Como cada temporada, Cristiano Ronaldo y Leo Messi maravillaron al planeta practicando el juego bonito. Pero quizá este año, ambos habían defraudado en el último momento. Es cierto que Ronaldo acabó conquistando la Champions League con el Real Madrid y la Eurocopa por primera vez con Portugal, pero Cristiano tuvo una actuación más que discreta en la final de la Champions y se lesionó a inicios del duelo por el campeonato continental, con lo que no fue determinante en ninguno de los dos partidos. Messi, por su parte, ganó La Liga con el FC Barcelona, pero el club catalán fue eliminado en los cuartos de final de la Champions por el Atlético de Madrid y su maldición con la selección argentina le jugó otra mala pasada en la serie de penaltis de la final de la Copa América contra Chile, en la que Leo hasta falló su disparo.

Ahora, analizando sus rivales directos, tampoco presentaban grandes credenciales.   

Luis Suárez y Neymar no dejan de ser comparsas de lujo en un Barça en el que quien manda es Messi. Lo mismo ocurre con Gareth Bale. El galés ha ido ganando protagonismo en el Real, pero sigue estando a la sombra de Cristiano. Quizá los mejores argumentos eran los de Antoine Griezmann, máximo goleador del campeonato europeo de selecciones. Sin embargo, el astro galo cayó en las finales de Champions, con su Atlético de Madrid, y de Europa, con Francia. De esta forma, era imposible que concluyera con el reinado de Ronaldo y Messi.

Al final, la undécima Copa de Europa del Real Madrid y el primer campeonato europeo de Portugal decantaron la balanza a favor de Cristiano. Leo, por supuesto, fue segundo. Jamás dos atletas han dominado con tanta claridad un deporte. El portugués ganó este año su cuarto Balón de Oro, quedándose solo a uno de los cinco conquistados por el argentino. En los últimos nueve años, los dos han copado solos este premio que destaca al mejor jugador de soccer del planeta y, además, han quedado entre los dos primeros clasificados en ocho de estas nueve ocasiones. Antes de la irrupción de estos dos genios, nadie había ganado el Balón de Oro más de tres veces.

Probablemente lo más curioso de todo este periodo que casi cubre dos lustros es ver cómo las votaciones han ido premiando cada vez más el aspecto individual del juego que el colectivo. Esta situación manifiesta claramente la sociedad individualista en la que nos encontramos. En el mundo del soccer, hoy en día –diga lo que diga Cristiano- priman mucho más los éxitos personales que los del equipo. 

¿Una prueba? 

La respuesta está en las ediciones 2010 y 2014 del Balón de Oro. En la primera, España había ganado el Mundial, pero sus grandes centrocampistas artífices del triunfo, Andrés Iniesta y Xavi Hernández, tuvieron que contentarse con flanquear a Messi en el podio. En 2014, Alemania se convirtió en la primera selección en ganar un Campeonato del Mundo en el continente americano. Sin embargo, su jugador mejor situado en las votaciones del Balón de Oro, el portero Manuel Neuer, solo fue tercero.

¿Ronaldo ha sido el número 1 en 2016 y Messi el segundo mejor? Desde luego. Pero a mí me gustaría más que los reconocimientos del mundo del soccer dieran un giro hacia el esfuerzo colectivo más que hacia el individual. Porque, al final de todo, estamos hablando de un deporte de equipo, ¿o no?