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De izquierda a derecha, los senadores Paul Ryan, Mitch McConnell, Chuck Schumer y Nancy Pelosi asisten a la ceremonia donde el exsenador estadounidense Bob Dole recibió la Medalla de Oro del Congreso. EFE
De izquierda a derecha, los senadores Paul Ryan, Mitch McConnell, Chuck Schumer y Nancy Pelosi asisten a la ceremonia donde el exsenador estadounidense Bob Dole recibió la Medalla de Oro del Congreso. EFE

En el juego de la culpa todos salimos perdiendo

Después de un fin de semana de suspensión gubernamental por falta de acuerdos entre los legisladores del país, lo que todos se preguntan es ¿de quién es la…

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Este fin de semana será recordado no sólo como el aniversario de la nimia inauguración del presidente Trump, sino como los tres días en los que nadie estuvo de acuerdo.

Ni los senadores, ni los periodistas, ni los observadores internacionales lograban establecer un culpable, una fuente homogénea de malos entendidos.

El Presidente insistía en Twitter que la culpa es del Partido Demócrata, quienes “quieren negar los servicios y la seguridad a los ciudadanos a favor de los servicios y seguridad para los no ciudadanos”.

Por su parte, los representantes demócratas aseguran que el problema recae única y exclusivamente en Trump pues, como explicó el líder de la minoría en el Senado, Chuck Schumer, el pasado sábado, “es casi imposible llegar a un acuerdo con el presidente, porque no puede cumplir los términos”, según reportó CNN.

“Cuando te sientas con el presidente, te das cuenta de que realmente quiere hacerlo”, continuó el senador. “Pero un par de horas después se retracta por la presión de la derecha”.

Asimismo, el vocero de la Cámara, Paul Ryan intentó volcar la culpa al otro lado diciendo: “Le pido al pueblo estadounidense que entiendan esto: los únicos que están impidiendo que el gobierno se mantenga abierto son los senadores demócratas”.

Pero analistas políticos y observadores determinaron que el problema es más complejo.

Según reportó el portal POLITICO, los hechos demuestran que los demócratas son los culpables “técnicos”, por así decirlo, del cierre del gobierno, pues a través de la obstrucción dejaron claras sus posturas con respecto al financiamiento y al uso de DACA como moneda de cambio por parte de los republicanos.

Para April Ponnuru del Conservative Reform Network, son los republicanos quienes se ven percibidos ante el ojo público como “anti-gubernamentales”, por no haber mostrado tanto interés en las reformas de financiamiento como en el compromiso por el futuro de los Dreamers.

Y así se ha pasado la pelota de campo a campo durante días, teniendo en vilo no sólo a la sociedad en general sino a cientos de miles de jóvenes inmigrantes que sienten sus vidas pendiendo de un hilo.

Y es que en el juego de la culpa, todos salimos perdiendo.

El cierre gubernamental de este fin de semana es tan sólo un síntoma de una enfermedad mucho más endémica: el gobierno depende de una mayoría política que ha puesto los intereses ideológicos por encima de los procedimientos democráticos y la minoría demócrata en los organismos ha reaccionado muy tarde a una catástrofe en la Casa Blanca.

Mientras tanto, un fenómeno más importante hierve en las calles, donde miles de personas se manifestaron para demostrar que este año el GOP verá las consecuencias de haber sucumbido al caciquismo político, y la fuerza femenina, inmigrante y diversa de la comunidad estadounidense pide a gritos votar ya no por un partido político sino por una causa.

Sea quien sea el culpable, es hora de que la sociedad estadounidense tome las riendas de su propio futuro a través de plataformas independientes, activistas, inmigrantes y heterogéneas que prometen unas elecciones revolucionarias para este noviembre de 2018.

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