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Campesinos inmigrantes aportan cultura a comunidades que los reciben

Según el antropólogo uruguayo Diego Thompson, los inmigrantes que llegan a Iowa desde México, El Salvador y Guatemala benefician a la comunidad. 

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Los inmigrantes que llegan a Iowa desde México, El Salvador y Guatemala para trabajos agrícolas aportan un "capital cultural" por sus conocimientos tradicionales, lo que beneficia a la comunidad en general, según una nueva investigación.

Diego Thompson, un antropólogo uruguayo que estudia este tema y es candidato a un doctorado en sociología en la Universidad Estatal de Iowa, afirmó que en general los inmigrantes hispanos que llegan a Iowa ya son jardineros y granjeros en sus países de origen.

"Ellos traen a Iowa conocimientos y tradiciones, es decir, capital humano y cultural, sobre agricultura tanto de sus países como de otras regiones de Estados Unidos como consecuencia del fenómeno migratorio", agregó.

Gracias a un programa para agricultores principiantes, los granjeros y jardineros recién llegados comparten sus conocimientos en huertas comunitarias, donde también adquieren experiencia y aprenden a compartir los alimentos que cultivan con las comunidades.

Según Thompson, en la actualidad casi el 9 por ciento de los habitantes en las principales zonas agrícolas de Iowa son inmigrantes hispanos, comparado con menos del 1 por ciento hace 20 años. En Iowa viven 135.000 hispanos, o un 4,5 por ciento de los 3 millones de habitantes.

La mayoría de los inmigrantes campesinos proviene de cuatro estados de México (Michoacán, Jalisco, Guanajuato, Campeche), con números menores de El Salvador y Guatemala. Muchos de ellos quieren dedicarse a la agricultura, aunque no necesariamente como su única fuente de ingresos.

En dos ciudades, Denison y Marshalltown, las autoridades locales crearon huertas comunitarias para capacitar a los campesinos extranjeros.

"Las relaciones establecidas en torno a los trabajos en las huertas y en los predios donde se cultiva ofrecen oportunidades de intercambio social y cultural entre inmigrantes latinos y no inmigrantes, que enriquecen aun más la diversidad socio-cultural de estas comunidades rurales de Iowa", expresó Thompson.

Tanto en su tesis de maestría con en su investigación actual, Thompson exploró las experiencias de los granjeros y jardineros hispanos, analizando qué mecanismos se deben implementar para que los inmigrantes lleguen a ser granjeros de tiempo completo y qué motiva a la comunidad local a aportar recursos para esa meta.

La hipótesis de Thompson es que los granjeros hispanos cuentan con el capital humano, social y cultural necesarios, aunque no siempre tienen acceso al capital financiero y político que podría beneficiarlos aún más en sus proyectos.

"Una de las motivaciones más importantes para cultivar es el acto de compartir gran parte de lo que se produce, así como conocimientos y experiencias, con otros miembros de las huertas, conocidos o familiares, tantos miembros de la comunidad latina como anglos", dijo Thompson.

"Las relaciones establecidas por los jardineros en torno a sus experiencias de agricultura y alimentos frescos abren nuevos caminos socio-culturales de integración y justicia social en las comunidades donde viven", puntualizó.

El siguiente paso, sugirió el sociólogo, sería fomentar relaciones a largo plazo entre granjeros latinos y no latinos, para que los hispanos accedan a recursos y programas fuera de su comunidad.

"De esa manera se fomenta la integración de los inmigrantes en las comunidades en las que ahora viven y se facilita su participación en proyectos de agricultura sostenible y en los sistemas alimenticios locales", concluyó.

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