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Ex cónsul de Honduras vela por inmigrantes

Vivan Panting ahora es comisionada especial para asuntos migratorios.

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Durante 12 años como cónsul de Honduras en Los Ángeles, Vivan Panting ha sido una defensora de los derechos de los inmigrantes y ahora como Comisionada Especial para Asuntos Migratorios ha asumido una responsabilidad de mayor proyección.

"Esta nueva posición me permite sugerir y transmitir a la cancillería las necesidades de nuestros inmigrantes de una manera más amplia, para que se puedan mejorar sus condiciones ", explicó la diplomática, nombrada para ese puesto por el presidente hondureño, Porfirio Lobo.

Queda atrás una docena de años sirviendo a la comunidad hondureña del sur de California como cónsul de su país en Los Ángeles en una labor que desde el comienzo fue sacudida por situaciones dramáticas.

Panting recordó dos hechos al comienzo de su gestión consular que le reafirmaron la importancia de trabajar "con los inmigrantes y por los inmigrantes", algo que ella como psicóloga ya veía como prioridad.

"Uno fue la primera ejecución de un hondureño en Estados Unidos en agosto de 1998 en Texas, bajo mi jurisdicción y unos meses después de mi llegada", recuerda la hasta hace poco cónsul angelina.

"Yo había llegado en marzo y casi enseguida me enfrenté con este primer fuerte reto de defenderlo, pedir clemencia y ver si se le podían perdonar", agregó.

La segunda experiencia, unos meses después de la ejecución del hondureño Heriberto Chi -que no pudo ser evitada- fue la devastación causada por el huracán Mitch.

Mitch -uno de los ciclones tropicales más poderosos y mortales de la era moderna- azotó Centroamérica a finales de octubre y principios de noviembre de 1998, produciendo precipitaciones e inundaciones catastróficas en Honduras y Nicaragua que dejaron cerca de 11.000 muertos, más de 8.000 desaparecidos y daños estimados en 5.000 millones de dólares.

"Estos dos eventos me hicieron entender que desde la misión consular hay que enfrentar enormes retos", comentó Panting quien tenía 30 años en ese momento.

"Fue muy duro pero entendí que mi trabajo iba más allá de los trámites consulares y enfoqué mi carrera en el aspecto humano del trabajo con los inmigrantes", aseguró.

Pero no han sido sólo estos dos hechos impactantes al inicio de su gestión en Los Ángeles, ni su formación y experiencia profesional, lo único que la ha ayudado a esforzarse por resolver los múltiples problemas de los inmigrantes.

"Viví en carne propia lo que era la separación familiar y eso me ha mantenido más cerca de las comunidades", reveló al contar que su madre -luego de una separación- vino a Estados Unidos a buscar mejores oportunidades en 1984, dejando en Honduras a sus siete hijos, Vivian entre ellos.

"Por eso cuando veo un bebé alejado de su madre o alguien que no puede viajar y que lleva 15 o 20 años sin ver a su familia, entiendo esa situación porque es un drama humano que de alguna forma yo viví", agregó.

Así, las luchas cotidianas por ayudar a sus compatriotas ante las muchas dificultades que enfrentan en EE.UU., fueron construyendo en Panting una pasión por su trabajo y un amor especial por todos los inmigrantes.

"Una vez el canciller me pregunto qué se necesitaba para ser una buena cónsul", recuerda la diplomática a quien se la ha señalado como la decana de los cónsules en el sur de California.

"Seguramente pensó que le iba contestar que relaciones internacionales o experiencia diplomática y le dije que era amar a los inmigrantes, entenderlos y ponernos en sus zapatos", añadió.

Y ese trabajo le han supuesto no sólo importantes reconocimientos y un doctorado honoris causa de la Universidad de Kensington, Honolulu, Hawai, sino el respaldo de la comunidad y la petición reiterada de su continuidad en el consulado ante la crisis política presentada hace un año en su país.

Para Panting, su nuevo nombramiento -que la convierte en el tercer hondureño en la historia al país que recibe esa designación- es la oportunidad de continuar ayudando a la comunidad, "desde una perspectiva mucho más amplia, que pueda mejorar la vida de todos los inmigrantes hondureños en los Estados Unidos".

Con su lema de "trabajar sin mirar el reloj y con el corazón puesto en los inmigrantes", apoyada en su fe en Dios y en el amor a sus dos hijas, Vivian Panting inicia así una nueva etapa, con grandes expectativas en beneficio de los inmigrantes centroamericanos.