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Once por ciento de los ecuatorianos viven fuera de Ecuador. El país sirve de punto de partida no sólo para ecuatorianos inmigrantes, sino otras nacionalidades que cruzan ocho fronteras para llegar a los Estados Unidos.
Once por ciento de los ecuatorianos viven fuera de Ecuador. El país sirve de punto de partida no sólo para ecuatorianos inmigrantes, sino otras nacionalidades que cruzan ocho fronteras para llegar a los Estados Unidos.

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En busca del trasnochado sueño americano, inmigrantes cubanos, chinos, africanos y ecuatorianos cruzan la frontera de Ecuador a Colombia para iniciar una larga…

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Comparados con los 3,145 kilómetros que separan México de los Estados Unidos, los 586 que separan Ecuador de Colombia parecen una brizna en el aire. Sin embargo, aquí comienza uno de los más largos, penosos y costosos recorridos que puede iniciar un migrante hacia el país del norte en búsqueda del trasnochado Sueño Americano

AL DÍA hizo la primera etapa del recorrido y conversó con transportadores, no sólo de productos de contrabando sino también de personas, en la Frontera entre Ecuador-Colombia para conocer más de cerca la situación.

Según números no oficiales, más de 30 mil cubanos, chinos, africanos y ecuatorianos cruzan la frontera desde Ecuador a Colombia, año tras año, para iniciar su procesión hacia los Estados Unidos. El presupuesto para pagar los coyotes varía pero puede costar entre 15 y 20 mil dólares, y 30 mil para los chinos, y el viaje puede tomar meses. 

Se cruzan en promedio ocho fronteras: Ecuador-Colombia-Panama-Costa Rica-Nicaragua-Honduras-Guatemala-México-Estados Unidos y algunos deben parar durante semanas y meses en algunos de estos países, trabajar como indocumentados e ir abonando a la deuda. Algunos tienen más suerte y reciben dinero que sus familiares les envían desde los Estados Unidos para completar el recorrido. 

Los precios, distinto a lo que sucede en Wall Street,  siempre están a la orden del mercado de las mafias, de los coyotes y de los narcos. A la llegada en Colombia la guerrilla colombiana de las FARC y los paramilitares controlan cada vez más el paso desde Pasto hasta Turbo, antes de pasar a Panamá. Y las maras y los zetas retoman el mando en Centroamerica, momento en el que se unen a la procesión salvadoreños, hondureños y guatemaltecos. 

De Quito a Tulcán

En la Terminal de Transporte Norte de la ciudad de Quito, Carcelén, se toma el bus que va hacia Tulcán, último paso antes de llegar a Ipiales ubicado ya en el territorio Colombiano. Son en promedio cuatro horas y media para llegar a 7 kilometros de Colombia, más exactamente, del paso a través del puente de Rumichaca. 

Aunque hay más de un retén hasta Tulcán, las autoridades en esta oportunidad y en genereal de ida, solo le piden papeles al conductor y chequean la zona de las maletas en búsqueda de lo ilegal. Una vez en Tulcán no importa la hora de llegada, el siguiente trayecto hasta Ipiales se hace a la madrugada. 

“Entre la una y las cuatro de la mañana pasamos personas y productos, y cuando lo hacemos es porque ya el coyote ha negociado con los oficiales de turno”, dijo Jeronimo (los nombres en este artículo han sido cambiados para proteger la identidad de las personas citadas),   un colombiano curtido de frontera radicado en Ipiales quien conduce todas las noches haciéndose máximo dos viajes por noche.

Cada viaje lo cobra a 180 mil pesos colombianos, lo que equivale a unos 97 dólares y en cada uno puede transportar cuatro personas; cada recorrido ida y vuelta no le toma más de dos horas. Si Jerónimo trabaja todas las noches cuatro horas, mensualmente produce aproximadamente $2.910 dólares. Nada mal si contamos que durante el día puede trabajar medio tiempo en otro oficio.

Teresa, Emilio y Josue tres cubanos que viven hace más de dos años en Quito. Los nombres de este artículo han sido cambiados para proteger su identidad.

“Lo que más transporto son chinos, cubanos, nigerianos y ecuatorianos”, dijo. “Y tengo que disfrazarlos un poco, usted sabe, gafas, gorro, especialmente a los chinos, porque con los cubanos y los ecuatorianos no hay problema porque en Ecuador y Colombia hay muchos negros, especialmente en las Costas”, dijo. 

¿Por qué chinos, nigerianos y cubanos?

En 2008 el gobierno del Presidente del Ecuador, Rafael Correa, eliminó el requisito de la visa de entrada al país a 130 nacionalidades. Esto ocasionó una abalancha de “turistas” especialmente procedentes de Cuba, del Continente Africano y de China.

La presencia y la influencia de China en el territorio Ecuatoriano y en otros lugares de Latinoamérica, no es un secreto. En un reciente reporte, “Beijing, Banks and Barrels: China and Oil in the Ecuatorian Amazon”, se listan los créditos y aportes de China que por cuenta del petróleo ascienden a más de $16 mil millones de dólares. Ecuador depende de China por concepto de petróleo y por asesoría técnica en extracción y explotación de minas.

A los chinos se les ve en lugares de grandes y lujosas empresas trabajando mano a mano con los ecuatorianos. Sin embargo, no todos los chinos que llegan al Ecuador ocupan cargos de alta gerencia. Muchos de ellos usan al Ecuador como el primer requisito en su trayecto hacia el norte. 

