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President Donald J. Trump waves as he returns to the White House in Washington, DC, USA, 08 July 2017, after attending the G20 Summit (G-20 or Group of Twenty) in Hamburg, Germany.
El presidente Donald Trump saluda al público en su retorno a la Casa Blanca el pasado 8 de julio luego de haber participado en la cumbre del G20 celebrada en Hamburgo, Alemania. EFE

[OP-EP] La ignorancia de Trump no puede ser una excusa

La verdad es que hay más rusos en estas historias de Trump que en una novela de Dostoievski y, como dijimos antes, es muy fácil cansarse, aburrirse, frustrarse…

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Ya han pasado seis meses de la presidencia de Donald Trump y es fácil cansarse, aburrirse, frustrarse, insensibilizarse de tanta estupidez y mala fe, de la novela de los rusos y las elecciones, la disposición del presidente a cerrar los ojos ante los chanchullos y triquiñuelas de su muy admirado Vladimir Putin, etc. Desafortunadamente, esto es lo que ha dominado las noticias excluyendo prácticamente otras informaciones sobre asuntos de mayor impacto en la vida de la población.

Hace unos días, después de su muy anticipada reunión con Putin durante la cumbre G-20 en Hamburgo, Alemania, Trump anunció alegremente la creación de “una unidad de ciberseguridad” para garantizar que ninguna elección en EE. UU. pudiera ser manipulada nuevamente. Dicha unidad sería diseñada e implementada en colaboración con el presidente de Rusia, es decir, con el supuesto manipulador principal de las elecciones americanas.

Como podrán imaginarse, el entusiasmo por semejante idea no fue general. Por ejemplo, el senador Lindsey Graham, republicano de Carolina del Sur, expresando lo que muchos en el propio partido de Trump pensaban, calificó el plan como “muy cerca de ser la idea más estúpida que haya escuchado jamás.” Como dicen en inglés: ¡ouch!

Típico de Trump, quien no tiene respeto ni por él mismo, tras 12 horas de críticas incesantes se retractó de tal anuncio sin pudor alguno. "El hecho de que el presidente Putin y yo hayamos hablado sobre una unidad de ciberseguridad no quiere decir que yo crea que puede suceder”, escribió en su cuenta de Twitter el domingo por la noche.

Bueno, usted sabe, él no es un político, no tiene experiencia en estos asuntos, está aprendiendo sobre el terreno, afirman los que todavía lo apoyan después de cada tuit ofensivo, mentira descarada o disparate estúpido. Es increíble, como tantas otras cosas en esta administración, pero esta gente parece creer que la ignorancia y la imprudencia del presidente son excusas válidas por haberse convertido en el hazmerreír mundial y haber regalado la seguridad nacional.

Como si fuera poco, Trump se reunió también en Hamburgo con el mandatario mexicano Enrique Peña Nieto, quien comparte con él el dudoso honor de ser el presidente más despreciado de su país en muchas décadas. Es difícil de creer, pero Trump, delante de Peña Nieto, respondió a una pregunta de un periodista diciendo que espera “absolutamente” que México pague por el infame muro fronterizo, una de sus promesas de campaña más indignantes. El presidente mexicano no protestó, no dijo palabra, sino que permaneció sentado junto a Trump, un escolar tímido aterrorizado por el matón de la clase. Los mexicanos estaban furiosos.

“Trump dice otra vez que México pagará por el muro. ¿Cuándo se atreverá [Peña Nieto] a decirle en su cara y en público que México no va a pagar?’, manifestó en un tuit Jorge Ramos, el periodista de Univisión que, como se recordará, fue expulsado de una conferencia de prensa durante la campaña. Probablemente nunca, Jorge, probablemente nunca.

Y para terminar por hoy, tenemos el escándalo del hijo mayor de Trump, Don Jr., quien se reunió durante la campaña –y lo negó después— con una abogada rusa supuestamente ligada al Kremlin que Jr. pensaba poseía información perjudicial sobre Hillary Clinton. Trump ha dicho que su hijo mayor (quien deja mucho que desear tanto en cerebro como en personalidad), es “una persona de alta calidad” y Jr. ha negado airadamente haber cometido algún acto ilegal. De todas maneras, por si acaso, Donny ha contratado los servicios de un abogado de alto perfil y, por supuesto, extremadamente caro.

La verdad es que hay más rusos en estas historias de Trump que en una novela de Dostoievski y, como dijimos antes, es muy fácil cansarse, aburrirse, frustrarse, insensibilizarse de tanta estupidez y mala fe.

 Pero hay que hacer cualquier esfuerzo que sea necesario para mantenernos enojados, alerta, dispuestos a resistir a Trump y su pandilla de desalmados compinches. Hay que detener la persecución y el abuso de los inmigrantes, sus intentos de eliminar los duramente ganados derechos de las mujeres y los gays, su disposición de envenenar el planeta a cambio de ganancias, su apoyo al abuso policial, sus extraños y misteriosos tratos con Putin y Rusia. 

Hay que derrotar el fascismo.