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El "Tea Party" y sus salidas de tono

El "Tea Party" y sus salidas de tono

El movimiento ultraconservador ha sorprendido a estadounidenses por su protagonismo político y por sus comentarios de tono.

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El "Tea Party" ha sorprendido a muchos estadounidenses no sólo por su inesperado protagonismo político sino por los comentarios fuera de tono que han realizado simpatizantes y miembros destacados de este movimiento ultraconservador.

Entre las afirmaciones más llamativas de la campaña para las elecciones legislativas del próximo 2 de noviembre están las de la aspirante al Senado por el estado de Delaware y estrella del "Tea Party" Christine O'Donnell, quien no movió ni una pestaña al afirmar que los homosexuales crearon el sida.

Su correligionaria republicana de Nevada y seguidora también del "Tea Party" Sharron Angle tampoco se queda atrás, con afirmaciones como la de que el embarazo de las víctimas de violación podría ser un deseo divino.

Igualmente sorprendentes han sido las declaraciones de Judson Phillips, fundador de "Tea Party Nation", la tercera mayor red del "Tea Party", quien considera una osadía sin límites el que los musulmanes aspiren a ser miembros del Congreso de EE.UU.

Phillips aboga en la página web del grupo por la derrota del legislador demócrata por Minesota Keith Ellison, "uno de los miembros más radicales del Congreso", como no podía ser de otra manera tratándose, según él, del "único musulmán" en el Capitolio.

Los inmigrantes indocumentados son otro de los blancos preferidos de los elementos más extremistas del movimiento popular. Como ejemplo, Sonny Thomas, creador del "Tea Party" en Springboro (Ohio), quien ante tal invasión de "ilegales" se preguntó en un mensaje de Twitter: "¿Dónde está mi pistola?".

Comentarios como ese revelan el lado más oscuro del "Tea Party", un movimiento que ha atraído a millones de ciudadanos de a pie frustrados con la crisis y el desorbitado gasto del Gobierno, pero también a un variopinto abanico de radicales, desde integristas religiosos a racistas y furibundos anti-gay.

Kate Zernike, periodista del diario New York Times y autora de un libro sobre el movimiento, asegura que esa veta radical no es la que define al "Tea Party", aunque reconoce que ha atraído a gente que lo ha visto como una plataforma para expresar "opiniones escandalosas".

Es precisamente ese grupo el que ha generado mayor atención mediática en una campaña dominada por el fuego cruzado entre ambos bandos del espectro político.

El lunes algunos de esos radicales pasaron de las palabras a la acción al arrojar al suelo y pisotear en la cabeza a una activista del movimiento progresista MoveOn.org en un acto que fue grabado en vídeo y que ahora da la vuelta en la web.

Lauren Valle, la activista agredida, una joven de 23 años, aseguró que la tensión en esta campaña es "increíblemente alta".

Uno de los encargados de caldear los ánimos es la estrella del canal conservador de televisión Fox News Glenn Beck, uno de los mayores héroes del "Tea Party" y organizador de una marcha que reunió en Washington en agosto a la derecha más radical del país.

Personaje controvertido, el presentador es la fuente de buena parte de la retórica que se escucha en las marchas del "Tea Party".

Frases que se corean en las manifestaciones, como "el presidente (Barack Obama) es marxista", "los asesores del presidente son marxistas" o "vamos camino del socialismo", un término maldito en EE.UU., salieron primero de la boca de Beck.

De hecho, sus recomendaciones literarias se han convertido en libro de cabecera para muchos en el "Tea Party".

"The Five Thousand Year Leap", del autor anti-comunista Cleon Skousen, que sostiene que EE.UU. es una nación cristiana en la que sus padres fundadores se guiaron por la Biblia, se convirtió en éxito de ventas después de que Beck lo recomendase.

"No creo necesariamente que quieran que Glenn Beck se presente a la presidencia, pero sí que corren para llegar a casa y encender la televisión cada día para ver lo que dice", dijo Zernike en un encuentro reciente con corresponsales extranjeros.

El "Tea Party" arrancó en el 2009 a iniciativa de núcleos de votantes jóvenes "idealistas e ideólogos" preocupados por la economía, defensores de un férreo control del gasto público, escasa presencia del Estado e impuestos bajos.

Las encuestas apuntan que al menos un 19 por ciento de los estadounidenses simpatiza con el movimiento.