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Cuba espera un verano lleno de política y penurias

Cuba espera un verano lleno de política y penurias

Gobierno impondrá mayores restricciones y "ahorros" en la isla.

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Cuba tendrá un verano caliente en
clima, política, incertidumbre y penurias, a juzgar por lo que dicen
el propio gobierno, la prensa oficial, la disidencia interna,
"blogueros" alternativos, diplomáticos y empresarios extranjeros
radicados en La Habana.

"Nos espera un verano incierto, donde se anuncian cortes
eléctricos, alza de precios y en el que hasta se pronostica una
estampida migratoria", dice la "bloguera" más publicitada de la
isla, Yoani Sánchez.

"Nadie debe confiarse. Durante julio y agosto sigue subiendo la
temperatura y con ella el consumo", declaró al diario oficial Granma
Ricardo González, ejecutivo de la Unión Eléctrica, tras anunciar que
las restricciones en el sector estatal han evitado, por ahora, los
apagones generalizados.

Habla de las restricción energéticas que dictó el gobierno para
que las empresas y entidades estatales -acusadas de derrochadoras
por el mismo régimen que las gestiona- cumplan planes de ahorro por
la falta de liquidez del Estado, que rebajó del 6% al 2,5% su meta
de crecimiento para 2009.

No pasa día sin que los medios informativos cubanos, todos
estatales, presagien años de vacas flacas que achacan a la crisis
financiera global y al embargo comercial de Estados Unidos,
eludiendo que la isla vive una penuria crónica desde que se desplomó
la Unión Soviética.

"Ahorro" es el lema más repetido del único Estado de América que
se dice comunista y preside desde hace 16 meses el general Raúl
Castro, tras reemplazar por enfermedad a su hermano mayor Fidel, que
gobernó la isla durante 49 años y 55 días.

Hace casi un año, tras despertar expectativas de reformas y
confesar que en Cuba hay un exceso de prohibiciones, Raúl Castro
pidió a sus compatriotas que no se "acostumbraran" a recibir solo
noticias buenas y pintó un sombrío panorama mundial que impactaba
también en la isla.

Lo hizo en la ciudad oriental de Santiago, al celebrar el 55
aniversario del comienzo de la revolución que encabezó su hermano,
que no aparece en público desde julio de 2006 aunque fija doctrina
en frecuentes escritos.

Muchos fechan entonces el fin de los intentos reformistas que
dirigentes de algunos países esgrimieron para dar otra oportunidad a
un gobierno que prometía cambios aún no concretados, según dicen la
mayoría de los diplomáticos, empresarios y analistas consultados en
La Habana.

Se reconocen derechos sociales cubanos como el acceso universal a
la salud y la educación, aunque estén deteriorados por la falta de
liquidez, y también éxitos en relaciones internacionales, pero nada
mejora en derechos civiles y libertades individuales, según las
fuentes señaladas.

La normalización de relaciones con la Unión Europea y América
Latina se cita como uno de los mayores logros recientes de La
Habana, que además ve al frente de su principal enemigo, Estados
Unidos, a un nuevo presidente, Barack Obama, que ha dado algunos
tímidos pasos para acabar con el embargo que aplica Washington a la
isla desde 1962.

Algunos observadores señalan que las reformas de Raúl Castro, de
78 años, naufragaron por la crisis financiera global, tres huracanes
que causaron pérdidas por 10.000 millones de dólares en 2008 y la
caída de ingresos por exportaciones como el níquel y servicios como
el turismo.

Otros anotan que el líder de la revolución de 1959, Fidel, de 82
años, aunque cedió la Presidencia, no permite que sepulte sus dogmas
el pragmatismo atribuido a su hermano menor, fiel lugarteniente
durante más de medio siglo.

"Ya hasta el gobierno reconoce los impactos de la crisis mundial
sobre una sociedad que no ha superado los estragos ocasionados por
la pérdida de las subvenciones del bloque soviético", dice el
economista Óscar Espinosa, uno de los 75 opositores apresados en la
llamada "Primavera Negra" de 2003, ahora excarcelado por razones de
salud.

"En Cuba los veranos son siempre calientes y no estoy hablando
del termómetro", dijo a Efe un diplomático veterano, pero a
continuación matizó: "No te estoy diciendo que este año vaya a pasar
algo".

En las calles de La Habana es notorio el descontento con las
restricciones en el consumo de energía, la reducción de rutas y
frecuencias del transporte público y la disminución de productos que
se entregan subsidiados por la escuálida cartilla de racionamiento,
como fríjoles y sal.

Muchos extranjeros residentes en la mayor isla de las Antillas se
extrañan porque no perciben, por el momento, nada parecido a un
estallido social.

El ministro de Economía y Planificación, Marino Murillo, dijo en
el lenguaje eufemístico cubano que la crisis "ha complicado la
obtención de facilidades de precios y fuentes crediticias", pero que
"nadie va a quedar desprotegido", aunque "inevitablemente" se van a
sentir restricciones en el consumo.

Agregó que la importación de alimentos "todavía es muy grande" y
puede ser reducida, aludiendo a que se importa más del 80 por ciento
de los víveres que consumen los 11,2 millones de cubanos, a un costo
de 1.600 millones de dólares por año.

"Menos arroz, menos de todo", tradujo un cubano de a pie.