donde los niveles de desnutrición y analfabetismo son muy altos, entonces yo creo que es evidente un fracaso de la clase política”.

“¿Y que está haciendo esa clase política? Muchas veces estimulando los procesos migratorios. Esta es una forma de quitarse presión en términos políticos y en términos sociales. Pero hasta que esa nación, hasta que esa clase política no se empodere, ningún país les va a resolver un problema. Ningún país le ha resuelto el problema a otro, en ninguna parte del mundo. Esa es la historia de estos problemas. Y el desarrollo es producto de un proceso endógeno de la clase social, de la clase política y del empoderamiento social”. 

Sobre una solución justa y humana al problema: 

“En primer lugar somos una isla, yo creo que hay que buscar un elemento que nos una, un elemento de cooperación que nos permita potenciar nuestras relaciones porque hay que tomar en consideración que el segundo gran socio comercial de la Republica Dominicana es Haití. Esa es la realidad. Al margen de todo hay empresas dominicanas que están instaladas en Haití y hay un comercio bastante fluido. Esos son elementos que creo que nosotros debemos potenciar”. 

Yo creo que lo que le ha faltado a la República Dominicana es explicar bien la situación domínico-haitiana. Por mucho tiempo, la República Dominicana estuvo al margen de los organismos internacionales y permitió que nos condenaran en la comisión de los derechos humanos, de la OEA (Organización de los Estados Americanos). No supimos defender nosotros nuestra posición. Creo que en cierta manera, estamos cosechando las debilidades de nuestro sistema de relaciones internacionales”. 

“Por otro lado, hay una situación en el imaginario del Dominicano: El Dominicano asocia pobreza con negritud. Es una situación que históricamente ha sido así. Y el grupo dominante ha actuado de esa forma. Entonces, es como que no quieren a ese tipo de persona a su lado. Yo pienso que en la medida en que Haití mejore sus condiciones de vida, en esa medida tendrá una imagen diferente”.

Hay cosas que cambiarán también en el futuro en la medida en que el Dominicano se haga consciente de sus orígenes. La educación tiene mucho que ver con esto, el tipo de educación que se nos ha dado. En la medida en que vas cambiado la educación, el nivel educativo, la gente va cambiando el perfil y su forma de ver al otro. Hay que tener un tipo de educación mas inclusiva [en nuestro país], en la que uno se reconozca a sí mismo, a sus orígenes y limitaciones, y yo creo que eso con el tiempo va a cambiar.

Yo creo que la posición del gobierno es la correcta. A esas 209.000 personas que son dominicanos, vamos a darles su documentación como dominicanos, y resolver ese problema. A los otros, todo el que quiera venir a la República Dominicana tiene que ser bajo un proceso legal.  Eso tiene que ser así. Esas son las reglas de la convivencia. Ese es un elemento primordial: El proceso de normalizar las relaciones bilaterales a través de la regularización de la mano de obra inmigrante.  Eso es lo primero. Y luego ya lo demás es darles los derechos que les da la constitución de la república. Ya ese no es un elemento de carácter humano sino de un respeto a los derechos. Hay 209.000 personas a las que no se puede dejar en el limbo. A la gente que haya nacido y se haya criado aquí, aunque sus padres eran haitianos indocumentados, hay que darles sus papeles, porque es un derecho y punto.”

David Phipps, Pastor, Vicepresidente Nacional y Comisionado para la región noreste de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos

La organización en la que se desempeña David trabaja en defensa de los derechos fundamentales de los seres humanos. La misma ha estado realizando gestiones para orientar, trabajar y dar seguimiento a casos de haitianos, para prevenir el abuso de sus derechos individuales y ciudadanos. 

Sobre la situación actual: 

“Ellos [los haitianos] quieren venir aquí a buscar mejor vida, porque en Haití no hay vida. Lo que hay es problemas: la parte económica, la parte de la pobreza. Después del terremoto se agravó aún mas la situación. Ellos emigran del país, no importa si tienen que volar la cerca o pasar por el río para llegar aquí y buscar mejor vida. Hay maltratos, rechazos contra los hermanos haitianos en el sentido de que cuando caen presos por algunas cosas en redadas o sin papeles, sin documentos, ellos no pueden demostrar nada. Entonces, nosotros vamos a las cárceles y ahí pedimos su libertad, porque existen derechos fundamentales de transitar, aunque no tengan documentos. Y estamos también motivando y trabajando para que ellos sepan que organizados en el país pueden también obtener sus documentos necesarios para que puedan vivir aquí en paz, con derechos y con deberes”. 

Sobre los factores que han causado la situación actual: 

“Hay gente que está interesada en echar a Haití a pelear con nuestro país. Es cuestión de intereses económicos. Desde Trujillo hasta esta fecha, sigue todavía esta cultura que trae a esos hermanos haitianos. Y los traen para ser esclavos y usarlos aquí en el corte de la caña. Ahora ya no, porque el haitiano ha despertado y lo que viene aquí es a trabajar en la construcción. Los dominicanos se quejan de que los haitianos les están quitando su espacio de trabajo porque tienen mayor facilidad de [encontrar] trabajo y son más dedicados en la labor”. 

“También hay traficantes, personas que los traen. Los mismos que los traen no son los pobres, son gente poderosa que invierte y los venden a los constructores, a las empresas. Los venden como si fuera una trata de personas. Eso es ilegal. Está prohibido en la resolución de las Naciones Unidas el que esas personas sean tratados como esclavos. Ellos [los haitianos] aceptan eso por buscar su beneficio. Pero se ve también el maltrato. También la parte humanitaria, la parte de la salud. Muchos dominicanos se quejan de que los haitianos le están quitando al Dominicano las medicinas, pero el derecho a la salud es un derecho de todos. Todas las personas del mundo deben vivir con salud, con una vivienda, con educación”.

Sobre una solución justa y humana al problema: 

“Nosotros [la Comisión] hemos sido contundentes en rechazar la sentencia que emitió el tribunal constitucional. Fue excluyente. Los mismos que la emitieron son hijos de inmigrantes. Esa sentencia hay que revisarla nuevamente, hacer una enmienda para darle oportunidad de que puedan conseguir su documentación”. 

“El gobierno tiene que ser transparente. Ya sea a través de las organizaciones internacionales o por parte de la cancillería, tiene que transmitir una buena educación, una orientación a la comunidad, tanto a nivel local como internacional de que aquí no va a haber más racismo y que todos podemos vivir, convivir, en paz. Esa es la idea”.