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Uso errado de la bandera

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Hay que tener cuidado con las banderas. No son inofensivos pedazos de género, cuyo objetivo es inspirar patriotismo y orgullo nacional. Esas aparentemente…

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Hay que tener cuidado con las banderas. No son inofensivos pedazos de género, cuyo objetivo es inspirar patriotismo y orgullo nacional. Esas aparentemente inocentes piezas de tela pueden conducir a todo tipo de problema.

Y, a veces, ése es el propósito. No seamos ingenuos. Las banderas no siempre declaran amor por el país. Agitarlas es también una buena manera de expresar rebeldía, enemistarse con otros, dividir a individuos o iniciar una pelea.

En algunas partes, las banderas aún son un símbolo positivo. En Ucrania y Venezuela, veintenas de manifestantes valientes, dispuestos a oponerse a gobiernos opresivos, se fortalecen al agitar la bandera de su país. Es como si dijeran: "Esto es por lo que estamos luchando, algo más grande que nosotros mismos".

Es distinto en los Estados Unidos donde, en las confusas guerras culturales, las banderas a veces se usan como armas. Agitarlas puede ser una señal de protesta, una manifestación de que a uno no lo van a obligar a nada ni le van a decir a quién debe guardar lealtad. Es como si algunos estadounidenses usaran la bandera para declarar: "Ésta es la manera en que nos defendemos, aunque nos haga parecer mezquinos".

La palabra "mezquino" describe adecuadamente a cinco estudiantes quienes -el 5 de mayo de 2010- mientras asistían a la escuela secundaria Live Oak, en Morgan Hill, California, aparentemente decidieron utilizar la bandera estadounidense, específicamente camisetas con la bandera impresa en ellas, para hostigar a estudiantes latinos. No era una cuestión de ser patriotas. Era una cuestión de provocación.

Pues era el Cinco de Mayo que, en verdad ­— no es un feriado en México, pero parece ayudar a vender mucha cerveza en bares y restaurantes. No importa. La escuela planeaba una celebración. Otro tipo de gente, más generosa, hubiera participado y aprendido algo divertido e interesante.

Pero no estos cinco. Eso hubiera sido demasiado fácil. Los administradores de la escuela —que no querían ningún problema en un establecimiento descrito por el San Francisco Chronicle como con "una atmósfera cargada étnicamente" y donde el 20 por ciento de los 1.300 individuos que componen el estudiantado aprende inglés-habían advertido, previamente, a esos cinco estudiantes que no usaran la bandera en su ropa ese día, porque podría causar un revuelo. La advertencia estaba en línea con el código de vestido de la escuela, que prohíbe "toda ropa o decoración que vaya en desmedro del entorno pedagógico".

Los cinco estudiantes violaron ese código, y desobedecieron las instrucciones de los administradores, cuando usaron las camisetas.

Supongo que esos cinco genios no consideraron la posibilidad de que la mayoría de esos estudiantes latinos, a quienes estaban tratando de provocar, eran también estadounidenses. De hecho, muchos de ellos probablemente habían nacido en Estados Unidos. Por lo tanto, irónicamente, las camisetas adornadas con la bandera estadounidense podrían no haber tenido el efecto deseado. O quizás hubieran provocado a algunos de esos estudiantes. Nunca lo sabremos. De todas maneras, el efecto es irrelevante. La cuestión es que la intención fue maliciosa. ¿Acaso esos cinco escogieron, de causalidad, el Cinco de Mayo para demostrar su patriotismo? Obviamente, no tenían buenas intenciones.

Ésa fue la conclusión del vicedirector, Miguel Rodriguez, quien, temiendo que la ropa de los muchachos creara un incidente, les dijo ese día que o bien se pusieran las camisetas del revés o se fueran a casa. Escogieron irse a casa. Y en el curso de horas, pasaron de ser mocosos desobedientes, poco respetuosos e indisciplinados a mártires patrióticos de la Primera Enmienda.

Por supuesto, los jóvenes no pueden llegar a eso tan rápidamente por sí solos. Los padres excusaron la mala conducta de sus hijos, contrataron abogados y demandaron al distrito escolar, alegando una violación de su derecho constitucional de libre expresión.

La libertad de expresión obviamente es muy importante. Pero no es tan importante como asegurar la seguridad de los estudiantes en un clima de tensión racial y étnica. Ése fue el reciente fallo del Tribunal Federal de Apelaciones del 9º Circuito. Los jueces fallaron que los administradores de la escuela no violaron la Constitución. De hecho, dijeron, al imponer la prohibición de las camisetas sobre la base del código de vestido, la escuela "en forma clarividente evitó un altercado".

Los padres dijeron que están preparados para apelar este caso hasta la Corte Suprema. Naturalmente.

Resulta que las banderas no son el problema. El problema real son los individuos que las usan equivocadamente -y sus cómplices.

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