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 Vendiendo armas estadounidenses a narcos mexicanos

Vendiendo armas estadounidenses a narcos mexicanos

Coherente con su credo de que las palabras expresan más que las acciones, al gobierno de Obama le gusta enviar funcionarios a México para que se saquen fotos y…

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            Sí,
seguro, vaya socio. La Casa Blanca debería haber escuchado a Johnny Cash quien
cantaba:  "Cuando yo era niño mi
mamá me decía, 'Hijo, sé siempre un buen muchacho, no juegues nunca con armas
de fuego'".

            Resulta
que alguien en la Casa Blanca ha estado jugando con armas de fuego —o, más
bien, jugando a la política con las armas de fuego.

            Según
el Washington Post, funcionarios de la Casa Blanca sabotearon, el verano
pasado, una propuesta que habría requerido que los dueños de tiendas de armas
de fuego del lado estadounidense de la frontera reportaran las ventas
voluminosas de rifles semiautomáticos de alta potencia —armas preferidas de los
narcotraficantes.

            Estos
funcionarios hicieron eso a pesar de que, semanas antes, el presidente Obama
asegurara personalmente al presidente Felipe Calderón que tomaría enérgicas
medidas contra el contrabando de armas de Estados Unidos a México. Y lo
hicieron a pesar de que la propuesta en cuestión se generara en el seno del
gobierno. El Departamento de Justicia propuso el plan en nombre de la Dirección
de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, la entidad federal responsable
de impedir que las armas lleguen a quienes no deben.

            Y
eso ni siquiera es toda la enchilada. Según el Washington Post y los dos altos
funcionarios de las fuerzas de seguridad a los que entrevistó como fuentes para
el artículo, el jefe de personal de la Casa Blanca, Rahm Emanuel, fue el que
hundió la idea y por motivos puramente políticos. Se creyó firmemente que la
propuesta armaría revuelo en el lobby de las armas, cuya filosofía es que todo
el mundo debería poder comprar un arma en cualquier cantidad, en cualquier
momento y por cualquier motivo. Emanuel no tenía gana alguna de irritar a la
National Rifle Association (NRA, siglas en inglés) justo antes de las
elecciones de mitad de período, según las fuentes que pidieron permanecer
anónimas por estar hablando de deliberaciones internas.

            Un
portavoz de Emanuel, que es ahora candidato a la alcaldía de Chicago, negó tal
acusación. Ben LaBolt expresó al Washington Post que Emanuel "no impidió que
dicha política se implementara" y aseguró que Emanuel "nunca se quedó al margen
cuando la cuestión fue enfrentarse a la NRA para mantener las armas fuera de
las manos de delincuentes peligrosos".

            Fantástico.
Pero ¿y qué sobre mantener el asunto de la guerra contra la droga en México,
que ahora ha costado más de 30.000 vidas, fuera de las torpes manos de los
políticos estadounidenses?

            La
Casa Blanca no tuvo comentarios. Sin embargo, el portavoz Reid Cherlin ofreció
garantías de que "el presidente está comprometido a tomar enérgicas medidas
contra la violencia en la frontera sudoeste".

            Mientras
trata de apagar un incendio que los estadounidenses ayudan a alimentar cuando
compran una buena cantidad de las drogas ilegales del mundo y venden la mayoría
de las armas y balas que los carteles de la droga utilizan para matar soldados,
policías y civiles mexicanos, estoy seguro de que Calderón estaría contento con
menos garantías de su vecino —y más ayuda.

            A
propósito, observen el lenguaje utilizado por la Casa Blanca, que insiste en
que Obama está comprometido a tomar enérgicas medidas contra la violencia "en
la frontera sudoeste".

            ¿Es
ésa toda la ayuda? El gobierno tiene que mirar más allá de la frontera y ayudar
a controlar la violencia dentro de México. Si esa violencia entra en una
espiral incontrolable, los robos, secuestros y asesinatos no se quedarán al sur
de la frontera. De hecho, esa violencia ya se está derramando en los Estados
Unidos y se cree que los carteles mexicanos de la droga son responsables de
ella. Tampoco quedará la violencia contenida en el sudoeste. Podría llegar
pronto a una ciudad o pueblo cerca del suyo.

            Ése
es el mensaje que los funcionarios de los estados fronterizos de Estados Unidos
—California, Texas, Arizona y Nuevo México— han tratado de enviar a la Casa
Blanca desde que comenzó la guerra mexicana contra la droga, hace cuatro años.
Y nadie les presta atención. Ahora conocemos un motivo. El problema no es sólo
de indeferencia o falta de atención. Existen aquellos en el gobierno que están
realmente saboteando la causa de la seguridad de la frontera y ayudando a
desestabilizar a México para influir en los resultados de una elección.
Irónicamente, esos políticos le tienen tanto miedo al lobby de las armas como
los mexicanos le tienen a los carteles.

            El
dictador mexicano Porfirio Díaz acertó hace un siglo cuando, supuestamente, se
lamentó: "Pobre México, tan lejos de Dios. Y tan cerca de los Estados Unidos".

            Y,
que Dios lo ayude, igualmente cerca del sistema político estadounidense.

© 2011, The Washington Post
Writers Group

[DESTACADO]

funcionarios
de la Casa Blanca sabotearon…una propuesta que habría requerido que los dueños
de tiendas de armas de fuego… reportaran las ventas voluminosas de rifles
semiautomáticos de alta potencia —armas preferidas de los narcotraficantes

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