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Presidente Donald Trump momentos antes de entregar declaraciones sobre la ayuda a Puerto Rico este 29 de septiembre de 2017. EFE
Presidente Donald Trump momentos antes de entregar declaraciones sobre la ayuda a Puerto Rico este 29 de septiembre de 2017. EFE

[OP-ED]: Trump sin apuro para ayudar a Puerto Rico

El hombre se tomó su tiempo, pero finalmente, después de una semana de resistencia, y justo a tiempo para su visita a Puerto Rico el martes, el presidente…

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El hombre se tomó su tiempo, pero finalmente, después de una semana de resistencia, y justo a tiempo para su visita a Puerto Rico el martes, el presidente Trump levantó temporalmente la obsoleta Ley Jones, promulgada hace un siglo. Esto permite que la isla, devastada por dos poderosos ciclones, pueda recibir buques con la ayuda que se necesita desesperadamente, no solo de EE. UU. sino de también otros países.

¡Cuánta bondad por parte del ocupante de la Casa Blanca! La magnanimidad, como es sabido, no es una de las virtudes de Trump, por lo que tal acción ocupó los titulares de los principales medios de comunicación el jueves pasado. La misma hasta provocó expresiones como ¡Gracias Mr. Trump! de parte de algunos desesperados residentes en la isla, así como de otros que no saben qué más hacer para congraciarse con la Casa Blanca y celebran cualquier decisión – sin importar lo que sea -- que se tome en Washington.

No obstante, no permita que la nueva generosidad de Trump lo emocione demasiado, porque una vez que lea la letra pequeña se dará cuenta de que no hay ningún motivo para entusiasmarse.

Trump no perdió tiempo en suspender la ley tras el paso de los huracanes Harvey e Irma por Texas y Florida, pero se tomó siete largos días antes de hacer lo mismo por Puerto Rico, prolongando cruelmente el sufrimiento de los 3.4 millones de ciudadanos estadounidenses en la isla que han estado sin electricidad, y muchos sin agua potable desde que el ciclón María arrasara el país.

Y aunque parezca mentira, si bien Trump suspendió la Ley Jones, lo hizo solo por 10 días. Sí, 10 días, pese a que Puerto Rico atraviesa por la que probablemente sea la peor crisis de su historia, con una severa escasez de alimentos y agua potable, miles de personas sin vivienda, electricidad o teléfono, y una infraestructura severamente dañada. 

¿Y se espera que los puertorriqueños estén agradecidos porque el amo colonial, en su infinita bondad, les haya lanzado unas cuantas migajas? No, esto tiene que ser un mal chiste.

La Ley Jones, una ley federal que limita que buques extranjeros transporten carga, “ha tenido la consecuencia imprevista de que los envíos de carga desde el territorio continental de EE. UU. hacia Puerto Rico cuesten el doble que desde cualquier otro puerto extranjero en el mundo”, ha señalado el senador republicano John McCain. ¿Cómo se puede justificar semejante abuso?
“Es inaceptable forzar el pueblo de Puerto Rico a pagar el doble por comida, agua potable, provisiones e infraestructura debido a los requisitos de la Ley Jones mientras luchan por recuperarse de este desastre”, escribió McCain en una carta a Elaine Duke, directora interina de Homeland Security. Además, el senador por Arizona introdujo un proyecto de ley para derogar la ley, a la que ha calificado de “arcaica y onerosa”. 

McCain también ha expresado su preocupación por algo que debería ser obvio: 10 días son insuficientes para que la suspensión de la ley pueda tener un impacto serio en la terrible crisis de Puerto Rico.

Como escribiera en Facebook Natasha Lycia Ora Bannan, “Esta es la administración de Trump. Conceder un alivio de la Ley Jones por unos meros 10 días cuando la recuperación va a tomar meses no le costará nada políticamente. Nadie debiera agradecerle sucumbir a la presión popular después de rehusar conceder la suspensión solo unos días atrás. Lo que está haciendo es prepararse para su viaje allá para poder decir que les dio unas migajas a la gente cuando estas están hambrientas de pan --y que lo aplaudan ((como hará) el gobernador (Roselló), quien hará cualquier cosa con tal de caer bien y ser aceptado por EE. UU.)”

No, Trump no merece los aplausos ni la gratitud del pueblo puertorriqueño al que no ha tratado como verdaderos ciudadanos de EE. UU. sino como lo que, nos guste o no, son realmente: súbditos de la colonia más vieja del mundo.

Más que nunca, está claro que la independencia es la única opción para el futuro de Puerto Rico. 

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