La inversión china se siente por doquier en Quito, y aunque muchos de los chinos que inmigran a Ecuador son profesionales, también hay un contigente con miras a emigrar a los Estados Unidos. 

Las relaciones entre la Habana y Quito se han afianzado desde 2007. Los cubanos pueden estar en territorio Ecuatoriano mínimo por tres meses sin ningún tipo de requisito. Y aunque muchos han tenido que desembolsar $300 dólares a la llegada al aeropuerto, requisito que no estálistado en los requerimientos oficiales de ingreso, el número lejos de disminuir, aumenta. 

AL DÍA conversó con Teresa, Emilio y Josué quienes ya llevan más de dos años en Quito y aún no pierden las esperanzas de llegar a Miami. Ellos, como todos sus compatriotas recibieron la carta de invitación, y luego de ese tiempo comenzaron su tiempo ‘sin papeles oficiales’ en los Andes, estatus que no les permite tomar un avión hacia el norte. La única salida sería por tierra.

Carlos, cubano también, me hizo cuentas alegres: $2.000 le costó la carta de invitación; $500 el matrimonio; le tocó pagar tiquete y un impuesto de salida al gobierno de Cuba, y el matrimonio —tinta, firmas, y negociación— fue una realidad temporal nada más. 

Para la mayoría de cubanos el Ecuador es tan solo un paso para acercarse al sueño norteño por una ruta aunque más larga, al parecer, más segura para muchos. Según fuentes oficiales del Ecuador, nada más en 2010 ingresaron 37 mil. Cifra que debe de haber aumentado desde que en 2014 se eliminara la carta de invitación como requisito gracias a las “excelentes relaciones bilaterales”, de acuerdo con la cancillería. 

Con el continente Africano la situación no es muy clara, sin embargo nos informó la Cancilleréa que al inicio de 2014, el gobierno de Correa aseguró que una de las prioridades será la de “Fortalecer la relación con los países africanos”. 

De acuerdo con los prejucios quiteños de aquellos con quienes conversamos, “los nigerianos no son de confiar y por lo general lavan carros, cuidan carros ...y venden droga en la Mariscal”.

No nos consta la venta de drogas pero sí la lavada y cuidada de carros. No es fácil comunicarse con ellos por la barrera del idioma, idioma que si saben prefieren ocultar para mantenerse tan anónimos como sea posible. 

Del Sueño Andino al Sueño Americano 

Lleno total, listos para partir con Jerónimo en su carro particular. Dos cubanos, un nigeriano, nuestro transportador y AL DÍA. En silencio los primeros 10 minutos. Como buenos latinos la conversación no se dejó esperar. Nuestro amigo nigeriano no sabía más de cuatro palabras en español. La hora de recorrido no se sintió y no hubo una sola parada. Bueno, una, para cambiar moneda a dólares.

Quienes cambian el dinero no son la excepción. La calculadora muestra una cifra ya manipulada y a la que dicen, le agregan un poco más.  Pero no hay ni tiempo ni tranquilidad para contabilizar.

Sin mayores interrupciones, llegamos a Ipiales donde los esperaba el coyote. Carlos compartió los datos que de boca en boca se pasan los cubanos. Son 85 millas atravesando tan solo la selva entre Colombia y Panamá, territorio bastante lejos de nuestra parada. Lo cierto es que la ruta para atravesar la selva es la misma que usa la guerrilla colombiana de las FARC, los paramilitares y los narcos. Una vez en Panamá, la mafia es otra. 

En ésta como en todas las fronteras, el tráfico va en doble vía. Fuentes no oficiales afirman que de Ecuador hacia Colombia viaja contrabando de aceite, arroz, gasolina, medicinas, armas y material explosivo para la guerrilla colombiana además del tráfico humano que va hacia el norte. De Colombia hacia el Ecuador, verdura, celulares robados para ser activados en el país vecino, cocaína, marihuana, y heroína que va para el mercado Europeo; asi como colombianos huyéndole a la justicia.

De devuelta eramos solo dos, AL DÍA y Jerónimo recordó lo olvidado con tanto testigo. “Una vez pase cables de ignición que supestamente iban para la guerrilla colombiana. Durante meses transporté a un señor que llevaba CDs hacia el Ecuador. Un día le pregunté cuál era el negocio y me contó que en realidad cargaba cocaína. La  marihuana y la heroína pasa encaletada en el carro, en los camiones de productos va encaletada en el techo o entre contenedores, y entre contenedores también pasa la gente. A veces los agentes tienen chuzos que van atravesando pero eso no pasa si el coyote ha arreglado a las autoridades. Hay cargamentos pequeños que agarran y que son de distracción cuando el cargamento grande está cruzando”, continuó Jerónimo.

“Un día recogí a un colombiano en Ipiales, sin documentos. A mitad de camino me contó que había matado a dos y que se había volado de la cárcel judicial de Pasto. No hice más preguntas, usted no sabe con quién se va a encontrar”, dijo Jerónimo al llegar a Tulcán de regreso.

Lo cierto es que muchos nigerianos, cubanos y chinos han perdido la cuenta del tiempo y han terminado por abrazar el Sueño Andino en la dificultad para completar el dinero para “coronar” en el norte. Tan mezclados ya como van, pensaría uno que los ecuatorianos y más exactamente los quiteños no tendrían un trazo de xenofobia, sin embargo, con los 10 con quienes conversé, no hubo uno sólo que no se refiriera a los migrantes con palabras despectivas y lugares comunes. 

De sueños vivimos todos.

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