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Génesis Cerrato, de 16 años, con su hijo de un año. Junto a toda su familia, ella huyó de Honduras escapando de la violencia en su país de origen.  © ACNUR / Markel Redondo
Génesis Cerrato, de 16 años, con su hijo de un año. Junto a toda su familia, ella huyó de Honduras escapando de la violencia en su país de origen.  © ACNUR / Markel Redondo

ACNUR urge a la unidad familiar en la frontera sur de Estados Unidos

En los últimos años, un creciente número de familias en Centroamérica se han visto obligadas a huir de la violencia incontrolada en sus países. Estas familias…

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El domingo pasado, el Aquarius, un buque humanitario con 629 inmigrantes, en su mayoría africanos, rescatados en el Mediterráneo, desembarcó en el puerto de Valencia, España.  El buque llevaba  una semana navegando por el Mediterráneo, a la espera de que algun puerto europeo autorizase su desembarco. Italia rechazó a los inmigrantes, luego Francia hizo lo mismo, hasta que el gobierno de España, liderado por el recién investido presidente socialista Pedro Sánchez, anunció que acogería a los más de 600 indocumentados, entre los que figuran un centenar de niños. 

ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, aplaudió la decisión de España de dar una solución a la crisis creada en el Mediterráneo con el rescate del Aquarius y otros dos barcos italianos que transportaban a los 600 migrantes, aunque lamentó la falta de coordinación entre países para evitar que este tipo de situaciones ocurran:  

“Estamos muy agradecidos de que esta dura experiencia haya terminado, pero este incidente nunca debería haber ocurrido”, afirmó Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, en un comunicado. “El principio del rescate en el mar es lo suficientemente importante como para no ponerlo en riesgo, y cualquier cuestionamiento sobre los desembarcos puede suponer un grave peligro no solo para los refugiados e inmigrantes sino para cualquier persona que se encuentre en situación de riesgo en el mar”.

ACNUR aboga por desembarcos predecibles y garantizados a nivel regional para situaciones de rescate marítimo y, tras el desembarco, por el establecimiento de mecanismos adecuados de redistribución de responsabilidades, para evitar que se penalice a países a los que se deja solos con la gestión, la tramitación y el seguimiento.  La crisis del Aquarius ha puesto en evidencia la incapacidad de la Unión Europea para acordar e implementar una política migratoria común, capaz de dar una respuesta coordinada a este tipo de sucesos. Los países del sur, como Italia y Grecia, más cercanos a las costas africanas, han tenido que lidiar solos con las oleadas migratorias de los últimos años, disparadas por la guerra en Siria y la inestabilidad política en Medio Oriente en general.  En la situación actual, cada país europeo puede tomar sus decisiones sobre si abrir o no las fronteras, además de tener que asumir buena parte de los costes de patrullas aduaneras. (Todavía no existe una patrulla de fronteras europea). 

Pero la ACNUR no solo ha tenido palabras duras - aunque sea implíticamente-  contra Europa. Esta semana también ha instado a los Estados Unidos a priorizar la unidad familiar y el interés de los niños a medida que implementa nuevas políticas de gestión fronteriza a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México.

Hay formas efectivas de garantizar el orden y el control soberano de las fronteras sin someter a las familias al trauma psicológico de la separación entre padres e hijos”, dijo el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi.

“El ACNUR está listo para apoyar a los Estados Unidos en la implementación de alternativas humanas y seguras”, agregó Grandi en un comunicado.

En los últimos años, un creciente número de familias en Centroamérica se han visto obligadas a huir de la violencia extraordinaria e incontrolada, que incluye asesinatos, violaciones, secuestros y el reclutamiento forzoso de menores a las pandillas criminales. Estas familias han estado buscando protección en países de toda la región, reportó ACNUR, que insta a los gobiernos a que trabajen juntos para abordar las causas fundamentales en Centroamérica y al mismo tiempo garantizar un refugio seguro para las familias que huyen de la violencia y la persecución que ponen en peligro sus vidas.

Refugiados: en alerta roja

El flujo de inmigrantes indocumentados es solo una parte del problema.  En su informe reciente sobre migración, Global Trends report,  publicado esta semana, ACNUR destacaba que al menos 68.5 millones de personas tuvieron que desplazarse de sus paíes en 2017. Entre ellos figuran los 16.2 millones de personas que ya estaban desplazadas en 2017, por primera vez o de forma repetida, lo que equivaldría a una cifra de 44,500 personas al día siendo desplazadas en el mundo, a una persona desplazada cada dos segundos. Las cifras suponen un nuevo record en los últimos cinco años.

Los motivos principales para desplazarse y huir de los países son las guerras, conflictos y otros tipos de violencia y persecución. El auge de refugiados este año ha sido impulsado principalmente por la crisis en la República Democrática de Congo, la guerra del Sud Sudán, y la crisis de los Rohingya, forzados a escapar de Myanmar a Bangladesh.

 Del total de 68.5 millones de personas desplazadas, casi tres millones más que el año anterior, se desglosa: 40 millones de víctimas de la violencia y del hambre que se vieron obligadas a dejar sus casas pero que se quedaron dentro de las fronteras de sus países;  25.4 millones de refugiados, y  3.1 millones de solicitantes de asilo. 

En cifras absolutas, Turquía continúa siendo el primer destino para los refugiados (3.5 millones de personas), un 21% más que en el 2016. La inmensa mayoría son sirios (3.4 millones), seguidos de iraquíes (37,300), iraníes (8,300) y afganos (5,600).